En la balacera del viernes 13 en
La Paz hubo tres tiroteos entre
sicarios del Cártel de Sinaloa y
agentes de la Policía Estatal
Preventiva, después del atentado
contra el comandante Luis
Alejandro Osorio Álvarez y la
muerte de un civil
Investigaciones ZETA
La Paz, Baja California Sur.- Cuando un comando armado trató de asesinar al comandante general de la Policía Estatal Preventiva, Luis Alejandro Osorio Álvarez, a las 10:58 am del 13 de mayo, fue atacado desde dos flancos: en el cruce de las calles Himno Nacional y Unión en la populosa colonia Diana Laura, al sur de la ciudad capital.
Por el lado del piloto, los tripulantes de un automóvil Volkswagen Jetta blanco, y por el lado del copiloto, los de un vehículo Nissan Tiida color gris.
Según testigos presenciales, los sicarios ya lo estaban esperando. El primer vehículo, con dos personas a bordo, estaba estacionado sobre la calle Unión, y el segundo, con tres hombres más, sobre la calle Justicia.
La segunda unidad, Nissan Tiida gris, se encontraba estacionada a un costado de un puesto de tortas y café sobre la calle Justicia, con la parte trasera hacia el frente del gimnasio Monster; el piloto y copiloto observaban la entrada del negocio a través del vidrio retrovisor.
Cuando el jefe policiaco salió acompañado del agente del Grupo Especial Operativo de la Policía Estatal Preventiva, Juan Carlos Casanova Posada, y subió a su camioneta Dodge Ram color blanco, uno de los matones levantó un teléfono celular e hizo una llamada, y el automóvil comenzó a rodar sobre la calle Justicia para después doblar sobre Avenida Educación Laica; enseguida viró hacia el lado izquierdo sobre la calle Unión y aceleró rápidamente hasta llegar al cruce con Himno Nacional.
Paralelamente, de manera sincronizada, los tripulantes del vehículo blanco Jetta sólo avanzaron escasos cinco metros, pues estaban estacionados casi en la esquina de la calle Himno Nacional.
Cuando los dos vehículos atacantes tuvieron casi de frente al jefe policiaco y su acompañante, de acuerdo a testigos, comenzaron a disparar en contra de la camioneta pick-up, con rifles de asalto AK-47.
El copiloto del Jetta bajó del automóvil, y caminando disparaba en contra de los oficiales, quienes se agacharon rápidamente.
En un video obtenido por ZETA, grabado a una cuadra de distancia por un video aficionado en el momento de la agresión, y según un especialista en armas consultado por este Semanario, el choque entre sicarios y policías puede describirse de la siguiente manera:
En el video, que dura un minuto y 21 segundos, se escucha el final de la primera descarga de ráfaga de los dos rifles de asalto de los asesinos, gritos de mujeres y un solo disparo de una pistola de los policías.
Asimismo, se observa a gente correr, y a una pareja esconderse detrás de una camioneta con un niño en los brazos.
Enseguida, viene un silencio de 12 segundos, y por segunda ocasión, tres disparos de arma larga de los pistoleros. Nuevamente un silencio, ahora de 10 segundos, y en una cuarta ocasión, ocho disparos de arma larga de los sicarios, luego dos disparos de pistola de los policías.
Después se escuchan gritos inaudibles, y viene un disparo de arma larga, y tres segundos después, un quinto intercambio de tiros: ocho disparos de arma larga de los matones por tres disparos de arma corta de los policías, volviendo los gritos de mujeres asustadas.
Posteriormente, se escucha una ráfaga de los rifles de asalto de los sicarios, y enseguida, los agresores del automóvil Nissan Tiida huyen, baja el copiloto de la patrulla, abriendo la puerta, y posteriormente, el Jetta emprende la huida.
El video aficionado que graba lo confirma: “¡Se les pelaron ya!”.
En la refriega -y según las primeras investigaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado- el comandante Luis Alejandro Osorio Álvarez y el agente Juan Carlos Casanova Posada, se habrían agachado para sacar sus pistolas de las cangureras que traían en la cintura.
