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sábado, octubre 12, 2024
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“Vienen tiempos cruentos”: Sergio González Rodríguez

La FIL de Guadalajara distingue a Sergio González Rodríguez con el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez”. “Solo una profunda transformación política podría detener el desastre que viene”, advierte en entrevista con ZETA

 

 

Una de las figuras del periodismo mexicano que participa en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) es Sergio González Rodríguez, protagonista del Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez” 2015.

La clausura de la FIL está estrictamente reservada para distinguir a Sergio González el domingo 6 de diciembre de 2015, ceremonia con la que el acontecimiento literario más importante de habla hispana llega a su desenlace después de nueve maratónicos días de encuentros literarios.

Entre otras actividades programadas en la FIL previo a su distinción, Sergio González incursionó el domingo 29 de noviembre junto con Víctor Díaz Arciniega y Danae Torres en la mesa “100 años de Los de abajo, de Mariano Azuela” a propósito de la Edición Conmemorativa editada por el Fondo de Cultura Económica (FCE).

Por supuesto, durante la FIL González Rodríguez también presentó su más reciente investigación “Los 43 de Iguala. México: verdad y reto de los estudiantes desaparecidos” (Anagrama, 2015), con los comentarios de Héctor de Mauleón, Laura García, Julián Herbert.

“El desastre que viene”: Sergio González

Con títulos como “Huesos en el desierto” (Anagrama, 2002), “El hombre sin cabeza” (Anagrama, 2009), “Campo de guerra” (Premio Anagrama de Ensayo, 2014), “Los 43 de Iguala. México: Verdad y reto de los estudiantes desaparecidos” (Anagrama, 2015), por citar solo algunas de sus obras más emblemáticas, Sergio González ha documentado al México bárbaro contemporáneo, evocando a John Kenneth Turner.

Sergio González (Ciudad de México, 1950), también ganador del Premio Casa América Catalunya a la Libertad de Expresión en Iberoamérica 2013, concedió una entrevista a Semanario ZETA previo a su distinción en la clausura de la FIL, donde para empezar se le solicitó su reflexión al ser reconocido con el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, considerando que este reconocimiento lo han recibido primero el propio Fernando Benítez en 1992, pasando por Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, hasta llegar recientemente a autores como Hugo Gutiérrez Vega, Guillermo Sheridan, Rogelio Cuéllar, Juan Villoro y en 2014 Virgilio Caballero…

“Para mí es un honor desde luego recibir tal reconocimiento. Creo que la cultura es una de las posibilidades que tenemos para combatir la barbarie, y a lo largo de mi trabajo he tratado de seguir tal lineamiento. A través de la cultura cada persona puede tratar de moldear su propia vida y transformar el modo en el que concibe la propia realidad y su inmediatez cotidiana. La cultura implica mucho más que entretenimiento o espectáculo, y esto es lo que la hace trascendente: une memoria y novedad.

“Todo el tiempo leo y escribo sobre literatura, cine, arte, fotografía, filosofía, política, sociedad, series de televisión, etcétera. He mantenido columnas durante décadas con tales temas, aparte de escribir novelas de ficción y sin ficción (he publicado diez de ambas), además de otro tipo de narrativas (guiones, textos de divulgación histórica, crónicas de bares y restaurantes). Me delata mi vicio cultural”.

—Tu obra, que incluye títulos como “Huesos en el desierto”,  “El hombre sin cabeza”, “Campo de guerra” y “Los 43 de Iguala…”, transita entre la crónica, el periodismo de investigación y el ensayo. ¿Por qué has optado por un periodismo cercano al ensayo? ¿Fue una visualización previa o decisión premeditada?

“Mi propósito desde tiempo atrás ha sido flexibilizar los géneros convencionales y entremezclarlos en una mismo tejido narrativo, algo presente desde mis primeros libros (Los bajos fondos, 1988; El Centauro en el paisaje, 1992): alterno la crónica o el relato con el ensayo; o presento un análisis de datos al lado de una secuencia cinemática; transcribo diálogos o propongo un modelo explicativo para algún proceso sociopolítico.

