Dios siempre perdona, el hombre a veces, la naturaleza nunca.
A la memoria de Cruz Arce, fundador de Rescate Aguiluchos.
En la Sierra de Juárez, Baja California, la temperatura durante el día es agradable, unos 25 a 35 ° centígrados. Por la noche-madrugada, hay que enchamarrarse y protegerse de los 5 a 7° C., que desciende la temperatura. Cobijas, encendedor, fósforos, casa de campaña. El Parque Nacional Constitución 1857, o Laguna Hanson, se ubica a más de 1500 metros de altura. San Pedro Mártir, enfrente de la de Juárez, alcanza casi el doble de altura: 2840 metros en el Observatorio de la UNAM, el doble de frío.
A la altura, temperaturas, hay que tener presente la flora y la fauna silvestre; los coyotes, pumas, arácnidos, y la temible cascabel diamante.
La gente que visita estos hermosos lugares debe prepararse no solo técnicamente, pues un GPS será útil mientras tiene baterías, por eso es mejor agregar una brújula (y si es marca Sylva, mejor) buena. Una buena mochila con varias lámparas, navaja multiusos, un buen botiquín, y que no le falte de perdida medio kilo de ajo natural. El año pasado con eso y la buena voluntad de un amigo de la sierra, una niña a la que picó un alacrán ponzoñoso, pudo llegar viva hasta un hospital de Ensenada. Una cabeza de ajo crudo natural, hace la diferencia entre la vida y la muerte, ante una picadura o una mordida de cascabel o algo parecido.
Entre las imprudencias temerarias que recuerdo, una me la contó el encargado del rancho datilero más grande de América Latina, ubicado en pleno desierto de Altar, San Francisco Las Cachoras.
En pleno agosto de los 1980´s, llegaron al rancho unos defeños pertenecientes al grupo de Socorro Alpino de la Ciudad de México, que tantas vidas han salvado en los dinamos, Ajusco, el Popo, en el Iztla, etc., muy entusiastas venían en pleno verano a lograr la “osadía”, más bien imprudencia temeraria; de cruzar a pie desde Las Cachoras, por el centro, el desierto de Altar. Unos conocidos del D.F., ya lo habían logrado en pareja, hombre y mujer, pero esto en invierno. En línea recta hasta la zona del Pinacate (Elegante).
Pero estos otros de la anécdota, no escucharon al ingeniero de Las Cachoras que les exhortó múltiples veces a no aventurarse en este tiempo por el desierto. A lo que los “experimentados” imprudentes le comentaron: “no se preocupe, nosotros hemos cruzado, en esta época, hasta el Desierto de Los Leones”. Cosa por demás ridícula pues este lugar es un Parque Nacional cercano a los Dinamos, Cuajimalpa, Ajusco, lleno de arroyos, sombras y pinos frescos. En fin, que los aventureros más tardaron en salir a cruzar el desierto de Altar, desde Las Cachoras, que en regresar; uno de ellos colorado como tomate a pedir socorro para su “jefe” y guía que ya se deshidrataba.
Si usted va a ir a la Sierra de Juárez desde Tijuana y Ensenada, no se aventure a descender al infierno del Cañón de Guadalupe, de la Mora, del Tahoe o Tajo; en la Sierra de Juárez llueve en esta temporada, hay un animalero por todos lados, muchas veces con hambre. Necesitaría uno cargar un igloo en el lomo cada quien, y quién sabe si con eso alcance uno a sobrevivir las temperaturas abajo ya en la Salada que recorre casi cien o más kilómetros desde la carretera hasta el Ejido Saldaña. Ahí las temperaturas andarán por los 50-55° centígrados. Arriba de los 120 Fahrenheit.
Para subir del Cañón de Guadalupe, que en esta época está deshabitado por el calorón, los deportistas emplean –en tiempo de frío– 8 a 10 horas conociendo el sendero que va hasta el Rancho San Luis, a unos 1600 metros de altura.
Ensenada, Tijuana, Mexicali, Tecate, cuentan con grupos de rescate y socorro preparados para contingencias; pero también hay grupos de alpinistas o deportivos que cuentan con las herramientas apropiadas para guiar a grupos no expertos; por ejemplo, los célebres “Picacheros” de Mexicali, ascienden San Pedro Mártir o La Rumorosa; sí, pero en noviembre cuando no hay riesgo ni por el calor, ni por el frío. Ellos ascienden por la Laguna del Diablo, cerca a San Felipe; y los tijuanenses lo hacen por Vallecitos, por la Encantada o Botella Azul.
La verdad es que, si no lleva una buena condición, una buena mochila con lo necesario y algo extra, mejor quédese en lo fresco a disfrutar los días y noches maravillosos en el campamento y sus alrededores; pero en esta época es una tristeza perder a dos hermanos adventistas que aparentemente descendieron desde el Rancho San Luis hacia el infierno del Cañón de Guadalupe.
No le miento, pero en diciembre, a las 6 de la mañana en short y sin camiseta, puede uno ingresar a las ardientes aguas sulfurosas del Cañón de Guadalupe. Me imagino que en el verano, las pilas de agua termal andarán por los 70 a 80° centígrados. Como para pelar pollos. Ánimo, disfrute sus vacaciones con prudencia.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com