Ningún hombre por poderoso que sea es dueño del mundo que habita, no tiene poder absoluto para destruir la casa de la humanidad viviente, es herencia de los descendientes de quienes ofrendaron sus vidas por defender el suelo que pisan con honor, porque sus guerreros lucharon en batalla campal frente a frente y se destruían entre sí casi siempre.
Cuando se descubrió la pólvora, las guerras fueron diferentes, usaban escopetas recargables y cañones; al descubrir la dinamita usaron otros químicos para construir la bomba atómica en tiempos de la segunda guerra mundial en los laboratorios de Hitler, en Alemania, pero el enemigo ya estaba llegando a la ciudad y no podían detonarlas en casa; por eso Alemania fue copada y los vencedores las usaron para masacrar a un imperio fuerte con soldados valientes y patriotas.
Ahí se cometió el primer crimen de guerra que no ha sido juzgado ni será, porque lo cometieron las dos potencias que patrocinaron la segunda guerra mundial para establecer el comunismo en Europa, porque el presidente de América en ese tiempo, era comunista y para apoyar a Stalin logró convencer a Churchill y a Charles de Gaulle para que se unieran y al término de dicha guerra cometieron el primer crimen, dejando caer dos bombas desde un avión, una por Rusia y la otra por la unión americana.
No es agradable recordar tiempos tan crueles y tristes, pero sí aquel holocausto causado por dos bombas de poco impacto según la potencia de las actuales que describen porque las tienen en su haber por lo menos tres potencias en armamento nuclear, ellos aseguran que las modernas son de algunas cientos de veces más potentes; la que acaban de detonar por la potencia cuarta naciente, según comentan, ésa será de algunos miles de veces más destructiva que las ya conocidas; si se da un enfrentamiento de todos contra todos, el planeta volará en pedazos o quedará estéril y azolado. Por favor no hagan eso.
Vicente Martínez Méndez
Tijuana, B. C.