“Creo que la escritura periodística debe buscar cada vez más y mejores enlaces para dialogar con los lectores en un mundo de énfasis audiovisual y redes sociales, que impelen a la respuesta emotiva en ausencia de reflexión crítica”.

¿De dónde viene tu predilección por tu periodismo a manera de ensayo? En todo caso, ¿a quiénes consideras tus maestros o modelos a seguir en la forma de concebir el periodismo y por qué?

“Más que por un género (el ensayo), mi preferencia se vierte en la diversidad de los géneros que pueden confluir en un solo texto. Mi influencia proviene del periodismo entendido como literatura. Por ejemplo, si se lee una obra como Kaputt de Curzio Malaparte se puede hallar una sustancia narrativa que se desdobla en múltiples posibilidades: si bien su formato es novelístico, sus procedimientos incurren a menudo en lo periodístico, no en balde Malaparte fue corresponsal de guerra”.

— ¿Cuál, con qué o hacia quién es tu compromiso al ejercer tu periodismo a propósito de tus obras ensayísticas?

“El primer compromiso es con las víctimas de injusticias o abusos en cada tema; enseguida, con los hechos acontecidos, y también con la historia, el lenguaje, la tradición cultural y, como una culminación de todo lo anterior, están los lectores, que siempre asumo que son más inteligentes que yo. Hay que esforzarse para estar a la altura del reto”.

—Tomando en cuenta obras como “Huesos en el desierto”, “El hombre sin cabeza”, “Campo de guerra” y “Los 43 de Iguala”, ¿cuál es tu aspiración al entregar estas obras periodísticas a propósito de la época violenta que nos ha tocado vivir en México?

“La primera obra es un reportaje-crónica-ensayo; la segunda es algo semejante; la tercera constituye una crónica-informe; la cuarta refleja una crónica-ensayo-testimonio personal. El reto consiste en que el lector transcurra por allí sin darse cuenta de los giros intra-genéricos mientras lee el texto. Cada tema tiene su propia y distinta forma y, sin embargo, cada una de ellas revela un modo peculiar de presentar un corte transversal en la degradación institucional del país”.

—En “Campo de guerra” adviertes de la geopolítica de Estados Unidos que tiende a la militarización de países considerados “focos de riesgo” como Corea del Norte, Siria, Ucrania y Venezuela (página 11). “México se ha convertido en un campo de batalla bajo el nuevo orden global y la geopolítica de EE.UU.” (página 16). ¿En cuanto a la militarización del país, cuál era la situación de México al inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto, cuál en 2015 y cuál es la tendencia para los próximos años?

“En 2012, atestiguamos la culminación de la guerra contra el tráfico de drogas emprendida por el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa pero, a pesar del discurso pacifista del gobierno entrante de Enrique Peña Nieto, la violencia y los operativos de las fuerzas armadas han continuado. La lógica belicista se ha prolongado lo mismo que sus efectos: territorios, localidades, comunidades y trayectos plenos de violencia, tensiones, polarizaciones.

“En solo dos años, el gobierno actual gastó más de 3 mil 500 millones de dólares en armas y equipos militares, además de enviar a adiestramiento en bases estadounidenses a más de diez mil militares mexicanos para especializarlos en combate al terrorismo, tráfico de drogas y contra-insurgencia. Esta tendencia militarista, aunada al endurecimiento del Estado en diversos sentidos, señala una tendencia fuerte para los próximo años”.

—También en “Campo de guerra” tratas sobre la soberanía del país. Tomando en cuenta la Iniciativa o Plan Mérida y las reformas del gobierno de Enrique Peña Nieto, sobre todo la energética, ¿cuál es la situación actual de México en cuanto a su soberanía y qué expectativas tienes para los próximos años?

