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viernes, octubre 4, 2024
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Las obras de la Iglesia

La Fe sin obras, es una Fe muerta.

Apóstol Santiago

 

‘Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber”. Casi en todos los lugares de la tierra, instituciones como la Iglesia Católica sirven a los necesitados en todos los aspectos de la pastoral de caridad u obras de misericordia. A través de obispos, sacerdotes y sobretodo fieles laicos, la Iglesia tiende la mano a los hambrientos y sedientos a través de comedores parroquiales, orfanatorios, casas hogar, para migrantes; los bancos de alimentos se empeñan por rescatar de la basura mucho alimento bueno que no se venderá en los comercios, pero útil como alimento humano. Es una merma rescatable y de gran ayuda a las comunidades de Tijuana, Mexicali, Hermosillo, Ciudad Obregón, y en donde operan los bancos de alimentos, cumpliendo con la misión caritativa propuesta por Jesucristo. Dar de comer al hambriento.

“Estuve preso y fuisteis a visitarme”. Una de las obras más grandes de misericordia es visitar los presos, encarcelados. Todo esto la Iglesia lo organiza a través de la Pastoral Penitenciaria. Y si en esto México es modelo, Tijuana y Mexicali son célebres en la atención de los presos; “ El Ángel de la Prisión”, es una obra biográfica de la Madre Antonia, “Mama Antonia”, uno de los personajes que le ha dado a Tijuana una identidad internacional en el trato a los presos; aunque ya fallecida, muchos hombres y mujeres viven agradecidos con la labor que la Iglesia tijuanense ha ofrecido desde hace más de 50 años, en especial con este Ángel de la Prisión, quien residió por más de treinta años en la prisión de La Mesa. En Mexicali, la “hermana Teresa” y el padre Héctor Castilla, apoyados por muchos creyentes han dejado su vida en el Cereso; uno de los pocos centros penitenciarios del país que cuenta con una capilla interna (a la Virgen de Guadalupe), en donde está permanentemente el Santísimo Sacramento y se celebra la Santa Misa en auxilio de los internos. A más de otros apoyos que la pastoral penitenciaria ofrece a estos hermanos marginados.

“Porque estuve enfermo y me fuisteis a visitar”. En muchos lugares de México especialmente en León y Guadalajara, hace más de 25 años se fundó el SANE, Servicio de Auxilio Nocturno Espiritual. A partir de las 9 de la noche hasta las 6 de la mañana. Durante todo el año, diócesis como Mexicali, Tijuana y muchas otras, mantienen un sacerdote de guardia para que atienda a los pacientes que durante la noche-madrugada ocupan el servicio sacerdotal en los hospitales privados o públicos. Durante el día, muchos enfermos reciben atención a través de sus capillas, rectorías o parroquias. Hay que acercarse a la oficina parroquial y solicitar que el sacerdote asista a su enfermo. México tuvo la dicha de contar con su primer Cardenal Javier Lozano Barragán, obispo de Zacatecas, a quien el Papa Juan Pablo II nombró como Presidente del Consejo Pontificio para la Salud. Aunque sabemos que antiguas arquidiócesis como la de México, Guadalajara, Monterrey, Morelia, Zacatecas, Zamora, Durango, Yucatán, siempre se han distinguido por mantener por siglos obras de caridad dedicadas a la salud de los necesitados. De hecho, la mayoría de los santos y santas canonizadas o beatificadas, han sido por este servicio pastoral vivido con amor y entrega por religiosos, sacerdotes y laicos.

“Porque fui forastero y me acogisteis”. Tijuana y Mexicali son un ejemplo en cuanto a atención a los migrantes. Por más de treinta años, los hermanos y hermanas de San Juan Bautista Scalabrini, patrono de los migrantes, ofrecen casa, comida, trabajo, atención a la salud, y descanso a miles y miles de personas, nacionales y extranjeros que llegan a la ciudad más visitada del mundo en búsqueda de una vida digna. Los tijuanenses tienen en las casas del Migrante (una para hombres y otra para mujeres), un gran oasis de amor y servicio que es un respiro para quienes se integran a la gran ciudad, se regresan o se aventuran a los Estados Unidos.

A estas casas de migrantes, habrá que tener presente tantas obras de caridad de la Iglesia, en especial las fundadas por la Madre Teresa de Calcuta, como el comedor de migrantes y necesitados atendidos atrás de la Central Camionera. Por más de cincuenta años Tijuana como diócesis, incluso antes, ha dedicado obras de caridad en parroquias y capillas de la periferia y del centro para atender a los necesitados a través de comedores, servicio de Cáritas, dispensarios médicos, consultorios dentales, orfanatorios, apoyo a familias con despensas.

Quizá una de las cualidades de los tijuanenses sea precisamente su hospitalidad. A pesar de la inseguridad y violencia, Tijuana sigue siendo humanamente una ciudad amorosa en la práctica a través de sus obras de caridad.

En Mexicali, específicamente para los migrantes, la diócesis cuenta con un módulo en las mismas instalaciones de la Aduana. Así desde su llegada los remite al comedor del Buen Samaritano en el centro de la ciudad, o a la Casa “Betania” en donde puede pasar hasta cuatro días recibiendo ropa, cama, alimentos y orientación para emplearse y obtener recursos para quedarse, regresar o reintentar su aventura a Norteamérica.

Las obras de la Iglesia no son nuevas, son tan antiguas como el cristianismo, pues Jesús nos advirtió la certeza de obtener la vida eterna si vemos en los necesitados la persona misma de Cristo.

“Todo lo que hicisteis a uno de estos pequeños de mis hijos, a mí me lo hicisteis”. San Juan Crisóstomo, humilde patriarca de Constantinopla (siglo IV), ha sido un intérprete fiel del mensaje de Jesús sobre la importancia de reconocerlo a Él, a Jesús en la persona de los pobres, de los marginados. Es una mística que viven sin duda los bajacalifornianos y norteños, por no decir que todo mundo; incluso antes del nacimiento de las pastorales que por organización reciben algún nombre como el de la Salud, Penitenciaria, Alimentaria, de la Movilidad. Son meros nombres o cuestiones semióticas, de lenguajes.

La verdad es que semánticamente o en la realidad, hay que agradecer a Dios, que el perfil o identidad de miles de creyentes y hombres de buena voluntad de esta región Noroeste de México, fue bien educada en los valores de la misericordia; gracias a misioneros como el padre Kino, Juan Ma. Salvatierra, Fernando Consag, Junَípero Serra, Juan de Ugarte, sin olvidar las obras de caridad realizadas por misioneros dominicos, franciscanos, jesuitas, del Espíritu Santo, diocesanos.

Precisamente en enero de 1993, quién olvida que fue la Iglesia Diocesana y especialmente el Seminario Mayor de Tijuana, a través de su Obispo Emilio Berlié y Mons. Salvador Cisneros, quienes suspendieron clases por más de un mes, para salvar a Tijuana a causa de las lluvias sufridas por más de quince días intensos e ininterrumpidos. A decir del padre Arturo de la Torre, aquello fue el “mejor “curso de pastoral social (caridad) recibido por los seminaristas y sacerdotes.

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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