Dirigida por James Wan, la segunda parte de “El Conjuro” ya está en carteleras de México, con la historia de la familia Hodgson, quienes a finales de los 70s habitaron una casa en Enfield, Londres, donde fueron acechados por espíritus
Agosto de 1977. Peggy Harper, una mujer divorciada, vive en las afueras de Londres, en una casa que renta. Tiene cuatro hijos: Billy (7 años), Johnny (10 años), Janet (11 años) y Margaret (13 años). Sus días transcurren normales hasta una noche de ese verano, en el que ambas niñas la ponen en alerta luego de haber experimentado un hecho paranormal en su habitación. Escéptica en primera instancia, no pasa mucho para que ella misma enfrente algo parecido y todos inicien un calvario sin explicación alguna. Ese es el punto de partida del caso Enfield, investigación que Ed y Lorraine Warren tuvieron a su cargo a finales de los 70s y que a partir de esta semana cuenta con su versión para cine.
“En gran parte tuvo que ver con la historia de Ed y Lorraine, que llevaban tiempo cazando fantasmas, pero pudimos dar con ellos y los derechos de sus vidas terminaron con Warner. Yo los contacté y les dije que ésta era una historia que siempre me había interesado bastante y que si la adaptaban, me iba a encantar hacerla. La razón por la cual atrajo a mucha gente es que fue una historia real, además de que contó con actores como Patrick Wilson y Vera Farmiga, para interpretarlos. Tener grandes actores y personajes, cosa que a la gente le importa, ayudó a que todos los sustos en la película se sintieran más fuertes. Es una combinación de muchas cosas”, compartió James Wan en la pasada edición de WonderCon, sobre cómo “El Conjuro” (2013) volvió a despertar el interés de los cinéfilos por el tema.
Al frente de entregas como “Saw” e “Insidious”, en los últimos años el cineasta de 39 años se ha convertido en el nuevo rostro del terror, enfundando miedo en los espectadores con las escenas que logra. Sin embargo, asegura que todavía no es un experto: “Asustar es una de las cosas más difíciles de hacer. Generalmente el público es indiferente a los sustos durante una película, porque los buenos sustos son muy difíciles de hacer bien, y uno que ya has visto antes es aún más difícil. Me enorgullezco de mí mismo por tratar de encontrar cosas que no se han visto antes y trato de pensar en cosas que me asusten a mí, para buscar la manera de articularlos cinematográficamente”.
Con muchos trucos que forman parte del cine de terror, Wan decide quedarse con representar aquello relevante en un contexto diario, para que el espectador se identifique, pues considera es lo más importante cuando se quiere impactar con escenas. Como resultado de ello, la primera película sobre los Warren fue exitosa -el segundo estreno más importante en la historia del género- y ahora es el trampolín perfecto para otra, cuando en realidad ninguna de las dos contó con un proceso fácil.
“Uno de los retos ha sido dar con los casos. Ellos han investigado como diez mil en sus vidas y escoger cuál usaríamos para contar nuestra historia, sí fue un reto. Primero sabíamos que teníamos que usar el caso más famoso y ese fue el de Anabelle, que en muchas maneras dictó el cómo sería la película. Ese y el de Amityville son los casos paranormales más famosos de la historia, queríamos encontrar una trama que fuera reflejo de la otra”.
De esa forma fue como llegaron al caso Enfield, considerado justamente el Amityville de Inglaterra, por el alcance que tuvo. Dicha referencia la podremos apreciar desde la mirada de Wan, en una especie de prólogo sobre el asesinato de la familia DeFeo, a manos del hijo mayor, el 14 de noviembre de 1974 en Nueva York.
“Pasaron algunas cosas raras, pero como director siempre estás tan ocupado que no te das tiempo de enterarte de ellas. Personalmente no experimenté nada extraño, pero el elenco y equipo me dijeron que sí les pasaron algunas cosillas. Al hacer una película de miedo uno percibe más las cosas que si estuviéramos haciendo una comedia”, declaró el nacido en Malaysia, respecto a si esta vez volvieron a tener experiencias inexplicables durante el rodaje, ya que en el primero la propia Vera Farmiga (Lorraine Warren) hizo público que recurrió a su fe, cuando se sintió intimidada por algo que no pudo explicar y que en su cuerpo se manifestó a través de marcas.
Nacida en 1927 bajo el nombre Lorraine Rita Warren, la investigadora de fenómenos paranormales -junto a su esposo, Edward “Ed” Warren (1926-2006)- estuvo al pendiente de la primera adaptación que hicieron de uno de sus casos para el cine, por lo que visitó el set. Momento que Wan recordó: “Entró a uno de mis cuartos y le pregunté que si nuestro escenario reflejaba las experiencias que ella tuvo cuando se dieron estas cosas y dijo que simplemente era un set de película, pero que había un cuarto en el segundo piso que tenía vibra muy rara por los muebles. Habíamos comprado mucha mueblería antigua para los escenarios, estábamos en Carolina del Norte y al parecer nuestras compras, además de muy viejas, tenían muchas historias. Ella lo pudo percibir y fue muy fascinante”.
Pese a que define su estética de filmación en un apartado clásico, James Wan adelantó que esta película no lo refleja completamente, refiriendo que su antecesora tuvo mayor movimiento por adaptarse al bajo presupuesto que tenía (20 millones de dólares) y el poco tiempo de rodaje, apenas 18 días para la mayor parte de la historia.
“Siendo honesto, la primera vez que hice una película no contaba con el gran presupuesto y lo que tuve que hacer fue tratar de esconder las carencias. Esa fue la técnica en mi primera cinta, pero no la uso como una referencia para mi estilo en general. De hecho creo que las películas de ‘El Conjuro’ e ‘Insidious’ son una mejor representación de mi técnica y estilo como cineasta. Me gusta mucho más hacer enfoques prácticos en mis películas en lugar de abusar de los efectos visuales… yo diría que mi estilo es aterrizado y así es como quise hacer ‘El Conjuro 2’”, agregó quien el año pasado estrenó la séptima entrega de “Rápido y Furioso”.
Con un presupuesto de 190 millones de dólares, ésta lo acercó a las grandes cifras de Hollywood, pero definitivamente será “Aquaman” (2018) -proyecto en el que ya trabaja-, la que le dé un nuevo parámetro que respalde su creatividad: “Creo que he sido muy afortunado de poder abarcar toda la gama de películas, he hecho de independientes hasta ‘Rápido y Furioso 7’ y lo que venga después. Para mí básicamente es lo mismo, no me importa si el presupuesto es de 200 millones o de un millón de dólares, como cuando hice ‘Saw’ o ‘Insidious’. Mi enfoque hacia la cinematografía es el mismo, se trata de ser creativo. Se puede tener una situación y las mejores herramientas del mundo disponibles, pero al final del día lo más importante va a ser la historia y los personajes; crearlos en una situación grande o pequeña, y que a la gente les interese”, concluyó quien piensa que el género de terror ha sido generoso con él, pero que su crecimiento como cineasta va más allá, por lo que está dispuesto a seguir retándose con otros géneros.