Habrá un juicio sin misericordia, para quien no practicó la misericordia, porque la misericordia triunfa sobre el juicio.
Jesucristo
El Papa Francisco estará en México en lugares donde los misioneros religiosos sembraron el Evangelio de Cristo hace más de 500 años.
Fray Juan de Zumárraga, francisano y primer obispo de México-Tenochtitlán. Entre sus muchas virtudes tuvo la visión de traer consigo desde España, la primer imprenta del continente, con la misión de Evangelizar y catequizar a los pueblos indígenas. Enseñar al que no sabe. Dar buen consejo al que lo necesita. Corregir al que falla. Consolar al triste. Rogar a Dios por vivos y difuntos. El Papa visitará Ecatepec, Estado de México, escenario de crímenes y maldad cercano a la Ciudad de México. Aquí cerca en el cerro mexiquense del Tepeyac se apareció la santísima Virgen de Guadalupe para consolar al pueblo sufriente y para que éste le implorara protección, como ahora tras 485 años; Francisco, el sumo pontífice, se postrará de rodillas personalmente ante Nuestra Señora de Guadalupe.
Bartolomé de las Casas, dominico español, uno de los bienhechores y protectores de los pueblos indígenas del sureste mexicano. Siendo testigo de los abusos contra los indígenas, se convierte por la gracia de Dios en uno de los promotores de los derechos humanos de los pueblos indígenas en el siglo XVI. De las Casas pasa de ser un encomendero, explotador y maltratador de los indígenas para entregar su vida como misionero de la misericordia entre los sencillos y explotados. Fray Bartolomé, dominico. Contemporáneo de san Pedro Claver, jesuita fundador de Colombia, visitaba y cuidaba a los enfermos. Daba de comer a los hambrientos, de beber al sediento, casa al peregrino, vestía a los desnudos o necesitados de ropa, a miles de cautivos o esclavos bautizó y catequizó; y a miles de muertos dio cristiana sepultura.
Vasco de Quiroga, Tata Vasco. Inolvidable Obispo de Michoacán, memorable por enseñar a los tarascos el arte de las guitarras a mano, en Paracho. En sus talleres se fabricaron las milagrosas imágenes de Nuestra Señora de Zapopan, por ejemplo. Mas la siembra más trascendente con frutos hasta la actualidad es, se comenta, aquella Utopía de Santo Tomás Moro, por cierto patrono de los políticos; reconocido Tata Vasco por sus ciudades hospitales. Misionero de la misericordia porque insistió Don Vasco en el cuidado de los enfermos. Su ejemplo influyó en el corazón de Tata Lázaro Cárdenas, bienhechor de pueblos como Baja California (Valle de Mexicali, Asato a las Tierras), y promotor de la expropiación petrolera. Cientos de líderes sociales y políticos han sido tocados por la bondad de los misioneros de la misericordia.
Juan María Salvatierra, jesuita. Como su compañero el también italiano Kino. El Padre Salvatierra se desprendió de todos sus bienes y herencias para ponerlos al servicio de las misiones por él visitadas o fundadas. Este jesuita milanés estuvo por muchos años en las misiones chihuahuenses de la Tarahumara. Le amaron tanto los tarahumaras que hicieron viaje especial a la ciudad de México, en número de más de doscientos hacia los 1690´s para que las autoridades virreinales les regresaran a su amado misionero Juan María Salvatierra.
De Chihuahua se fue el padre Salvatierra a reiniciar la obra misional comenzada por carmelitas, franciscanos y jesuitas. En lo que los exploradores y encomenderos decían “empresa inútil y estéril”, de la conquista de las Californias. ¿Dios, o el oro en las Indias, en las Californias, en Chiapas, en Chihuahua, en Michoacán?
La respuesta es evidente, por siglos los misioneros de la misericordia de Dios acariciaron con sus manos llenas de amor y obras de caridad al mexicano, al hombre de su tiempo.
Con la visita del Papa Francisco a estas regiones benditas de Dios y de María, queda de manifiesto qué es lo que Dios nos pide nuevamente a los latinoamericanos y americanos. Distinguirnos por eso que nos enseñaron misioneros como Zumárraga, Tata Vasco, el Padre Salvatierra, De las Casas.
El tema estará eternamente vigente en el mundo mientras exista tanta pobreza y falta de amor entre nosotros. Por eso abandonado en la Isla de Molokai –Hawái–, san Damián, joven sacerdote del Sagrado Corazón, entregó su vida por amor a los leprosos marginados en aquella isla en la que no más fueron abandonados de la caridad. De ahí la grandeza de la humilde santa Teresa de Calcuta y sus misioneros de la Caridad.
Por eso está en México el Papa Francisco para confirmarnos en la Fe que aquellos misioneros sembraron con la Palabra y con las obras de misericordia. Unión entre Fe y Vida.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com