Como pudieron, comenzaron a disparar en contra de los agresores, haciendo blanco en dos de los pistoleros del Jetta.
Herido, el agresor que estaba parado afuera retrocedió y subió rápidamente al carro, y sincronizando su huida, el auto blanco giró hacia el lado izquierdo, y el gris, hacia el derecho, y huyeron del lugar rápidamente en la misma dirección, uno detrás del otro sobre la calle Unión.
En tanto, Osorio y Casanova solicitaron auxilio a todas las unidades, en virtud de que habían sido atacados a tiros por un comando armado.
Por la frecuencia del radio, el comandante y el agente de la Policía Estatal Preventiva dijeron estar heridos y reportaron las características de los automóviles de los agresores, principalmente el del Jetta.
En ese momento pasaba una patrulla de la PEP y otra más de la Policía Ministerial del Estado. La patrulla de la Estatal Preventiva levantó a los heridos y los trasladó a la clínica del ISSSTE. En tanto, la unidad de la Policía Ministerial del Estado comenzó la persecución.
Sin embargo, en el cruce de la calle Unión y Derecho a Huelga, una camioneta Jeep Grand Cherokee de color negro cerró el paso a la patrulla de la Policía Ministerial del Estado.
Los tripulantes, específicamente cuatro, armados con rifles de asalto AK-47, les gritaron: “¡Ábranse o van a valer verga!”.
Con los rifles apuntándoles y sin chalecos antibalas, cascos de balística, una sola pistola 9 milímetros y un solo cargador de 13 tiros, los agentes se echaron de reversa. Cuando emprendían el retiro escucharon otro grito más: “¡Puro Dámaso, culeros!”.
En tanto eso pasaba, en otro punto, los tripulantes de los dos vehículos agresores, después de terminar de recorrer la calle Unión y doblar por Oro -según su ruta de escape- alcanzaron a llegar a la Carretera Transpeninsular.
En el inter de la calle Unión y Carretera Transpeninsular, el auto Tiida se detuvo a la altura de la colonia Terranova, donde dos sicarios bajaron corriendo y se internaron en el monte.
Mientras, el automóvil retomó el camino hasta llegar y estacionarse en uno de los cajones de la tienda de convivencia Oxxo. El conductor bajó corriendo, con chaleco antibala todavía puesto y un rifle de asalto, cruzó la calle y llegó al semáforo del cruce de la Carretera Transpeninsular y Oro, a la entrada de la colonia El Progreso.
El matón apuntó a la conductora de un automóvil Nissan Tsuru rojo, propiedad de la compañía Netglobal, la bajó violentamente y huyó en el vehículo con dirección al centro de la ciudad, doblando por el Libramiento Daniel Roldán Zimbrón para después dejar abandonada la unidad en la plaza comercial Paseos La Paz.
En tanto, los tripulantes del automóvil Jetta doblaron hacia el lado derecho por la Carretera Transpeninsular, y cuando se sintieron rodeados, dieron vuelta nuevamente a la derecha por un callejón sin salida que conduce a la zona de tolerancia, donde se encuentran los bares Mi Ranchito y Valle Verde, pero chocaron con la barda de la gasera de Caligas.
LA PERSECUCIÓN
Después del choque y según testigos presenciales, la única persona que bajó de la unidad fue el conductor.
El copiloto yacía muerto en el asiento, y el piloto, no tuvo más remedio que huir por el monte, dejando abandonados dos rifles de asalto AK-47 dentro del vehículo.
Para su suerte, el sitio al cual ingresó era la zona de baños y una pequeña bodega de Caligas, la cual está completamente bardeada con un cerco de malla ciclónica, por lo que quedó atrapado.
Previamente y de acuerdo a trabajadores de la propia gasera entrevistados por ZETA, escucharon disparos de arma de fuego, por lo que todos corrieron.
La mayoría lo hizo hacia dentro de la oficina de la empresa, y dos, ingresaron hacia la bodega de la parte trasera del establecimiento.
En medio de la incertidumbre por lo que sucedía, observaron un automóvil color blanco venir a gran velocidad, estrellándose contra una barda, luego salió el chofer corriendo y se metió a la bodega, al tiempo que agentes de la PEP lo seguían y le disparaban.
