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martes, octubre 1, 2024
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El fracaso

Los gobiernos del periodo del partido hegemónico, del presidencialismo autoritario, que emergieron de la revolución Mexicana, fueron echados del poder porque se rompió el pacto que le daba sustento: los priistas se dividieron entre dos opiniones distintas respecto de que política económica debía seguirse para salir de la crisis, y ante la falta de acuerdo, se escindió políticamente una parte importante y simbólica encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas; las clases populares antes compactas y fieles se revelaron debido a la prolongada crisis económica que marcó el México de los 80’s: las clases medias dejaron de estar satisfechas con un gobierno de los mismos, querían más poder, el suficiente para elegir libremente y de entre distintas opciones a sus gobernantes, querían tener la fuerza para echar del poder a los ineficientes o a los Ladrones que se colaran. Por eso en 1988 mediante una verdadera revolución democrática, acorde con la inercia mundial de desmontar todo tipo de gobiernos totalitarios y autoritarios, el pueblo de México terminó con el sistema de partido hegemónico, para intentar dar paso a la construcción de un sistema democrático.

Aunque mediante un fraude electoral el priismo permaneció en el poder, el gobierno del presidente Salinas preparó al sistema para la alternancia, lo hizo permitiendo la formación del PRD; el triunfo panista en Baja California y Guanajuato; creando el IFE, la CNDH y el Trife. Volvieron a ganar con Zedillo, pero esta vez perdiendo el control de las cámaras. La competencia electoral se recrudeció y el poder político y territorial se dividió entre tres fuerzas políticas. La alternancia en el poder presidencial era inevitable, pues el régimen de partido hegemónico había desaparecido.

Víctor Hugo, el gran novelista francés, nos decía que un aspecto repugnante del éxito era que su falsa semejanza con el mérito engañaba a los hombres. Creo que esto explica muy bien la razón por la que los gobiernos de la alternancia han sido tan ineficientes y mediocres para: construir las instituciones políticas que nos permitan vivir en un estado de derecho; brindar a la población condiciones mínimas de seguridad; combatir la corrupción y; constituir un sistema democrático en el que el mérito sea la base de acceso al poder, en el que el proceso de acceso al mismo, esté blindado de cualquier posibilidad de imposiciones de los poderes fácticos.

Por el contrario, en muchos sentidos, el arribo de la alternancia ha sido un rotundo fracaso, y lo peor, un retroceso, me explico: los índices de desigualdad se han disparado retrocediendo muchos de los logros de la revolución Mexicana; la pobreza extrema se multiplicó; el narcotráfico se ha convertido, en vastos territorios del país, en un poder que sustituye al del estado; unas cuantas familias concentraron la riqueza del país gracias a que se les entregó, en calidad de monopolio, las empresas del estado, convirtiéndose automáticamente en poderes fácticos dueños del poder. Por eso se empoderaron políticamente individuos mediocres carentes de mérito suficiente, no solo a nivel municipal o estatal, sino presidencial. Hoy padecemos una caterva de gobernantes frívolos, nada empáticos con los problemas de la población y carentes de ética de la responsabilidad, corruptos en extremo; no preparados para gobernar, pero sobrados en audacia y habilidades para robar y engañar.

El Presidente Peña es el ejemplo más acabado: un hombre débil, hecho gobernador por la gracia de un pariente, que aprovechando la situación, quiso cubrirse las espaldas; hecho presidente por el favor de un poder fáctico, puesto por la fuerza de la televisión y el spot publicitario; desubicado al extremo del ridículo; incapaz de corregir el rumbo, de substituir a sus malos funcionarios; piloteado descaradamente por un secretario de Hacienda obsesionado con llevar al extremo la política neoliberal, al grado de generar un prolongado estancamiento económico y una crisis de representación absoluta. Todo esto, con el agravante de su personalidad profundamente corrupta y frívola.

No cabe duda de que el éxito sin mérito, de un estudiante que plagia para tener su título de abogado, se convierte en algo peligroso cuando la pequeña trampa se sofistica tanto que lo lleva, desprovisto de capacidad, al gobierno de la República.

 

Jesús Alejandro Ruiz Uribe fue dirigente del PRD en Baja California, ex diputado local por el mismo partido y actualmente es Rector del Centro Universitario de Tijuana en Sonora. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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