Para mis hijas
Hoy, mi hija me dijo que iba a comprar mi regalo por el Día del Padre; que si quería algo en especial. Le respondí que sí, pero lo que quería de regalo era muy costoso y no lo podría comprar. Pero luego meditando, me dije: ¿por qué no pedirle lo que deseo por igual a mis hijas?
Deseo me regalen amor, respeto y armonía entre entre ustedes (mis hijas), y así sean ejemplo para sus propios hijos.
Deseo también ver ese cariño, respeto y admiración hacia ese ser que les dio la vida (su madre), que ha sido ejemplo de guía, trabajo y tenacidad para hacer de ustedes, personas de bien a sus familias y a la sociedad.
También deseo ver que admiren, amen y respeten a sus maridos para que así también sus maridos las admiren, amen y respeten y sean ejemplo de familia nuclear y sean admirados por la sociedad (y no por “el qué dirán”), sino por fortalecer la institución familiar.
Pero, ojo… ¡Este deseo no es por un día, es permanente! “Porque una golondrina no hace verano”, así también un día no hace vida.
Y en lo personal, si me respetan y después me aman… ¡bendito sea Dios! Y si este regalo me lo pueden dar, por caro que les resulte, créanme, ¡será el mejor regalo que me hayan dado y seré el padre más dichoso en el mundo mundial!
Y en consecuencia también será un regalo que disfruten ustedes y sus familias… mis amadas hijas.
José Carlos Martínez Martínez
Tijuana, B.C.