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miércoles, octubre 2, 2024
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Dríade mía

Insomnio, maldito y bendito insomnio.

La oscuridad y el calor me estaban aniquilando.

Prendí un par de velas y comencé a deambular por la alcoba.

Encendí un cigarrillo y me puse a pensar en el sentido de la existencia humana terrenal, en imaginarme incorpóreo y viajar abandonando el traje del alma perpetuamente en el interminable túnel del eterno retorno.

Destapé una cerveza artesanal tibia que yo mismo había procesado y la sorbí en 10 segundos.

Me recosté y tuve una ligera siesta.

Ligera pero profunda.

Luego comencé a pensar en ti.

En tus ojos y tu larga y hermosa cabellera.

Cerré los ojos e imaginé, sentí y disfruté cómo me ahogaban tus divinos senos en mi faz. Masoquismo puro, debilidad y ansiedad de sentir tu piel sobre toda mi entidad.

Después abrí los ojos y regresé a la horrible realidad de saber que no estabas ahí sobre mí.

Que no tenía esos ojos oscuros de princesa azteca mirándome mientras devoraba un par de tesoros venidos de otros tiempos, de tierras exóticas como todo tu ser.

 

Ivann Escoto Sainz

Tijuana, B. C. 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Francisco Navarro Fausto Francisco Navarro Fausto francisco 9 francisco@zeta.com
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