La quiebra financiera, técnica, social y moral de Petróleos Mexicanos, tiene varias explicaciones de cómo se fue cavando su tumba por los gobiernos que en un primer capítulo, con la aquiescencia internacional, se robaron elecciones donde se resiste el embate neocolonial, con otro proyecto de sociedad, economía y cultura.
Se perfilaba en el mejor momento del cardenismo en 1988, cuando se cayó o mejor dicho derrumbaron con la maquinaria electoral y mediática del sistema canceroso, fue un golpe de Estado en frío encabezado por los tecnócratas, simbolizada por la derecha radical de Salinas de Gortari y su banda de pillos en el PAN. En otras palabras, fue la clase empresarial y política más retrógrada, ciega y voraz que gobierna este país. Se dio un golpe de timón, marcando el futuro de desigualdad y pobreza extrema. Por ello, dependiendo de los empujones de intereses y sesgos que implican el debate con argumentos de cómo destruye la derecha del PRIAN lo mejor de este país sobreviviente a las privatizaciones suicidas y corruptas.
- Es una grave traición a la patria y al espíritu del pueblo que la empresa más importante del Estado que hoy está deliberadamente demolida por el PRIAN, la que significaba en los mejores tiempos el 40% de los ingresos y gasto social del gobierno federal y que hoy impactan a la sociedad, volviéndonos a la edad de piedra para la oportunidad de justicia social, vemos cómo esta organización paraestatal se derrumba por un plan concienzudo, deliberado y manipulado por poderosas razones:
- Pemex subsidia, encubre y ha encubierto el pago de un gran pedazo significativo de impuestos del presupuesto nacional, la evasión fiscal de las trasnacionales y monopolios privados nacionales que han saqueado por siglos la riqueza natural, la fuerza de trabajo, que trasciende hasta la identidad cultural y el coraje por cuidar independencia mexicana. Mientras estos grupos empresariales han crecido al calorcito de precios de monopolio, tolerados y cobijados por la política gubernamental de “dejar hacer y dejar pasar”, también acumulan deudas fiscales de proporciones monumentales. Ello explica el enorme boquete de miseria, rezago social, el hambre, la ignorancia y la insalubridad en regiones atoradas y vetadas al progreso. Ahí están Chiapas, Guerrero, Michoacán, Veracruz, el país entero y su correlato de violencia y crimen despiadado sin control.
Los más ricos del país, los que más sacan capitales a sus matrices o centros internacionales son los que por supuesto más deben al desarrollo de infraestructura, menos aportan al fortalecimiento de trabajadores históricamente mal pagados, enfermos, famélicos, manipulados, es decir literalmente una sociedad muerta cuando no vibra, no vota, no protesta ni se levanta organizada.
- La corrupción ilimitada y gigantesca en Pemex, desde la ordeña de ductos de gasolina, pasando por los sueldos y burocracia pagada con salarios de lujo, como si trabajaran o fueran ejecutivos productivos que elevaran los índices de transparencia, rendición de cuentas, eficiencia y eficacia y devengaran con justicia esos privilegios únicos en las empresas. Un sindicato de petroleros podrido, sin dignidad, arrodillado, dependiente del capricho del monarca sexenal, con líderes enriquecidos hasta la brutalidad, por las canonjías que avergüenzan a la comunidad y sobre los cuales la impunidad se levanta en medio de una sociedad muda, paralizada por la amnesia y el olvido ante estos agravios de robar un bien nacional. Pues el oro negro explica los avances muy regionalizados y relativos en la insuficiente infraestructura de educación, salud y vías de comunicación del país. Los tres polos, Ciudad de México, Guadalajara y Nuevo León son los únicos espacios visibles de inversión productiva, pero aun estos avances se ensombrecen por la concentración de la riqueza.
- El abandono, la negligencia de la clase dirigente de la política, una casta ambiciosa, que está incrustada en la mayoría de los partidos políticos, con la idea central del lucro, moralmente miserable por las evidencia de corrupción, silencio e impunidad, ávida de amasar riqueza rápida y mal habida. Este contexto es una característica de algunos pueblos colonizados y subdesarrollados, por sus raquíticos índices de educación, politización y solidaridad social. Este fondo de desánimo ético, ausencia de voluntad y actitud moral de construir un país con un fondo de valores engendra desde la sociedad, desde la formación educativa y los liderazgos en manos de una elite con patología de poder y de nula visión de futuro, limitada y ciega sin más sentido que para servirse con la cuchara grande.
- La política económica y la política política, se instrumenta desde los órganos del Estado, la Justicia, el Congreso y el Poder Ejecutivo. Por eso no se da oportunidad ni espacio a un gobierno plural, democrático, donde se respete e incentive derechos sociales y humanos como participación libre, natural y necesaria con sentido social que es la base de un equilibrio básico. No se entiende lo que pasa en México sin la corriente que predomina en los centros del capital financiero de los cuales dependen los vientos de la política y la economía mexicana. La idea de fondo es que Pemex y otras empresas fundamentales como la CFE, el sector minero, Puertos Marítimos, Aeropuertos, Telecomunicaciones, Caminos y Puentes y la Banca, el sistema hospitalario público en la lógica neoliberal de desmantelar al Estado, se orienta únicamente en beneficio de los centros financieros de satisfacer la voracidad de la empresa privada que hace socios a la clase política, el mejor ejemplo es una gavilla de grupos políticos que después de expropiar a la sociedad de sus posibilidades de crecimiento y detener el desarrollo social y político, gobierna o mejor aún desgobierna tropellando leyes, derechos humanos, dejando el Estado de Derecho en el ridículo, generando inseguridad pública, violencia y terrorismo extremo, sin responsabilidad en el bienestar concreto del medio ambiente, debilitando el tejido y la cohesión social, factores que permiten enfrentar los retos de sobrevivir y dignificar la vida con esperanza de triunfo del bien sobre el mal.
- Pemex y su pérdida es la muestra de cómo la dictadura perfecta e invisible de una casta insensible, profundamente prostituida hasta los huesos por su ignorancia de la historia, olvidan peligrosamente que dos millones vidas de hermanos fueron sacrificadas en aras de la democracia, la justicia social. Si olvidamos este pasado, si borramos la memoria y su narrativa, perdemos la identidad y la razón de ser. Es ahora cuando los mexicanos podemos tocar fondo y despertar.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: hrgcuellar@yahoo.com