Entre ellos mismos -según uno de los agentes que participó en el operativo- confirmaban: “¡Es uno!, ¡es uno!”.
Los policías se colocaron detrás de la barda perimetral de la gasera Caligas, y sin respetar el protocolo nacional de actuación del primer respondiente, tal y como lo establece el Nuevo Sistema de Justicia Penal, comenzaron a disparar en contra del sicario.
El objetivo -según el agente consultado por este Semanario– “era abatirlo”, en venganza por el ataque armado en contra del comandante general de la Policía Estatal Preventiva, Luis Alejandro Osorio Álvarez.
Lo que ocurrió después de que el sicario ingresó al terreno del área de bodegas de Caligas, fue video-grabado por policías, testigos y curiosos.
LA BALACERA
Los videos fueron analizados por este Semanario y un experto en armas, un militar del Ejército Mexicano y un efectivo de la Secretaría de la Marina.
En el primer video -cuando comienza la balacera- se observan dos patrullas de la Policía Estatal Preventiva estacionadas justo a un costado del automóvil Jetta blanco, sobre el camino de terracería, y en la grabación, se cruza una tercera unidad que se para sobre la Carretera Transpeninsular.
Asimismo, se escuchan detonaciones, mientras un policía platica con un elemento arriba de la patrulla, y se ve la llegada de más agentes de la Policía Estatal Preventiva.
Los agentes atrás de la barda, sin chalecos antibalas ni cascos de balística, completamente desorganizados y sin un protocolo, corren despavoridos de un lado a otro.
En la grabación, algunos de los oficiales van y paran el trafico y comienzan a evacuar las unidades automotrices que estaban circulando sobre la Carretera Transpeninsular, bajando a choferes y acompañantes, y sacándolos del área. Incluso, algunos carros quedan con las puertas abiertas, cuyos dueños son llevados hacia el patio del Hotel Dorado o al interior de la tienda Ley Express.
Las detonaciones de pistola y rifles de asalto siguen, entonces se observa la llegada de la primera patrulla de la Policía Municipal de La Paz, la cual queda estacionada y con la puerta del chofer completamente abierta.
Los policías municipales no entran a la zona frontal del terreno, sino que corren y se acomodan en posición de combate en la parte lateral y trasera del terreno, con armas largas.
El segundo video, clave e importante, fue grabado atrás de la bodega, donde el testigo presencial que graba exclama “¡Ya los atoraron!”.
En la videograbación se ve a tres agentes de la PEP. Uno agachado fuera de la propiedad, otro parado atrás de un camper de color anaranjado, y otro más completamente descubierto, dentro de la finca.
El agente de afuera únicamente resguarda el perímetro, y los dos de adentro, parados y sin protegerse de nada, disparan una pistola y un rifle de asalto.
De repente, el oficial de la PEP que está parado de frente, da la espalda y comienza a caminar hacia afuera.
El curioso que graba el video, el cual platica con otra persona, todavía pregunta: “¿Se le acabó?” (refiriéndose al parque o las balas), y se observa cómo el agente camina siete pasos hacia adelante, dando la espalda al sicario. Entonces, la grabación gira hacia otro lado y regresa, cuando comienzan de nuevo las detonaciones.
Un poco más lejos, el policía aparece disparando con las piernas semi-flexionadas con una pistola, y detrás del camper anaranjado, sale otro agente disparando su rifle R-15.
Mientras los dos policías, completamente de frente y desprotegidos, disparaban, aparecen corriendo en la escena dos agentes más, quienes se paran justamente a un costado del camper, sin ocultarse o protegerse, como sabiendo que el agresor estaba desarmado.
Entonces, por un costado llega otro elemento con un rifle de asalto. Repentinamente, arriban más agentes y se meten al terreno. El testigo que graba, quien aparentemente conversa vía telefónica con su esposa, le dice: “¡Los policías están disparando en contra de una casita!”, e incluso exclama: “¡Ya lo quieren mover! ¡Lo van a matar!”.
