El “Día del Niño” me encontraba sentado en mi oficina, un pequeño jardín, y el baúl de los recuerdos se abrió repentinamente y me hizo reflexionar sobre este día tan especial para todos.
No puede existir niño sin una madre, aunque algunos parezca que no la tienen por lo tremendos que son. Recordando los lejanos días de mi niñez hilvanamos la siguiente reflexión que deseo compartir con los lectores de la sección “Cartaz”, del prestigiado semanario ZETA, “Libre como el viento”.
Ser niño otra vez
Quién no quisiera volver a ser
niño otra vez, para que tu Madre
te abrazara y con un beso en tu
frente alejara de ti todos los temores
que aquejaban tu alma de niño.
Quisiera ser niño otra vez, para sentir
el calor de mi Madre que cada vez
que tenía frío me abrazaba con su
maternal calor.
Quisiera ser niño otra vez, para ver
la vida con ojos de niño y disfrutar
de la compañía de mis padres queridos
y todos mis hermanos.
Quisiera ser niño otra vez, para disfrutar
cada bello amanecer y preocuparme tan
solo de salir a la calle y compartir con
mis amigos los juegos y travesuras que
solíamos hacer.
Quisiera ser niño otra vez, para que con la
palabra mágica: Mama, aliviara mis pesares
y curara las heridas ocasionadas por alguna
diablura o travesura cometida por infantil
conducta.
Quisiera ser niño otra vez, para no saber
de la maldad del mundo y de algunos seres
que solo buscan perjudicar a sus semejantes.
Quisiera ser niño otra vez, para abrazar a
todos los seres humanos sin algún distingo.
Quisiera ser niño otra vez,
solo este día para poder tener
la dicha de decir: “Tengo frío, Mamá”
y sentir su maternal calor
tan solo una vez más.
Francisco Heredia Guzmán
Tijuana, B.C.