“Como he mostrado en mis libros, la pérdida de la soberanía de México frente a los intereses estadounidenses se ha convertido en uno de los grandes problemas del país, debido a una clase dirigente que ha negociado a espaldas de la mayoría de la sociedad. Ni siquiera se han respetado las normas constitucionales. Desde principios de la década de los noventa México tiene una ley minera por completo favorable a la inversión extranjera. La llamada reforma energética ha seguido tal directriz.

“Poco a poco, el pacto Estado nación tal como lo conocimos, está en trance de destrucción, y a la clase dirigente parece no importarle nada: la gente del dinero solo sigue su voracidad de ganancias; la gente de la política, busca prolongar un estado de cosas donde viven de privilegios mientras la mayor parte de la sociedad padece dicha erosión. Sólo una profunda transformación política podría detener el desastre que viene”.

—En “Los 43 de Iguala…” argumentas que “el Estado y los gobiernos mexicanos tienen responsabilidad política y judicial en la masacre de Iguala”. ¿Cuál debería ser la consecuencia para el Estado y gobiernos mexicanos ante los tratados internacionales? ¿Luego de un año y dos meses y de acuerdo con las investigaciones hasta el momento, quedará también en la impunidad el caso de Ayotzinapa como tantos otros?

“Tengo la confianza de que la supervisión de organismos internacionales conducirá a una mejor investigación de los hechos acontecidos aquella noche atroz de Iguala. La versión oficial o ‘verdad histórica’ habrá de quedar atrás. Y, si de verdad se investiga a fondo los hechos, se logrará justicia para las víctimas y sus familias.

“En México no sólo falta voluntad para investigar, sino que hay impericia: más del 90 por ciento de las detenciones de presuntos delincuentes se realizan en flagrancia o en flagrancia equiparada por parte de la policía preventiva. La investigación técnico-científica es casi inexistente”.

—México es uno de los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo y para muestra están los más de 120 periodistas asesinados o desaparecidos por lo menos desde el año 2000 hasta hoy. ¿Cuál es tu pronunciamiento al respecto?

“Mi pronunciamiento es el mismo de siempre, incluso desde antes de que comenzara dicho conteo funesto de más de cien periodistas ejecutados o desaparecidos a partir del 2000. Incluso desde la época del atentado contra Jesús Blancornelas en Tijuana: hay que rechazar la normalización de la violencia. Hay que condenar la impunidad y la corrupción institucional”.

—El 1 de diciembre de 2015 se cumplen 3 años del gobierno de Enrique Peña Nieto. ¿Cuál es tu análisis general de estos tres años de gobierno peñista considerando la violencia y el “campo de guerra” (a propósito de tu libro) en el país?

“El gobierno de Peña Nieto ofreció mucho y cumplió poco, excepto su reformismo de la primera hora, cuyos efectos demorarán tiempo en fructificar y, cuando lo hagan, los resultados serán escasos para la sociedad. Mientras tanto, el país sigue su disgregación y carencia de un auténtico estado de derecho”.

¿Qué es lo más te preocupa de 2018? O en todo caso, ¿qué es lo que te gustaría destacar de la sucesión presidencial de 2018?

“El incremento de la violencia y las tensiones sociales en un entorno económico tan adverso como el que México tiene, significa una amenaza mayor. Lo que el país requiere es una alternativa ya no de cambio, sino de avance sustancial, y hasta el momento ningún partido ni protagonista político en México parece ofrecerlo. Tal es nuestra desdicha, pero recordemos de nuevo a Nietzsche: cuanto más oscura es la noche, mejor brillan la estrellas”.

—Finalmente, ¿qué expectativas tienes de la segunda parte (2016-2018) del sexenio de Enrique Peña Nieto?

“Esta segunda parte del sexenio será para que los aspirantes a suceder a Peña Nieto pugnen unos contra otros, sobre todo, al interior de su propio partido. Vienen tiempos cruentos”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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