Durante el vuelo de regreso a Roma desde Ciudad Juárez, última etapa de su viaje pastoral a México, el Papa Francisco dijo que no se reunió con los familiares de los 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, desaparecidos durante la madrugada del 26 de septiembre 2014, porque hubo muchas peticiones de grupos que además estaban “contrapuestos” y con “luchas internas”.
“Entonces yo preferí decir que los iba a ver a todos en la misa de (Ciudad) Juárez o si preferían en alguna otra, pero que habría esa disponibilidad”, dijo el máximo jerarca de la Iglesia Católica en breve conferencia de prensa con medios internacionales.
El religioso argentino recordó que en sus mensajes pronunciados a lo largo de la visita apostólica, hizo una continua referencia a los asesinatos, a las muertes y a las vidas cobradas por las bandas dedicadas al tráfico de drogas y los traficantes de personas.
“Era prácticamente imposible recibir a todos esos grupos, que por otro lado también estaban enfrentados entre ellos, es una situación que es difícil de comprender para mí que soy extranjero, ¿verdad?”, expuso Jorge Mario Bergoglio.
“Creo que la sociedad mexicana es una víctima de todo esto, de los crímenes, de descartar gente. Es un dolor muy grande porque este pueblo no se merece un dolor como éste”, indicó el sumo pontífice católico, el primer Papa latinoamericano de la historia eclesiástica.
El Boeing 787 de la compañía Aeroméxico, en el que viajaron el pontífice, su comitiva y los 75 periodistas acreditados, llegó a Roma, tras un vuelo de 11 horas de duración.
Jorge Mario Bergoglio desembarcó inmediatamente y se dirigió a la Basílica de Santa María La Mayor, donde oró por unos momentos antes de trasladarse a su residencia en El Vaticano.
El domingo pasado, el equipo de gobierno de la provincia mexicana de la Compañía de Jesús, compuesto por seis jesuitas mexicanos se reunió con Bergoglio en la nunciatura apostólica.
Encabezados por su provincial en México, Francisco Magaña, se limitaron a entregarle una carta que le enviaron al pontífice los padres de Ayotzinapa y también a comentarle sobre la gravedad del problema de los desaparecidos en México.
Delante de ellos, el Papa abrió y leyó la misiva de estos familiares. El religioso argentino también les dirigió un mensaje verbal, improvisado, a todos los jesuitas de la provincia en México, en el que les pide que “no negocien para los que están crucificando a Cristo y vivan mejor”.