Tus notas he leído, y tus tristes recuerdos,
todo lo he comprendido; mas, me niego a entenderlo,
sé que estás insegura y evades mi mirada,
recuerdas la amargura de tu vida pasada.
Yo quiero que lo olvides, pues y o voy a intentarlo,
juntos tendremos fuerza, y así hay que olvidarlo,
ya no habrá más papeles que escribir en tu armario,
porque ahora en tu vida, mi amor será tu diario.
Las esperanzas vanas encierran desventura
y las palabras cortas nos llenan de amargura,
el gran pastor de vidas perdona en su morada
y busca hasta que encuentra a la oveja extraviada.
¡Te está buscando a ti!, concédele tu mano,
vete por su sendero, te espera en su rebaño,
camina por el puente sin temor a caerte,
ya que él guía tu camino y no podrás perderte.
Y no recuerdes nada de lo que ha acontecido,
que tu amor y mi vida, por él ya se han unido,
no pienses que soy bueno ni digas “es sincero”,
pero vive segura, porque yo… sí te quiero.
José Miguel Ángel Hernández Villanueva
Tijuana, B. C.