Desde 2015 Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, advirtió de un periodo financiero turbulento para el mundo, en aquel entonces afirmaba que dicha situación sería para bien del país.
Es enero de 2016 y el precio del petróleo cayó, los capitales se han refugiado en el dólar provocando una devaluación del peso, China está en problemas económicos, el pronóstico se cumplió y el funcionario cambió el discurso.
Calificó la situación económica actual “como de aguas picadas, que naturalmente hace que se mueva el barco” (en referencia a la economía del país), por lo que advirtió que Banxico manejará los instrumentos monetarios y financieros a su alcance para que el impacto sea el menor para la estabilidad económica de la nación.
No es la primera vez que Carstens se preocupa por la economía mexicana. En 2008 al hablar de que la crisis no había tocado fondo dijo que se trataba de “un bache que tiene agua, entonces hay que ver cuál es el fondo. En el mundo se está viendo una crisis sin precedentes”.
Ese mismo año y ante la desaceleración de Estados Unidos, reconoció que el país se vería afectado, pero tendría un “catarrito” y no una pulmonía como en el pasado, aludiendo también a la turbulencia financiera que se presentaba en aquel entonces, que al final de 2009 terminó con una contracción de la economía nacional del 6.1 por ciento, cifra igual a la que se manejó en 1995.
Ante tales declaraciones a los mexicanos no queda más que esperar a ver cuánto tiempo habrán de durar los efectos de la crisis que actualmente persiste en el país.