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lunes, octubre 7, 2024
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Juan Villoro lee a Abigael Bohórquez, “un poeta mayúsculo”

La sorpresa de la tarde del domingo 26 de junio de 2016 durante el espectáculo de literatura y rock “Mientras nos dure el veinte” basado en el libro “Tiempo transcurrido” (FCE, 1986; cuarta reedición 2015), apareció cuando Juan Villoro leyó obra de un poeta legendario del norte de México.

Acompañado de los roqueros Diego Herrera (teclado), Alfonso André (batería) y Federico Fong (bajo) de Caifanes; y Javier Calderón (guitarra), en la segunda parte del espectáculo Juan Villoro evocó a autores finados, nacidos o radicados en la frontera norte de México, como Federico Campbell, Octavio Hernández y Rubén Vizcaíno Valencia, dedicándoles un poema de Abigael Bohórquez (Caborca, 1936 – Hermosillo, 1995).ABIGAEL foto

“Para evocar a estas personas (Campbell, Hernández y Vizcaíno), vamos a recurrir a otro extraordinario autor de la región: Abigael Bohórquez, un poeta mayúsculo, quizá no tan conocido en México, valiente defensor de la alteridad sexual, el hombre legendario, la voz de yoremito”, anunció Juan Villoro ante 650 asistentes en el teatro del Centro Cultural Tijuana (CECUT).

“Si la literatura es, como decía al principio de esta alocución, una conversación con los difuntos, vamos a evocar a estos muertos que nos duelen pero que siguen estando presentes entre nosotros, con una pieza un tanto zombi, una pieza de ultratumba, que demuestra que no hay nada más vivo que los muertos que valen la pena. Esto es, ‘Duelo’, de Abigael Bohórquez”, presentó Villoro.

 

“DUELO” DE ABIGAEL BOHÓRQUEZ

“Vengo a estarme de luto por aquellos
que han muerto a desabasto,
por los rútilos o famélicos,
procurando saciar su corazón o su hambre,
cayeron en la trampa
eran flores de arena, papirolas,
artificios de bubble gum, almas de azogue,
veletas de discotheque, aleteos, dispendio,
pero eran también un alma, una palabra,
un esqueleto de pan y sal,
con rincones amables
como el tuyo o el mío, compañero,
un pensamiento hermoso o ruin,
más cosa como nosotros,
hechos un haz de sangre todavía
entre el verdor y el agua de la vida.
Vengo a estarme de luto
por aquellos
que recibieron prematuramente
su funeral de escándalo,
su ración, su camastro, su obituario velado,
pero más por aquellos
que, desde que nacieron,
son confinados, etiquetados, muertos
en sus propios rediles,
herrados, engrillados a un escritorio oculto,
a un cubículo negro.
Ah, caravana de las carcajadas,
carne desamparada de la arcaica matanza,
paredón de la pública befa,
arrimaditos, amontonaditos
en el muro del asco.
Vengo a estarme de luto
porque puedo.
Porque si no lo digo
yo
poeta de mi hora y de mi tiempo
se me vendría abajo el alma, de vergüenza
por haberme callado.
Qué natalicio nuevo de la ausencia,
qué grave el sol
apenitas ayer abeja de oro,
qué viento de crueldad este domingo,
qué pena.
Pero está bien;
en este mundo todo está bien;
el hambre, la sequía, las moscas,
el appartheid, la guerra santa, el Sida,
mientras no se nos toque a Él;
Ese no cuenta,
simplemente está Allá,
loco de risa,
próspero de la muerte,
a gusto”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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