¿No has visto tú por las tardes
llenas de polvo olvido
esas cruces solitarias
a la vera del camino?
¿No has visto qué desconsuelo
muestran sus brazos abiertos,
que retener no pudieron
la memoria de sus muertos?
¿No has visto cómo se enredan
cual rosarios de tristeza
todas la flores marchitas
que les brinda la maleza?
¿No has visto qué indiferente
posas luego, peregrino,
sin pensar en la tragedia
de esos seres que han caído?
¿Empapados con su sangre
los guijarros del camino
donde una cruz se levanta
llena de polvo y olvido?
Alberto Torres B.
Tijuana, B. C.