Los Donez
Los buenos mueren jóvenes y afortunadamente no envejecen. Esta expresión que ha servido para título de película, canción y algo más, podría ser aplicada plenamente a su vida. El próximo día 29 del presente mes de mayo del 2016 habría –de haber sobrevivido– cumplido 99 años el trigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Don John Fitzgerald Kennedy.
El primero y único católico electo hasta hoy, también el más joven votado para el cargo, amén de infinidad de extraordinarias virtudes que lo marcaron de forma excepcional, como un hombre de su tiempo y espacio cuando llegó a la humanidad; pensamientos, acciones, decisiones y valores que hoy prevalecen tan vigentes como cuando los situó en la base de su breve pero exitosa gestión.
Su existencia ha sido analizada a cabalidad y detalle en cada uno de sus aspectos y meteóricos ascensos, desde su formación académica donde dejó tres grandes joyas de literatura, la primera su tesis de graduación en Harvard, la que no deseaba se hiciese pública y al editarla en un libro se convirtió en un “Bestseller” titulado “Porqué se durmió Inglaterra”, que anticipó su inclusión en la guerra, y el segundo que obtuvo el premio Pulitzer “Perfiles de Coraje”, donde narra de forma biográfica ocho ejemplos de valor y principios personales, concluyendo con la tercera, “La nueva frontera”, que sería la base de su incomparable gestión presidencial, excepcional participación documental para un ser humano que simplemente deseaba ser un periodista.
Su vocación de marino que salvó vidas, su visión de político que transformó conciencias y su estatura de hombre de Estado que cambió al mundo, puede de forma muy somera compendiar el ideario de una de las grandes mentes del siglo XX que se entregó pleno y cabal en la misión más alta a la que se puede aspirar, la de guiar a tu propia nación y pueblo hacia un mejor destino, meta que alcanzó quizá, como el más eficaz en su posición.
Con la frase “Soy un berlinés” pronunciada en su discurso en el corazón de la Alemania emergente, demostró que en la Paz puede y debe de existir la reconciliación con el pasado, el presente y el futuro, hecho histórico celebrado en junio de 1963 a escasos meses de su desaparición, que marcó su liderazgo mundial.
Los derechos civiles, los de la igualdad, su combate frontal a las guerras –en plural–, su visión pacifista emanada del catolicismo, su compromiso con el espacio y la modernidad son un ejemplo para cualquiera que aspire a un mundo mejor y a un universo alcanzable.
Seguramente tendré que concluir esta entrega en algún otro onomástico del prohombre que fue en vida y sigue siendo en ausencia Don John F. Kennedy, su desempeño privado al parecer de ensueño o cuento de hadas, en la fatalidad que se envolvió, supo en su breve estadía, marcar a varias generaciones por sus maravillosos dones que aún nos siguen inspirando por su infinita dimensión.
Hasta siempre, buen fin.
Carlos Mora Álvarez, es orgullosamente tijuanense. Ha sido servidor público y dirigente empresarial. Actualmente es Presidente Ejecutivo del Consejo Estatal de Atención al Migrante. Comentarios y sugerencias: carlos.mora.alvarez@gmail.com