La nube de policías se apodera del terreno. Unos corren de frente, otros se desplazan por el lado derecho, y otros más por el izquierdo, y se escucha un grito: “¡Andamos varios de civil, pareja!”, seguido de otros gritos, en tanto el testigo confirma: “¡Se entregó uno, ¿no?”.
Como sabiendo que era una sola persona, los testigos exclaman en la grabación: “¡Ya lo agarraron a la verga!”, otro más comenta: “Hicieron una cagazón, pero sí lo agarraron”, y un tercero vocifera: “¡Lo van a quebrar!”.
Cuando los agentes aparentemente habían controlado la situación y detenían a una persona, en la grabación se escuchan seis o siete detonaciones más, y una de las personas que está con el testigo que graba, clama: “¡Ya mataron a la verga adentro!, ¿oíste? Se metieron adentro y lo mataron”, y enseguida, se escucha una detonación más, la cual vuelve a generar comentarios: “Eso es adentro de la casa”, y otras dos nuevas detonaciones se escuchan, y un grito de un policía que ordena “¡Mátalos!”. Un testigo cuestiona “¿Escuchaste?”, y otro responde: “¡Mátalos! ¡Mátalos! ¡Mátalos!”.
Contrariados, los testigos hablan: “¡Siguen tirando!” y “¡Están adentro del cantón y los están rafagueando a la verga!”, enseguida se escuchan tres detonaciones más, lo que genera el comentario de otro testigo: “¿Por qué están tirando, güey?”.
En el final de la grabación se escucha un nuevo disparo, y gritos de policías: “¡Fuera! ¡Sácalo! ¡Mátalo a la verga! ¡Mátalo!”.
Cuando el detenido es sacado y casi estando a punto de subirlo a una patrulla estacionada sobre la Carretera Transpeninsular, el video aficionado todavía confirma, “Ahí va, ¡‘íralo!”, nuevamente se vuelven a escuchar descargas de rifles de asalto dentro de una habitación, y los testigos presenciales especulan: “A lo mejor uno se entregó y otro no”, “Eran como tres o cuatro y entraron corriendo a madre”.
Un tercer y último video, grabado de frente a la bodega de la gasera automotriz, capta el momento cuando la nube de policías entra a la finca apuntando hacia la bodega, y se ve cómo un agente, sobre una plancha de concreto, apunta a una persona de sexo masculino, tirado sobre el piso y entre varios lo agarran y lo levantan.
Estando presentes el comisario de la Policía Estatal Preventiva, Francisco Javier Moreno Montaño, su chofer y secretario, Luis Manuel Arellano Colomo y el comandante de la Policía Ministerial del Estado, Faustino Guerra, el detenido es pateado en la cara y cabeza por agentes ministeriales y estatales.
Las detonaciones de armas de fuego no cesan, a pesar de estar presente el comisario de la PEP, quien según la grabación, al llegar carga algo en las manos, se le cae y se agacha a recogerlo, y después de subir a la plancha de concreto, lo entrega a Arellano Colomo.
Tras seguir escuchando detonaciones de arma de fuego, el mando policiaco no hace absolutamente nada, sólo inclina la cabeza hacia el lado izquierdo y trata de asomarse, para ver qué estaba sucediendo dentro de la bodega.
Con la pistola todavía fajada en la cintura, Montaño camina hacia el detenido, quien permanece boca arriba, completamente ensangrentado y esposado de las manos; después se ve cuando gira y queda boca abajo.
EL HALLAZGO
Luego de concluida la balacera, peritos de la Dirección de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) encontraron dentro de la bodega a un civil muerto, quien respondía al nombre de Víctor Manuel Morales Zúñiga, de 31 años y originario de Mazatlán, Sinaloa.
Afuera de la bodega, a un costado de la plancha de concreto, pero dentro de la finca, la Policía Estatal Preventiva detuvo al compañero del occiso quien junto a éste, calibraba las bombas de Caligas cuando sobrevino la balacera, por lo que corrieron a esconderse y se metieron a las bodegas de la compañía.
