Política Breve y de Emergencia
En la mitad del siglo pasado, allá por el final de los años 50’s, el gremio de taxis que prestaba servicio desde el cruce de la frontera hacia el centro de Tijuana recibió “el favor” de las autoridades federales en lo que los taxistas dieron en denominar “un decreto” del gobierno de la República para el uso de los predios contiguos a las instalaciones de aduana y de migración, zonas consideradas como federales.
Era el pleno apogeo de la Avenida Revolución, el Hipódromo Caliente y la Zona Norte. Los turistas de todos tipos que visitaban la ciudad se acostumbraron a la presencia de carros taxi de color, igual al de las principales ciudades de Estados Unidos, que además de estar señalizados en idioma inglés como Taxi Cab, eran una garantía de contar con un chofer que mínimamente hablaba su lengua y por eso los preferían.
Con la práctica de los traslados y desde luego la importancia de los sitios de origen y destino de la actividad turística, el gremio de Taxis Amarillos fue logrando concesiones en espacios públicos y privados en las zonas de la ciudad de más alto pasaje; a partir de sus “buenas relaciones” sindicales y políticas y su fuerza económica literalmente han defendido con uña y dientes los espacios que consideran de su propiedad, de los ataques de la competencia en el servicio.
Otros tiempos y otras las actividades económicas preponderantes de Tijuana y por supuesto, la recia y fuerte figura del líder del gremio de entonces Rafael Morales, hicieron que por más de cuatro décadas la hegemonía de Taxis Amarillos para el servicio turístico fuera total. Nadie sin su permiso, podía siquiera pensar en dejar o levantar pasaje en las zonas de influencia que consideraban propias.
Al sobrevenir las primeras grandes crisis de afluencia turística que en finales de los 80’s lesionaron la economía de la ciudad fronteriza, los Taxis Amarillos añadieron un “derecho más” a su decreto: todo el que cruzara como pasajero pagado de San Diego a Tijuana tendría que registrarle al gremio un ingreso económico, so pena de ser agredido verbal y físicamente y las unidades, ya fuera autobuses o carros de alquiler eran vandalizados. El tema se convirtió en asunto de todos los días.
Hoy los tiempos han hecho modificaciones importantes a la vida económica local, el turismo médico es una de las actividades más importantes de los visitantes, tanto como los eventos deportivos de primer nivel, la breve visita diurna a la ciudad o a centros nocturnos de diversión, el comercio general y especializado (por denominarlo de alguna manera) y desde luego los visitantes que acuden a los centros industriales; pero en todas estas actividades los Taxis Amarillos siguen impulsando su “cobro de piso” para quienes sin “reportarse” a su gremio trasladen pasaje de un lado a otro de la frontera.
Así, las amenazas y ataques físicos a ambulancias en traslado de pacientes o a vehículos tipo panel con traslados privados de visitantes y hasta los autobuses que trasladan tours hacia otras partes de Baja California, han sido objeto de agresiones físicas tanto a las personas como a los vehículos, todo para impedir una actividad que ellos “no sancionan”. Por eso ahora que la cada vez más fuerte actividad de transportación de pasajeros denominada “Uber” está trabajando en zonas de las que los Taxis Amarillos consideran propias, las agresiones y las amenazas no se han hecho esperar.
Son muchos años y muchas las administraciones de gobierno las que han tolerado y alentado los comportamientos gansteriles del gremio de los Taxis Amarillos, amparados en contubernios con las autoridades policiales y las autoridades políticas, sus actividades ilícitas siempre encuentran la impunidad. Curiosamente la exacerbación de ánimos siempre ocurre cuando la actividad turística mengua; ¿alguien hará entrar en razón a los retrógrados líderes del gremio para que asimilen que son causa y efecto de sus males?
Que la historia lo registre.- Las administraciones municipales en 1997 recibieron las facultades para regular el transporte público. Fue Roberto Pro Mendoza, liderando a Taxis Amarillos, el primero que los acercó a la política panista.
Botón rojo.- ¿Por qué la movilidad de la ciudad de Tijuana y la de los tijuanenses, no le importa a nadie? El caos urbano no puede ser una estrategia, cuesta vidas.
Salvador Morales Riubí, Político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. smriubi@yahoo.com