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Los guardados

Sortilegioz

Beltrones es muy dado a las negociaciones y sobre todo a las políticas. No le gusta perder y negocia con quienes no son favorecidos –sean de donde sean– para evitar conflictos internos u operaciones cicatriz; lo suyo es, como se dice en términos coloquiales, planchar las decisiones para evitar desuniones.

Como acostumbran, dado a su institucionalidad, en el PRI se han adelantado al resto de los partidos que contenderán en Baja California en el proceso electoral local del domingo 5 de junio de 2016, cuando los bajacalifornianos habrán de renovar con su voto –ojalá voten– el Congreso del Estado, la cinco alcaldías y, ahí mismo, los cabildos.

Si todo sale como lo orquestaron desde la cúpula priista nacional que encabeza Manlio Fabio Beltrones Rivera, vía la dirigencia estatal que tiene Chris López en Baja California, en los próximos días (miércoles 10 o jueves 11 de febrero) se darán a conocer los nombres de los “candidatos de unidad” del Partido Revolucionario Institucional a las cinco alcaldías en el Estado. Es más, si tuvieran que nombrar a sus abanderados este día, Mexicali fuera para el ciudadano –no tiene credencial priista– Antonio Magaña (sí, el periodista de la capital, si no se ha arrepentido o algún político tricolor largo lo haya sacado de la jugada), Tijuana con René Mendívil Acosta (el mismo que ha sido sacrificado en ocasiones anteriores, pero que dicen ahora le toca incluso sobre el capital de David Saúl Guakil), Tecate para Nereida Fuentes (aparte que ese municipio lo dejaron para la cuota de género, dicen que solo los votos de ella garantizan un triunfo en el pueblo para mantener al municipio en el PRI), Rosarito para Laura Torres (otra vez se impuso en este el quinto municipio la cuota de género, y aquí sí el poder social, mediático y económico de la hija de don Hugo Torres Chabert, por encima de la hermana del ex alcalde y señaladísimo por irregularidades, Javier Robles) y finalmente Ensenada, aun en el aire entre el delegado de ¿INFONAVIT? ¿PROFECO? Total, aquí imperará el gobierno central al determinar a Alejandro Arregui o Julio Felipe, dos de sus más expuestos representantes federales.

Ni los Guakiles, ni los Barbozas, ni los Acostas, ni los Robles, ni ningún otro miembro de familia priista dirán que los transaron, defraudaron o engañaron con las nominaciones de unidad. Porque para ello, su partido, el institucional, los hizo jurar y firmar lealtad… y en papel.

El miércoles 3 de febrero, se dio la primera señal: el Comité Ejecutivo Nacional del Revolucionario Institucional citó a todos los aspirantes a munícipes en la Ciudad de México para signar hojas membretadas, que en realidad se trató de un machote donde se comprometían a ser “incluyentes” y responder con “unidad”.

El montaje fue muy obvio, un documento redactado por el PRI nacional para ser entregado a Beltrones como si hubiera nacido del ánimo de los aspirantes.

“Nos dirigimos a usted para expresarle nuestra intención de suscribir un acuerdo por la unidad…sabemos que lo único que puede asegurar el triunfo electoral es la unidad…un compromiso que sellamos apoyando el registro de un solo aspirante a munícipe”, se lee en el pacto firmado por 16 priistas.

Luego, otra promesa puesta en la boca de todos: “ese compromiso de unidad continuará durante el proceso de campaña y se refrendará cunado construyamos el próximo gobierno, con la seguridad de que jamás aceptaremos una candidatura por un partido distinto al que militamos que nos ha dado tanto y al que mucho debemos”.

Lo institucional en el PRI se ha impuesto de manera histórica, pero en estos momentos con mayor razón, a partir de la dirigencia nacional de Manlio Fabio Beltrones, el priista que durante doce años de oposición tricolor en el Gobierno de la República, mantuvo “la unidad del PRI” y la presencia nacional, al haber sido el máximo representante de los tricolores ante la ausencia de un Presidente de la República.

Beltrones es muy dado a las negociaciones y sobre todo a las políticas. No le gusta perder y negocia con quienes no son favorecidos –sean de donde sean– para evitar conflictos internos u operaciones cicatriz; lo suyo es, como se dice en términos coloquiales, planchar las decisiones para evitar desuniones.

Esta situación, esta dirigencia nacional del PRI, significa un reto para los partidos en Baja California. Desunidos todos, se pelean y negocian las alianzas político electorales, sin considerar que se enfrentan a un priista experto en manejar a la oposición para lograr su cometido, y en este caso es no perder (y en algunos casos recuperar) la Baja California. Manlio Fabio Beltrones no se ha equivocado en términos electorales. Sus candidatos en otros Estados de la República han salido ganadores a pesar de los augurios. A eso le apuesta en Baja California.

Por lo pronto ha ganado la batalla de las nominaciones. Los rojos se adelantaron a los azules, a los amarillos y al resto del espectro del arcoíris que cada uno de los partidos ha elegido como color para identificarse. Incluso y en tiempos le ha ganado a los independientes. Mientras ellos salen a la calle a solicitar firmas, dividen el voto ciudadano sin partido y se meten zancadillas y golpes bajo la mesa, para lograr miles de firmas y entonces poder ser candidatos; el PRI ya tendrá a los suyos.

Como le hicieron en la última semana para develar las candidaturas a gobernador, en el PRI y sin proceso divisorio interno, sin voto de delegados, sin encuestas de por medio, sin tómbola, sin decisión unilateral, pero sí con mucha negociación, ya tiene candidatos a las alcaldías y son de unidad, con lo cual pretenden darle la vuelta al dedazo, a la línea y a la consigna político electoral, de la mano de los no favorecidos y por supuesto de las bases.

De hecho aún sin concretar alianzas electorales, les deja claro a los partidos políticos que suelen ir aliados con ellos, que las candidaturas las repartirán los tricolores y nada más. La alianza con el Partido Verde Ecologista de México aún no es un hecho, pero sí que no tendrán candidato a alcalde, a menos que el Verde (venido a menos, ahora sí a partir de los escándalos de sus líderes, llámense Jorge Emilio González o Arturo Escobar) por alguna extraña razón y una alta negociación logre penetrar con eso que David Pérez Tejada (el hermano del ex alcalde incómodo de Mexicali, “Panchito” Pérez) es el hombre que les conviene por encima del seguidísimo comunicador Antonio Magaña.

Con el Partido del Trabajo, tampoco no hay nada cerrado en la alianza con el PRI. Pretendieron vender caro su logo al pedir a Armando Reyes en la candidatura a la presidencia municipal de Ensenada, a lo más, los petistas se conformaron (barato) con una candidatura a la diputación que el tricolor ofrece a Claudia Agatón, ex diputada, directora de comunicación del Congreso del Estado y compañera inseparable de Reyes.

En el PAN, los golpes no terminan y los acuerdos políticos no llegan. A los candidatos naturales no los dejan llegar de esa manera y la división azul inicia en el Gobierno del Estado, con la negociación de todo en el Congreso, en los cargos, en las concesiones, en las licitaciones, en las reparticiones. Mientras el PRD no sabe, como su dirigente nacional, si quiere o no ir en alianza con los azules y si eso le garantiza ya no digamos el triunfo, sino la permanencia. En MORENA es probable que pronto se den a conocer los nombres de los candidatos, casi de una manera parecida a la priista… el resto, vaya, si no ven alianza, no ven futuro.

Por lo pronto, a los azules, a los amarillos y a todos, el PRI de Manlio Fabio Beltrones les lleva la delantera… por lo menos en institucionalidad y en su próxima definición de candidatos.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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