En el operativo también fue detenido el sicario Carlos Ramón Torres Sáinz “El Moncho”, de 36 años, originario de Culiacán, Sinaloa, quien recibió siete impactos de bala: tres en el tórax, uno en el mentón, uno en la cadera izquierda, uno en la rodilla izquierda y uno en el tobillo izquierdo.
A escasos metros de la bodega, pero dentro del vehículo, el cual chocó con la barda de Caligas, quedó el cuerpo sin vida del sicario Manuel Morones Arreola “El Gato”, originario de La Cruz, Sinaloa, y que de acuerdo con las primeras investigaciones oficiales, pertenecía al brazo armado de Arturo Félix “El Bravo”, del Cártel de Sinaloa.
En la primera escena del crimen, es decir, en las calles Himno Nacional y Unión en la colonia Diana Laura, peritos de la PGJE, encontraron lo siguiente:
* 35 cartuchos percutidos calibre 7.62 x 39 milímetros de rifle AK-47.
* Dos cartuchos calibre 7.62 x 51 milímetros de rifle AK-47.
* 20 cartuchos 9 milímetros.
En la segunda escena del crimen, por la estación de gas automotriz y todavía parte de la colonia Diana Laura, se hallaron:
* 800 cartuchos percutidos calibre .223
* 60 cartuchos Luger percutidos calibre 9 milímetros.
De acuerdo con peritos consultados por ZETA en esa escena del crimen no fueron encontrados cartuchos percutidos calibre 7.62 x 39 milímetros o 7.62 x 51, inclusive ninguno de calibre 40 o 3.80 milímetros.
Asimismo, peritos de la PGJE encontraron en un barda aledaña a la colonia Terranova, un chaleco táctico antibala de la marca Blackhawk, con un valor aproximado a mil 300 dólares en el mercado negro.
Las anteriores evidencias significan que “no hubo fuego cruzado entre sicarios y policías en el caso específico de la balacera de la gasera de Caligas”, inclusive en una inspección en la zona no fueron encontrados disparos visibles en la pared trasera de la compañía, lo que revela que los disparos únicamente provinieron de agentes de la PEP.
Las propias videograbaciones exponen a policías disparando abiertamente sin ocultarse o resguardarse.
LA VERSIÓN OFICIAL
Sobres estos hechos, el secretario general de Gobierno de Baja California Sur, Álvaro de la Peña Angulo, hizo una narrativa cronológicamente de cómo se habrían dado los hechos.
Durante una conferencia de prensa, el funcionario únicamente habló de un automóvil Jetta blanco desde el cual se había atacado a los agentes de la Policía Estatal Preventiva, cuando circulaban sobre la calle Himno Nacional y Avenida Unión en la colonia Diana Laura.
De la Peña no dio explicaciones, limitándose a decir que “los agentes Luis Alejandro Osorio Álvarez y Juan Carlos Casanova Posada, alcanzaron a repeler el ataque, y dando aviso vía radio y alertando a todas las corporaciones policiacas de los tres niveles de gobierno.
“En el vehículo Jetta de color blanco que desde su interior disparaban contra la Policía, se registró un segundo enfrentamiento que a consecuencia de los hechos, un elemento de la Policía Municipal de La Paz que está comisionado en el Mando Único de la Policía Estatal Preventiva, de nombre José Carlos Reynosa Sánchez, fue herido en un brazo, y en este momento se encuentra fuera de peligro”, informó.
Acompañado del procurador general de Justicia del Estado, Palemón Villeda Alamilla; del comisario de la Policía Estatal Preventiva, Francisco Javier Moreno Montaño; y del subprocurador de Investigaciones Especiales, Ulises Contreras, el titular de la Secretaría General de Gobierno indicó que cuando “el sicario corre, se despoja de un chaleco táctico en el que llevaba varios cargadores de armas largas”, entonces, “los elementos al percatarse y acercarse al vehículo Jetta, advirtieron que al interior yacía el cuerpo sin vida del copiloto”, donde se encontraron dos fusiles de asalto AK-47, conocidos comúnmente como ‘cuernos de chivo’, y un arma calibre 9 milímetros.
