Consultoría Matrimonial y Familiar
En el noviazgo resulta inadmisible a la razón que unos jóvenes que se atraen, que se ilusionan, que se alborotan, que se enamoran o creen enamorarse, en el despertar de su vida se da la violencia, cuando es en que se debería disfrutar más de la vida, el despertar de las emociones, de las hormonas la mayoría de las veces, donde aún el más ecuánime titubea ante la mirada de la pareja, donde las manos se ponen sudorosas (bueno, de eso todavía me acuerdo), y todo es bello, ilusiones, sueños y donde nos parece ser un cuento de hadas y se empieza a ser cursi.
Muchas parejas de jovencitos logran tener una química muy atinada que llega a involucrar a las familias al querer presentar a la pareja de ese momento, a veces con el consabido comentario de algunos padres al decirles: esa muchacha no me gusta para ti, o ese muchacho no estudia, es un vago, mejor déjalo, y comentarios así por el estilo y es por eso cuando empiezan a rebelarse ante la opinión de los padres en lugar de que éstos, si no apoyan por lo menos no corten las ilusiones tempranas con comentarios muchas veces hirientes, desagradables o simplemente inoportunos, sin ponerse a pensar que ellos fueron jóvenes.
Dicen los psiquiatras, psicólogos y yo que las mayores desavenencias que se dan entre algunas parejas de novios son por los celos, principalmente del hombre hacia la mujer y que muchas veces éstos son enfermizos (celopatía) pero nadie entiende o quiere entender qué es eso. Leí por ahí en un periódico de que nueve de diez noviazgos pasan por situaciones de violencia principalmente por celos, porque andan con amigos que no son comunes, por estar ante el celular y no dejarlo ver, temor a perder a la pareja, inseguridad, etc.
Diría de que todo mundo ya sabe cuándo empieza a manifestarse la violencia entre los novios, pero la verdad no es cierto, muchas parejas ven normal que el novio se encele y le reclame, o que no le guste tal o cual cosa, pero como a esa edad no tienen criterios firmes, primero manifiestan su enojo con palabras altisonantes, con jaloneos o aventones o quizás hasta con golpes disfrazándolos de reacciones naturales y normales, y cuando la pareja, principalmente la mujer, piensa que esas reacciones son porque realmente la quiere y lo va dejando pasar y al correr el tiempo se va haciendo costumbre como parte de la propia relación.
Y cuando llegan a tomar la decisión de formalizar un compromiso, en algunas ocasiones la propia familia o los mejores amigos se dan cuenta de esas conductas violentas y se lo comentan, reaccionando éstas de que eso no es así, que son exabruptos ocasionales pero que una vez casados ya no habrá motivo para que reaccione así, que va a cambiar, pues están mal, porque si de novios y considerando que no tenía ningún derecho a violentarla y lo hacían, ya casados se creen con el derecho de propiedad donde pueden hacer lo que quieran con su mujer, principalmente violentándolas, sutil o hasta veladamente, es cuando piensa que se equivocó pero ya es tarde porque nunca va a cambiar alguien que de novio violentó/agredió en cualquier forma a la mujer.
Esto que anoto en el título de este artículo es un llamado de atención para aquellas que desean casarse, si esa ha sido la conducta del novio mejor retírense a tiempo. Créanme, un gran porcentaje de matrimonios la mujer sufre de violencia desde leve hasta extrema, claro que nunca lo van a aceptar y de hacerlo nunca lo va a manifestar ante nadie, por vergüenza de no haber hecho caso antes, por vergüenza ante la familia, por vergüenza ante las amistades y por vergüenza ante los hijos, si están a tiempo mejor ni casarse aunque se les apachurre el corazón. Y si han hablado de esa violencia con el novio y éste lo reconoce, vayan con un psiquiatra o psicólogo para que lo atiendan, están a tiempo de evitar sufrir para toda la vida.
Gracias como siempre por sus comentarios y consultas al e-mail: bautista46@hotmail.com
El Licenciado Roberto Bautista reside en Tijuana, B.C.
