La elección del 5 de junio, como todo suceso social, no solo ofrece resultados electorales, sino además, muestra comportamientos sociales, nos da enseñanzas que debemos de interpretar y aprender de ellas. ¿Qué nos enseñó esta elección? Primero, que hay un antipriismo en todo el país. Un amplio sector de ciudadanos que no quieren que el PRI esté en el poder o regrese a él. Estos ciudadanos, los pocos que aún se manifiestan, votan por cualquier partido que vean tiene posibilidades de vencer al PRI, es el llamado voto útil, pero la mayoría de los ciudadanos antipri son abstencionistas.
Segundo, que el voto duro del PRI ha decrecido. Del 31% de antes de las elecciones del 2015, al 28% en las elecciones del 2015, hasta alrededor de un 21% en esta elección. ¿Por qué es eso? En las encuestas he encontrado que hay un priismo insatisfecho, abandonado, decepcionado. Sigue siendo priista, para ahora requiere ser convencido. Ya no basta que le toquen a su puerta, ahora requiere razones serias y objetivas para seguir votando por este partido. Una de las causas de este comportamiento es la falta de eficacia de este gobierno, los escándalos de corrupción de la Casa Blanca, el grupo Higa y todos los demás que se han dado en el sexenio de Peña. Pero además, el PRI se ha convertido en un instrumento dócil del Presidente y su grupo. Ha dejado de tener voz propia. No propone nada en defensa de los intereses populares, se dice socialdemócrata, pero en los hechos es un partido de derecha. Cierto, nació en el poder y para mantener el poder, pero ese poder era revolucionario, popular, democrático, no como el de hoy, que ha entregado las riquezas de México a amigos y especuladores internacionales.
Tercero, el PAN, aunque gana 7 gubernaturas, no es porque haya hecho algo para ganarlas, solamente es el que le podía ganar al PRI y por eso votaron por él, pero esos estados no son panistas, cuando menos la mayoría. Claro ahora gobernará estos estados ricos, con acceso a presupuestos importantes, los cuales le servirán para alentar su camino a alcanzar la presidencia del país en 2018. Ya es el PAN un serio contendiente para ganarla, ¿con quién? Eso está por verse, porque para mí, ninguno tiene la personalidad para conducir una nueva ruta de progreso al país, todos son muy pequeños en cuanto a visión de estado, si es que la tienen.
Cuarto, esta elección mostró el crecimiento de MORENA y la popularidad de López Obrador. Éste es hoy por hoy el político mexicano más sólido y consistente y será, seguro, el contendiente a vencer en 2018.
Quinto, el PRD, como lo pronostiqué, se desfondó. Inmerso en negocios y reyertas personales y de grupo, fue desbancado como el partido de la izquierda Mexicana. Ese sitio hoy lo ocupa MORENA.
Sexto, esta elección también acabó con mitos, que Manlio era el gran operador electoral, el más eficaz. La elección demostró lo contrario. Él y su comité fueron incapaces de leer lo que la sociedad les estaba gritando. Dice Manlio que el priismo acepta el mensaje de la elección. Se equivoca, el mensaje es para las élites, para los supuestos capitanes del barco, que no están en consonancia con la sociedad. El priismo es un hecho social real, hombres y mujeres que sueñan, luchan y trabajan todos los días por un México mejor. No son los de la corrupción, los de los grandes negocios e inmensas fortunas. No, Manlio, el mensaje no es para ellos.
Séptimo, la abstención sigue siendo el gran partido de México. Todos los partidos se disputan el 35% de los electores. El 65 % restante sigue a la espera de que aparezca alguien con credibilidad, que le hable su lenguaje y los convenza. ¿Aparecerá? Eso estará por verse.
Amador Rodríguez Lozano, potosino radicado en Baja California. Fue Senador, Diputado Federal y Ministro de Justicia del Estado de Chiapas.