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martes, octubre 1, 2024
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Apocalipsis de México

Ah, parece increíble que para estas alturas del 2016 ande yo nostálgico, añorando extrañamente algo del encanto turbulento de la pasada administración panista. Me refiero al episodio novelesco y calderonista que tanto hemos criticado.

Cierto, Calderón tuvo sus épicas pifias así como sus  innumerables exabruptos casi a la par de la locura de Foxilandia. Aquel traje de militar que se puso Felipillo encima al inaugurar su exterminio narco-fútil,  le quedaba como uniforme de basquetbolista en un niño de siete. También en apariencia  gustaba mucho del agua fresca con piquete, de modo que a veces se intoxicaba con los “shots” de Jamaica. También decían que le daba pa’sus chicles a su delfín el extinto Camilín Mouriño y que quería ya de perdis imponer a su rebosante amasia en la silla grande.

Sin embargo, a Calderón yo le reconozco al menos un éxito vistoso. Al menos mantuvo la economía estable sobre el rastro de tripas producto de la fallida guerra contra el narco. Me pregunto si estos sentimientos de macabra añoranza no son producto del oprobioso desastre insalvable que es hoy nuestro país bajo el régimen de los priistas, los verdes y del gordillismo perpetuo (si ya saben cómo arruinan al país pa’qué carajos los eligen de nuevo).

Qué tan insufriblemente mal andará mi país que me provoca hacerme la desagradable y vomitiva pregunta de que si prefiero que vuelvan los descabezados y las balaceras pero con una economía estable y un dólar a menos de (futuros) 30 pesos. A eso me ha orillado este malogrado gobierno, inepto y mediocre que mantiene la cifra de muertos, que se ensaña en la economía, que se endeuda con onerosos  gastos superfluos y que no mete a la cárcel sino a una profesora corrupta quien no les siguió el juego a sus intereses.

Estamos por la calle de la amargura en todos los niveles imaginables. Un gobierno que presume lo que no hace, esconde lo que no le gusta y gasta lo que no tiene endilgándonos sin rubor  la cuenta. Y lo que viene es literalmente el terremoto sobre la tienda de jarrones de vidrio. Nuestro país está sostenido sobre estrechas vigas de cristal cuarteado. La combinación de sostenimiento con alfileres y palillos, de vigas de cristal y un muy adverso panorama, con el petróleo más barato que un disco de Fito Olivares pirata. Aquí no somos tontos ni ingenuos. Sabemos perfectamente que el mundo globalizado está inexorablemente interconectado y que si a Uganda le bota la varicela al rato nos llenamos de puntitos. El equilibro globalizado es muy complejo, pero aún más complejo se vuelve ante tanta abyecta ineptitud.

Si a esta sopa de desastres le agregamos a las ínfulas grotescas del Estado islámico, las crisis de refugiados, las mafufadas bursátiles de China y rematamos con Corea del norte y sus petardos nucleares, pues los popotes de cristal que nos sostienen del negro abismo son mal remedio. ¡Na’más  nos falta que gane Trump!

Claramente en un país donde primero está el bienestar del avión del presidente que los miles de desaparecidos y sus familias, sí que estamos jodidos. Un país en  donde preferimos aportar millones a Siria más que a las miserables comunidades indígenas, estamos fritos. Un país donde la fórmula para crecer es subir impuestos y aterrorizar a los contribuyentes, estamos amolados. Un país donde la corrupción se tolera, a honestidad se castiga y el título profesional vale una madre, estamos completamente fregados. Un país donde los que cambiarán al país son la misma bola de viejos corruptos que son reciclados y que saltan a una diputación, a una gubernatura y vuelven otra vez de asesores, estamos verdaderamente condenados a la hoguera de la historia.

Y me pregunto, dónde están los mexicanos que solo atinan a ver de lejos la destrucción de la democracia porque no son lo suficientemente hábiles para tumbar a esos camaleones corruptos de la rama donde se mecen intocables. Para el que se roba los paraguas la tormenta es problema de otros mientras no se le venga el huracán y le arranque de las manos aquello que los cubre. Los políticos son buenos pa’la tardanza. Al fin y al cabo que ellos no la sufren. No tienen prisa porque tienen sus paraguas en el armario.

Cuándo seremos todos, me pregunto, una corriente imparable, un tsunami que arrase con todo aquello que llena de basura y podredumbre el recinto de justicia, que es de todos los mexicanos. Exijamos un gobierno que se apriete el cinturón, no nada más que se ponga una faja ¡para esconder su glotonería! Exijamos lo que los mexicanos nos merecemos y eso es un país lejos de las garras de aquellos que primero se llevan todo y después nada reparten. Ya estoy cansado de todo esto. ¿Tú no lo estás? Muchas gracias.

Eliseo Donymo

Tijuana, B.C.

 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Francisco Navarro Fausto Francisco Navarro Fausto francisco 9 francisco@zeta.com
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