¿Qué pasaría si los vendedores ambulantes invaden el primer cuadro tijuanense el mismo día cuando tome posesión como alcalde el panista Carlos Montejo Favela? ¿Qué haría si no le dejaran ni un camión en condiciones para recoger la basura?
Este supuesto par de conflictos serían difíciles pruebas para el señor Montejo en lo personal, pero también oportunidad para que los tijuanenses podamos calibrar su carácter.
Calificado como “un alma de Dios” por los priistas y aún entre los propio panistas cual “incapaz de matar una mosca”, Montejo Favela no llega a la presidencia municipal con mejores expectativas que todos sus antecesores.
Jamás navegante en el mar de la política y por ello nunca militante partidista, Montejo Favela es el primer hombre que llega a la Presidencia Municipal sin haber buscado la candidatura. Todos los anteriores alcaldes, sin excepción, anduvieron en procesiones por los despachos de gobernadores, líderes priistas, senadores y hasta presidentes de la República.
Algunos de ellos y hay constancia, hubieron de gastar muchos dólares para alcanzar la presidencia municipal de Tijuana. Lo mismo desembolsos en viajes constantes a la ciudad de México que regalos para los políticos o “atenciones especiales para los delegados nacionales.
Por eso y acorde con el calificativo de que Montejo es un alma de Dios, cabría entonces decir que la Presidencia Municipal le cayó del cielo.
Banquero de profesión durante casi toda su vida, católico en la extensión de la palabra, pero no de palabra sino de hecho. Hombre tranquilo, reposado y serio, no se le escuchan bromas, menos aún palabras fuertes.
Producto indudable de su paso por el seminario, de su tránsito en la seriedad de los bancos y de la cercanía a las obras caritativas bajo el signo del catolicismo, diríase con justeza que le falta un mínimo grado para convertirse en cura.
Su lenguaje abunda en lo decente y en sus expresiones no hay asomo de “meter aguja para sacar hebra”. El clásico doble sentido político está ausente en sus palabras. Tampoco acude al reproche ni tradicional hablar con mensajes.
Los políticos le califican como falto de carácter y hasta entre los propios panistas hay temores “de que no pueda con el paquete”.
A quienes priistas derrotó, lo tildan de incapaz para el puesto y hasta recurren a la ofensa. De él dicen que está bueno para vivir atrás de un escritorio, como siempre en el banco estuvo.
Y quienes no lo insultan simplemente dicen que “no va a dar el ancho” o que “…se lo van a comer vivo los políticos”.
Aunque no hay quien dude de su honradez. Hubo durante la campaña referencias a la participación que tuvo en algún lío de aquellos famosos “dólares controlados”, pero el señor Montejo no eludió el punto y clarificó su situación abundando en que, legalmente, quedó exento de culpabilidad.
Algunos políticos y otros tantos periodistas le han llamado inexperto por cómo dice las cosas, con sencillez. Es claridoso sin llegar a lo retador y es sincero sin que por ello caiga en lo hiriente.
Los priistas dicen que como no ha tenido roce con los políticos, le será más difícil porque no los ha tratado. También alegan que desconocido como es en el ambiente de la función pública, se le dificultarán las gestiones en la Ciudad de México.
Mas no solamente para los priistas hay preocupación. También para Ernesto Ruffo Appel. No es un secreto que la candidatura de Montejo Favela no era la que el ex alcalde ensenadense hubiese deseado. Ni siquiera lo conocía.
Originalmente a don Ernesto le interesaba alguien de su generación y por ello alguien quien pensara como él. Cuando fue seleccionado como candidato a la Presidencia Municipal de Tijuana, el reposado actuar de Montejo Favela provocó en Ruffo el temor de que no se ganaran las elecciones en tan importante y más poblada ciudad. Pero el triunfo surgió en realidad no por la popularidad del ex banquero, sino porque la simpatía del joven Ernesto arrasó victoriosa la candidatura tijuanense.
Ruffo y los observadores políticos no le dieron en ningún momento posibilidad de victoria. Uno y otros estaban casi seguros de que Gustavo Almaraz sería el triunfante. Por eso cuando los resultados ubicaron a Montejo, tan no lo creían los panistas, como igualmente los priistas.
De la sorpresa, Ruffo se fue a la preocupación. Si colocarse al frente del estado lo inquietó, no fue en igual grado pero casi igual pensar en el actuar de Montejo Favela.
Y el punto de partida en sus reflexiones era lógico: en Mexicali no habrá problemas. Seguramente que el priistas Milton Castellanos Gout como alcalde, se desempeñará en un terreno de respeto con la conspicua guía de su padre.
En Tecate, con Raúl Adame y priistas, pero al margen de la política, parece haber una identificación en cuanto al pensamiento y por ello la táctica para llevar las cosas. Tan empresario uno como el otro.
En Ensenada, parecerá que Ruffo sigue en el Ayuntamiento. Con Jesús del Palacio, panista, hay identificación y comunicación sin interferencias. El nuevo alcalde no es bisoño en política. Navegó con Ruffo desde la lucha por la Presidencia Municipal y es de los cercanos al ahora gobernador.
Pero Tijuana es un caso muy especial. Ha sido la ciudad que decidió y seguramente continuará decidiendo las elecciones. Gracias más a los tijuanenses ganó Ruffo la gubernatura.
Tijuana es aparte la ciudad más poblada, más progresista, pero también la más abandonada por los gobiernos y donde las muestras de corrupción oficial se han dado intensamente.
Atender a Tijuana es tan importante políticamente como decidir el futuro de las elecciones. Si el PAN falla en esta ciudad jamás volverá a ver ondear la bandera azul y blanco en son victorioso.
