Política Breve y de Emergencia
Baja California es la entidad de la república con el índice de participación electoral más bajo. Es tan alarmantemente bajo que en las elecciones federales del 2015 ni siquiera alcanza a ser una tercera parte de la población registrada para votar. Bueno es tan extraordinariamente bajo que está 17 puntos porcentuales por debajo de la media nacional que es de 47%; y como este fenómeno no es por nada nuevo, ¿por qué nadie hace nada al respecto si la participación es fundamental para las determinaciones políticas en México?
Poco a poco debido al índice de crecimiento de la población bajacaliforniana el padrón de BC ha dejado de ser uno de tamaño chico para poder ser ya considerado políticamente como uno de tamaño medio alto. Si tomamos el referente del estado de México que tiene un total de 10.5 millones de electores, seguido de la Ciudad de México con 6.8 millones o Veracruz y Jalisco con 5.4 y 5.1 millones de electores, respectivamente, nuestros casi 2.4 millones de electores bien podrían tener un significado importante, pero, acá solo votan 29.54% de los empadronados.
Se quiera o no, la vida democrática nacional pasa por equilibrar la precaria condición económica del país y hacer que de alguna manera ordenada se derrame la “riqueza nacional” y llegue a todos los ciudadanos de manera justa, solo que para algunas entidades la justicia como que les queda más cerquita y la derrama los cubre de mejor manera. Si la toma de decisiones la realizan los políticos, el factor de elección de autoridades políticas, seguramente que participa en el juego de los equilibrios y autoridades electas con alrededor del 10% de sus representados pudieran llevar problemas de legitimidad en el origen.
La apatía puede ser como una epidemia en una comunidad si se posiciona la idea de que algo no sirve o no tiene sentido emplear tiempo en ello, acudir a votar no está en las prioridades del 70% de la población y muchos ya no saben ni por qué, a pesar de tener la capacidad de hacerlo con credencial del IFE ahora INE en mano, votar no es una opción.
Si bien es cierto en esencia el camino de la formación ciudadana para lograr una mayor responsabilidad no se ha impulsado efectivamente, porque a la nueva generación de electores (que además son los que más se abstienen de votar), no se les ha convencido de la oportunidad fundamental de transformar su sociedad al ejercer su derecho a elegir, tampoco se les ha demostrado el valor práctico del voto, para ellos no tiene sentido votar porque no sirve de nada.
Desde luego se podría responsabilizar a los partidos políticos, su convocatoria y acción política no logran involucrar a números más importantes de electores, sus propuestas y candidatos no son del agrado de la ciudadanía como para salir unas cuantas horas de un día domingo a elegir a uno de entre las propuestas. Sí se podría hacer responsable a los partidos, solo que a ellos es precisamente a quienes más beneficia la abstención, porque con tan solo la participación de su “voto duro” se puede lograr el triunfo en una elección.
El abstencionismo es un círculo perverso alimentado pasiva y activamente por el propio sistema político; la falta de legitimidad de las autoridades en las urnas la pagan en su incapacidad para lograr resultados en la acción de gobierno, la falta de apoyo gubernamental a las necesidades y acciones de la comunidad es consecuencia de la debilidad del liderazgo de las autoridades. Es como el no hacer nada pero esperarlo todo.
Y antes de caer en la también perversa lucha entre los políticos y los ciudadanos puros, apuntar que si todos somos ciudadanos y todos perseguimos los mismos fines de desarrollo y bienestar para presentes y futuras generaciones, ¿por qué no hacer un llamado realmente amplio a votar y empezar a cambiar las cosas?
Que la historia lo registre.- El día de la jornada electoral los partidos políticos trabajan en “convocar a la gente a votar”, una movilización real y efectiva es de alrededor de 6 puntos porcentuales de la elección. En BC un punto de la elección son 6,976 electores (cifras de 2015).
Botón rojo.- ¿Sería ilegal que en todos lados se dieran premios por ir a votar? Como que los patrones le dieran un bono a quien llegue el lunes con su pulgar con tinta indeleble.
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. Correo: smriubi@yahoo.com