El servidor público comentó que “el sicario saltó la barda perimetral y se refugió en las instalaciones traseras de dicha propiedad de la empresa (Caligas)”, y en ese momento “se registra un nuevo tiroteo en el cual se logra someter al agresor que resultó herido gravemente, estando hoy hospitalizado, pero estable”.
El secretario general de Gobierno de Baja California Sur lamentó la muerte del civil Víctor Manuel Morales Zúñiga, empleado externo de la compañía gasera, el cual “estaba refugiado junto con otro compañero trabajador, en el mismo cuarto en el que el piloto del Jetta blanco se escondió a pertrecharse”.
En la conferencia, el procurador general de Justicia del Estado, Palemón Villeda Alamilla, dio a conocer que la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delitos de Alto Impacto abrió una carpeta de investigación ministerial, policial y pericial, para obtener un resultado final.
Agregó que las armas aseguradas, dentro de los vehículos, fueron las siguientes:
* Un fusil de asalto calibre 7.62 x 39 milímetros, abastecido con cartuchos útiles.
* Un arma de fuego corta calibre 9 milímetros.
Asimismo, en el área de terreno de la gasera automotriz y en la zona contigua del terreno, donde estuvo pertrechado el sicario, presuntamente encontraron una pistola calibre 3.80 y un arma de fuego calibre 40 milímetros.
El procurador informó que, según el Sistema Integrado de Huella Balística, las armas incautadas están relacionadas con los siguientes crímenes:
* Un fusil de asalto calibre 7.62 x 39 está vinculado al ataque armado registrado el 5 de abril de 2016 en un homicidio en el poblado de Chametla, donde fallecieron Jesús Arturo Higuera Camargo y Lucina Ávila González, y resultaron heridos Angelina Camargo Navarrete y Rosa María Duarte Villalobos, esta última, madre de la principal célula del Cártel de los Arellano Félix en el Estado, Julio Cordero Duarte “El Julión”.
* La pistola calibre 9 milímetros se utilizó en un crimen sucedido el 9 de septiembre de 2015 en San José del Cabo.
* La pistola calibre 40 tiene relación en el crimen del narcomenudista Rodolfo Viosca Álvarez “El Rorro”, ocurrido el 25 de enero de 2015, y otro perpetrado el 17 de agosto del mismo año en el Libramiento Oceguera en La Paz, cuya persona está en calidad de desconocida.
El titular de la PGJE destacó que actualmente elaboran un estudio, analizan los cartuchos percutidos de las armas y practican dictámenes en materia forense, genética, dactiloscopia, balística, dactilares y huellas en los vehículos bajo investigación.
Anunció que desde el 15 de mayo solicitaron orden de aprehensión en contra del único sicario detenido, el cual “se pertrechó y generó todos los hechos registrados en la gasera”, la cual una vez que sea dado de alta del hospital, será ingresado al Centro de Readaptación Social (CERESO) de La Paz.
Después del trágico suceso, amigos y familiares de la víctima enviaron una carta al gobernador de Baja California Sur, Carlos Mendoza Davis:
“El pasado fin de semana en la ciudad y puerto de La Paz fue asesinado el joven ingeniero Víctor Manuel Morales Zúñiga, originario de la ciudad y puerto de Mazatlán, y se había desplazado a La Paz, con el propósito laboral (…) Hay evidencias y testimonios de que directamente intervinieron agentes de la policía, quienes a mansalva y sin que mediara agresión, asesinaron sin piedad a Víctor (…) Los amigos de la familia Morales Zúñiga estamos consternados, es un hecho que nos llena de tristeza y profundo dolor (…) A ese muchacho lo vimos crecer al lado de nuestros hijos y fue desde siempre una buena persona (…) Su muerte en La Paz, en el estado que usted gobierna, es una mancha que no podrá borrar a menos que Usted, y los órganos de justicia de aquella entidad, se aboquen al esclarecimiento de los hechos y de un castigo ejemplar a los culpables (…) Nada nos reintegra a Víctor, pero Usted puede ayudarnos a mantener la cordura y fe en la justicia, si la ejerce de manera vertical (…) Señor Carlos Mendoza Davis, usted tiene la palabra…”.