Pero a Ruffo parece importarle más aún por la sencilla razón de que en los tres últimos años de su gobierno necesita de una legislatura con mayoría panista. No tenerlos como ahora, significará no solamente problemas sino además entorpecimiento para su futuro político y el de su partido. Una legislatura priista en la última mitad del sexenio, puede tumbarlo cuando menos se espere.
A Ruffo le interesa indudablemente tener en el futuro, de preferencia, todos los diputados panistas de Tijuana que la propia Presidencia Municipal.
Además, la frontera tijuanense será el espejo donde se reflejará el gobierno de don Ernesto y hacia el resto del país. Hacia el extranjero.
Pero el nuevo gobernador no sabe cómo reaccionará el señor Montejo en la Presidencia Municipal. No tiene antecedentes no hay precedentes. Ni uno ni otro porque no hubo actividad ni militancia.
Algunos analíticos de la política tuvieron este razonamiento cuando decían que Montejo Favela no podría con el paquete: “…es que Ruffo, aparte de ser gobernador, se convertirá en Presidente Municipal de Tijuana”, y auguran sin reticencia que el alcalde sería una simple figura decorativa.
Pero el gobernador panista no parece haberse resignado a esperar que se inicie el trienio de Montejo para saber cómo actuará o verificar de qué pie cojea.
Ruffo, ya, ha dejado ver su estrategia: sin meter la mano ni tampoco inmiscuirse descaradamente, coloca en Tijuana a dos de sus más cercanos: Víctor Sarmiento y Enrique Chapela Zapién.
El primero actúa desde hace días en PRODUTSA (Promotora para el Desarrollo Urbano de Tijuana) y el segundo cubre el interinato como alcalde en Ensenada, pero seguramente se integrará al equipo estatal en Tijuana.
Ensenadenses los dos, actuaron al lado del joven Ernesto definiendo y llevando a la realidad la estrategia en quien pocos creían originalmente, pero que muchos aplaudieron cuando culminó en el triunfo electoral de 1986 en Ensenada.
Sarmiento y Chapela han sido los hombres que permanecieron al lado de Ruffo en los momentos críticos. Diríase sin riesgo a equivocación, que don Ernesto no da un paso decisivo sin antes consultarlo con Sarmiento y Chapela.
Por eso estarán en Tijuana. Como si fueran extinguidor en aparador y con un letrero exclusivo para Montejo Favela: “Rompa el vidrio en caso de incendio”.
De Óscar Baylón se dijo durante mucho tiempo, y él mismo lo demostró, que era un hombre reposado que a veces llegaba a lo medroso. Decíase también que nunca a nadie le decía “no” y, como la canción a todos les daba el “sí” pero no les decía cuándo.
Más que escurridizo era elusivo. Eso sí, muy serio y otro tanto respetuoso. Y cuando llegó al gobierno, tan sorpresivamente, cuando ni siquiera lo esperaba, se empezó a dar una transformación notable.
Seguía, sí, el patrón político del apapacho, del abrazo y “darles por su lado” a muchos. No abandonó del todo eso de decirles sí, pero no cuándo. Y quienes le conocían no daban un quinto por verlo actuar recio, decidido, de frente, sin eludir, sugirió lo inesperado: ordenó encarcelar a ex funcionarios y perseguir a otros. Y casi al final de su administración sorprendió disponiendo cambios en la Constitución, reformas a las leyes, iniciativas al por mayor en el Congreso hasta el grado de “ponerle cuatros” a Ernesto Ruffo… sin pelearse.
De mosquita muerta se dio la metamorfosis al águila. Los amigos de don Óscar quedaron atónitos. ¿Es posible que suceda alguna transformación de Carlos Montejo Favela cuando asuma la Presidencia Municipal de Tijuana?
Dicen quienes por ese trance han pasado, que el poder transforma. Y se sucede aún en aquellos con muchos años en el quehacer político. ¿Quién iba a pensar que Carlos Salinas se fajara los pantalones actuando tan drásticamente cuando en la Secretaría de Programación y Presupuesto parecía tan insignificante?
Hay otros a los que el poder transforma y por ello deforma como fue el caso de Roberto “Bob” de la Madrid. Y se recuerdan casos más patéticos: Fernando Márquez Arce es un excelente abogado y era un magnífico juez, luego magistrado y hasta Presidente del Tribunal Superior de Justicia. Pero llegó a la presidencia municipal de Tijuana y se convirtió en el peor de los alcaldes que ha tenido la ciudad.
Xicoténcatl fue también un brillante presidente municipal. Un editorial de ZETA en 1980 se tituló “Gracias por no robar”, en referencia a cómo dejó la administración tijuanense Leyva Mortera. Pero cuando fue gobernador el robo fue el signo de su inacabado sexenio hasta el grado de perseguir y encarcelar a sus funcionarios.
Por eso el poder transforma.
Montejo nunca en su vida ha probado esa posición. De él dicen que es un alma de Dios e incapaz de matar una mosca. Se le califica de “verde en política” y el augurio es que “se lo van a comer vivo”.
Pero el poder transforma
Este no es solamente el hecho de un cambio político. Con Ruffo estamos experimentándolo pero ya sabíamos los bajacalifornianos de su actitud en la función pública. Con Montejo Favela no.
Afortunadamente se acerca la hora de conocerle. Y cabría anotar sin riesgo: de su actuación depende en gran parte el futuro político de Ernesto, la supervivencia del ruffismo y la continuidad del PAN. En serio.
Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado el 17 de noviembre de 1989.