Política Breve y de Emergencia
Los catastróficos y muy desafortunados eventos del fin de semana pasado en la ciudad de Ensenada, donde perdieron la vida 4 personas y 20 más resultaron heridas en lo que se presume fue un ataque directo para matar a uno de los asistentes al palenque “clandestino” Poker, de nueva cuenta evidencia por un lado la fuerte pugna por el control de territorio de bandas del crimen organizado y por otra parte, la peligrosa y alarmante incapacidad del gobierno para inhibir al crimen y procurar justicia.
No solo porque según declararon autoridades, se trataba de la operación ilegal de un lugar de apuestas, venta de alcohol, espectáculos y al parecer otro tipo de drogas, a ciencia y paciencia de los funcionarios reguladores de eventos y ferias, que reconocieron que el sitio tenía años operando, sino porque ante un evento criminal como privar de la vida a seres humanos con el escandaloso uso de armas de fuego y esto en una zona céntrica de la ciudad, la capacidad de reacción policial fue insuficiente y no existieron en principio responsables detenidos. Es decir, en las calles de Ensenada es posible asesinar delante de cientos de personas y con toda impunidad, evadir ser apresado.
Delante de estos hechos es imposible dejar de comparar el ambiente social actual con el provocado con la ola criminal de los años 2007 y 2008 en Baja California; los últimos acontecimientos como el caso de secuestros, balaceras, asesinatos y extorsiones, no hacen otra cosa que generar un sentimiento cada vez más generalizado de inseguridad y desde luego de temor.
El que se trate de criminales ajustando sus cuentas pendientes y que los muertos (que ya no es el caso desgraciadamente) sean precisamente delincuentes en actividades ilegales, no puede ser justificación de la falta de esclarecimiento de los ilícitos, como tampoco puede ser la explicación para no llevar delante de la ley a los responsables. La impunidad es el campo libre donde todo crimen es posible. ¿Pero y dónde está la autoridad?
Los ciudadanos para protegernos necesitamos saber en quién confiar, por eso los programas de certificación y depuración de las policías deben ser una tarea estricta, constante y permanente.
La profesionalización de las corporaciones, que implica desde luego mejores condiciones de prestaciones económicas, adiestramiento continuo y acceso a la tecnología de vanguardia, debe ser un espacio de absoluto rechazo a la corrupción, sin graciosas concesiones, ni tolerancia a actividades ilícitas menores.
Solo con la total coordinación entre dependencias del orden público se toma ventaja numérica de la fuerza para combatir al crimen, se le cierran las puertas a la infiltración de las corporaciones y se dan mejores resultados al hacer de las facultades una actuación complementaria.
Los responsables en los grupos de coordinación de mando, deben dar muestra constante del compromiso único que tienen con la sociedad, presentando resultados positivos en los indicadores de su gestión, de no ser así deben ser relevados de sus desempeños o puestos a disposición de la ley por traicionar a la sociedad.
El Mando Único debe ser la autoridad capaz, eficiente y presente que motive o fustigue a quienes por vocación juraron defender a la sociedad aún a costa de su vida y que sancione con responsabilidad las mejores estrategias de orden, respeto y sana convivencia social.
En materia de seguridad todos debemos hacer nuestra parte, conducirnos con orden, rechazar la corrupción, denunciar al delincuente, pero para ello necesitamos autoridades en quien confiar porque sabemos que estarán haciendo su trabajo.
Los últimos acontecimientos de hechos criminales, nos dejan serias dudas sobre la capacidad de las autoridades para ponerse de acuerdo y darle a la sociedad bajacaliforniana paz y tranquilidad. Si no, ¿qué vamos a hacer?
Que la historia lo registre.- En la Comisión Permanente del PAN, Margarita Zavala, en respuesta a los reclamos de Gustavo Madero, reiteró que el PAN debe pedirle perdón a los mexicanos, por permitir la participación de la diputada Lucero Sánchez, ligada con el Chapo Guzmán.
Botón rojo.- La corrupción en la vida pública es un cáncer que hay que combatir, en la seguridad, “es como un balazo en cada pie”.
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. Correo: smriubi@yahoo.com