LA INVESTIGACIÓN
Durante la conferencia del secretario de Gobierno de Baja California Sur, Álvaro de la Peña Angulo, dijo que “el video es muy confuso”, y una vez analizada la prueba visual, determinaron que el individuo que fue pateado en la cara por policías ministeriales y estatales, no es el que falleció, sino “otra persona, en ese momento no se sabía que era un trabajador (de (Caligas) y era un testigo que estaba ahí atrincherado, protegiéndose de que no fueran a darle y sobrevivió”.
El funcionario agregó que “la persona sometida por los policías” era el compañero del civil que falleció en la balacera, y él mismo testificó que no se movió nunca y salió ileso del evento armado.
Según De la Peña, investigarán para deslindar responsabilidades en contra de los responsables de la muerte del civil, aunque aclaró que “es un proceso lento”, por lo que es muy temprano para resolver una indagatoria de esa magnitud, sobre todo porque “no habíamos tenido ningún civil (muerto), tomamos con seriedad y profesionalismo esto para tener claridad y deslindar conforme a derecho”.
El secretario no dio detalles sobre los posibles móviles del ataque en contra del comandante general de la Policía Estatal Preventiva, Luis Alejandro Osorio Álvarez, sólo comentó que posiblemente era porque estaban atacando el narcomenudeo, y garantizó que no bajarán la guardia.
Sin embargo, un integrante del Grupo de Coordinación de Seguridad Pública del Estado, adelantó que el origen del ataque armado podría ser un evidente rompimiento entre mandos de la Policía Estatal Preventiva y células criminales del Cártel de Sinaloa, particularmente con “Los Dámaso”, después de tener vínculos criminales, a raíz de la ejecución del ex jefe de la plaza del narcomenudeo en La Paz, Luis Antonio Montoya Beltrán “El Artista” o “Don Carlos”, registrado la mañana del 5 de mayo en la colonia Arboledas en La Paz.
Casualmente, el día del crimen de “El Artista”, agentes de la PEP batieron las colonias Diana Laura, Agua Escondida y Misiones en la zona sur de la ciudad de La Paz, buscando a los presuntos responsables del asesinato.
En virtud de que la mayoría no dio respuesta -de acuerdo al integrante del grupo-, “varios fueron envoletados”, es decir, cargados de drogas y armas y consignados como una medida de presión al grupo criminal de “Los Dámaso”.
La primera a escasas cuadras del punto del primer ataque armado en contra del comandante, es decir, en la calle Bandera Nacional y Oro en la colonia Diana Laura, donde fueron detenidos dos narcomenudistas en presunta posesión de mil dosis de cristal y marihuana, así como un arma de fuego y 43 cartuchos útiles.
Según datos recabados por ZETA, los detenidos circulaban a bordo de un automóvil Cadillac DeVille Concours modelo 1997.
En el segundo operativo, dentro de un domicilio de las calles M. de la Purísima y M. de Comondú en la colonia Misiones, fueron capturados dos narcomenudistas, uno de 44 y otro de 63 años, originarios de Culiacán, Sinaloa, los cuales tenían en su poder mil 358 envoltorios de cristal y dos bolsitas de la misma droga a granel, así como una pistola Luger calibre 9 milímetros, abastecida con 18 cartuchos útiles.
El tercer y último, por parte del Grupo Especial Operativo, terminó en la colonia Agua Escondida, cuando se logró la captura de un narcomenudista de 26 años, quien supuestamente traía 46 envoltorios de marihuana y dos bolsas grandes con el mismo enervante en greña.
El sujeto fue detenido en Callejón 10, entre Calle 9 y Lateral Los Planes, donde también fue asegurado un vehículo Honda Accord negro, modelo 1996.
De acuerdo con el miembro del Grupo de Coordinación de Seguridad Pública, las detenciones de los vendedores de droga de “Los Dámaso”, terminaron por detonar el ataque en contra del comandante general de la Policía Estatal Preventiva, quien presuntamente cobraba los día martes 100 pesos como cuota de protección por parte de ese grupo criminal, a nombre del comisario Francisco Javier Moreno Montaño.