Interpretando junto al piano, el cantaor español, con libre albedrío y pasión, ofreció sublime velada que se transformó en un recorrido por el impetuoso cancionero latinoamericano. Ovacionado y querido, conmovió a Tijuana
Un suave rayo de luz acariciando el piano colocado al centro del escenario, cubriendo el derredor con un pálido amarillo, fue el contexto que por momentos rojizo y azulado tiñó el apilar de los boleros que la noche del miércoles 17 de febrero interpretó Diego “El Cigala” en la Sala de Espectáculos del Centro Cultural Tijuana (CECUT), donde el cantaor español arrancó suspiros y sació almas.
En punto de las 19:27 horas, la pausa y el silencio quedaron en la historia para reescribir un capítulo singular. La velada comenzó con el “Te quiero, te Quiero” del compositor y arreglista español Augusto Algueró, con la que Ramón Jiménez Salazar, de 47 años de edad, dio la bienvenida a su público que extasiado disfrutó de “Veinte Años” y “Compromiso”.
Entre aplausos, ataviado en un traje azul, “El Cigala” coloreó con su voz “Cóncavo y Convexo”, para luego dirigirse al público: “Estoy contento de poder estar aquí, intentemos pasarla de lo mejor posible. Muchísimas gracias por estar. Que Dios les dé bendiciones”, señaló el protagonista de la noche íntima denominada “Cigala & Piano”, acto seguido dedicó su cantar a tres temas del maestro Armando Manzanero: “Inolvidable”, “Te Extraño” y “Adoro”.
Como si el recital tuviera dedicatoria a su fallecida esposa, Amparo Fernández, el cantante dijo reivindicarse a sí mismo a través de su personaje: “Cuando subo al escenario, reivindico a Ramón Jiménez, el de la vida cotidiana, de amigos, de la convivencia; al subir al escenario me vuelvo dueño, amo y señor, esas dos horas que estás frente al público, que lo único que siente son emociones verdaderas, porque si hay algo que pueda sentir al día de hoy, en los tiempos en que vivimos, es que la humanidad está más falta. Canto con pena, alegrías y tristezas, con soledad, salgo y canto esas dos horas a intentar transmitir a esa gente lo que estoy sintiendo, pero después de ahí, regreso a ser artista tocable, para el pueblo, ya sea aquí en mi querido México, o de cualquier parte; porque todo se lo debo al Todo Poderoso, Nuestro Señor Bendito, porque sin Él estamos perdidos”, precisó “El Cigala” en entrevista con ZETA.
— Espiritual o religioso…
“Espiritual, y de verdad, de haber tenido tantos tropiezos en la vida, tanto buenos como malos, al final lo que me queda es eso: la verdad de mi música, mis hijos, a los que ya no están acá, que siempre van a estar”.
— ¿Cómo se sobrevive (al fallecimiento de su esposa)?
“Con el día a día se sobrevive, pero qué difícil, qué tremendo. Qué te digo: el alma de ella se percibe en cada concierto. Es lo que me queda”.
–¿Qué le preocupa? Denota un mensaje humanitario.
“Sí, por favor, hay que ser más humanos, lo materialístico no trae nada, vanidades, vanidades. Solo con un poquito que cada uno pongamos, de convivencia, de ayuda, seremos mucho más felices, porque yo para poder asistir y estar así, tengo que llenar mi corazón de cosas buenas y malas, pero día a día estoy en ese proceso de esa tranquilidad, y de que hasta las cosas sufridas, y de mucho dolor, hasta se vuelven buenas”.
— ¿Se aprende del sufrimiento?
“Hay muchísimo aprendizaje, en la música más, en el flamenco no te digo, hasta te puedes morir y nunca terminas de aprender, porque el flamenco es libre albedrío”.
–¿Cigala & Piano?
“Con mucho afecto y muchísima educación, para llegar a crear, o hacer, o cantar lo que uno realmente siente y le hace feliz a uno, pero con mucho respeto a esos grandes intérpretes del bolero, porque he bebido de ahí, y vengo de esa fuente. Soy como un grano de arena ahí, pero bueno”, expresó el también aficionado al equipo de futbol Real Madrid, de quien dijo ya no saber si estar ilusionado con la llegada del ex jugador francés Zinedine Zidane como director técnico.
— Un disco en puerta dedicado a la salsa, homenaje o visualización…
“Ambas, y múltiples vertientes, porque para cantar como uno, más, no tiene sentido, más frente a esas cosas hermosas que hay en el mundo de la salsa, respetándola, poniéndole sabor flamenco, pero dejándote llevar por ese espíritu. Yo amo la salsa, amo todo el trabajo de Bebo Valdez, Tito Puente, Cheo Feliciano, Johnny Pacheco, Celia Cruz, Héctor Lavoé, Benny Moré”.
— ¿Cómo influirá musicalmente el hecho de que Usted resida en República Dominicana, en el Caribe, al producir este disco de salsa?
“Creo que solamente estaré más relajado con las palmeras y los cocos”, sonríe, luego remata: “Esto de la salsa ya había ocurrido en mí desde Bebo, con mi compañera, lo conocimos en Cuba, a Valdez con su piano, mi héroe, o como Chavela Vargas, Mercedes Sosa; ellos han sido esos pilares, o Rubén González, Guillermo Ruvalcaba (padre), Gonzalo Ruvalcaba. Cuando la conocí, esa música latina afrocubana, es como si siempre hubiera vivido ahí, sin cruzar el charco, lo mismo sentí”, expresó quien durante su recital en Tijuana sumó “Lágrimas Negras”, “Nana del Caballo Grande”, “Amigo”, “Corazón Loco”, “Vete de Mí”, “Esta Vida Loca”, “Soledad”,. “El Día que me Quieras”, “Se nos Rompió el Amor” y “La Bien Pagá”.
“Bendita tierra, me ha dado cosas buenas. Quiero mucho a mí Tijuana”, finalizó Ramón Jiménez.