No solo regresó Salman Rushdie a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) tras 20 años de ausencia, también volvió para entregar una obra que viaja entre la fantasía y la realidad: “Dos años, ocho meses y veintiocho noches” (Seix Barral, 2015). El célebre autor de “Los versos satánicos” (editado en español por Literatura Mondadori), inauguró el domingo 29 de noviembre el Salón Literario Carlos Fuentes y recibió la Medalla homónima de manos de la viuda del autor de “La región más transparente”, Silvia Lemus. Ése fue el inicio de las actividades de Salman Rushdie (Bombay, 1947) en su regreso a la FIL de Guadalajara tras dos décadas, aunque en 2014 participó en Hay Festival Xalapa y visitó la Ciudad de México, donde compartió diversas actividades literarias. “Mis recuerdos en 1995 están un poco borrosos por el tequila que tomé”, evocó Rushdie ante poco más de 2 mil personas reunidas en el Auditorio Juan Rulfo para inmediatamente ofrecer un discurso errante entre la fantasía y la realidad, la fe y la razón, temáticas en las que ha cimentado su obra que le han valido ser candidato natural al Premio Nobel de Literatura. Incluso, hay que recordar que por la escritura de “Los versos satánicos” (1988), el fundamentalismo del Ayatollah Khomeini le condenó a muerte el Día de San Valentín de 1989. Autor también de obras como “Hijos de la medianoche”, “El último suspiro del moro”, “El suelo bajo sus pies”, “Furia”, “Shalimar el payaso”, entre otras, Rushdie entrega una obra que parte de la fantasía y la fe para también, eventualmente, explorar la realidad y la razón en medio de la multitud de las ciudades contemporáneas. La fábula de Rushdie En “Dos años, ocho meses y veintiocho noches”, Rushdie propone una obra abundante en historias y personajes que van y vienen desde tiempos arcaicos hasta días contemporáneos en Nueva York: “En un futuro próximo, después de una gran tormenta, comienza la Era de la Extrañeza. Un jardinero descubre que sus pies no tocan el suelo. Un dibujante de cómic se convierte en superhéroe. Un bebé identifica a los impuros marcándolos con erupciones en la piel. Descienden de unas criaturas mágicas y caprichosas conocidas como ‘yinn’. Su mundo se ha mezclado con el nuestro y ellos, los elegidos, deberán luchar en una batalla entre la luz y la oscuridad que durará dos años, ocho meses y veintiocho meses, es decir, mil noches y una más”, advierten los editores. Rushdie comentó sobre su nueva novela publicada originalmente como “Two years, eight months and twenty-eight nights” en Inglaterra a principios de 2015, editada en España en octubre del mismo año y publicada en México en noviembre: “Lo que trato de hacer es conjuntar una especie de mundo antiguo fantástico con una manera muy contemporánea del momento en Nueva York, quería que el libro se sintiera muy contemporáneo y que tuviera en este mundo contemporáneo estas historias antiguas, meter al genio en el edificio Chrysler para ver qué sucede”. Agregó Rushdie: “Este libro combina el lado oscuro y el lado divertido del ser humano, porque para mí el humor negro es una de las cosas que me atraen”. Una obra kafkiana Uno de los puntos de partida de “Dos años, ocho meses y veintiocho noches” es la fantasía, incluso recordó a Gregor Samsa de “La metamorfosis” de Franz Kafka como pretexto para explorar la condición humana: “En ‘La metamorfosis’ de Kafka, Gregor Samsa se levanta una mañana para decir que se ha transformado en un monstruoso insecto pero nunca se nos explica por qué, sencillamente porque así son las cosas; y después la historia es sobre cómo él tiene que manejar esta situación y cómo las personas alrededor de él también tienen que vivirlo; en ese momento en que ya ha ocurrido la metamorfosis, todo lo demás sobre esta historia es completamente realista, es normal, la manera en que la familia se comporta es sicológicamente profunda y Gregor Samsa ofrece una de las cosas dulces sobre la historia. Él se dice que esto, la metamorfosis, es una cuestión temporal, es una condición, es como si él tuviera un resfriado, está seguro que se va a aliviar pronto, se aferra a estos sentimientos muy humanos y es debido a que una vez que se ha tomado esta decisión de convertir al hombre en escarabajo, todo lo demás es preciso sicológicamente, como es la naturaleza humana”. Reveló cómo uno de sus personajes (Geronimo) en “Dos años, ocho meses y veintiocho meses” descubre que por un motivo evidentemente fantasioso, por supuesto inexplicable, ha levitado, se ha levantado del suelo: “Como en la historia de Kafka, después de eso tengo que ser completamente naturalista, cómo sería entonces para cualquiera de nosotros el estar despegado del suelo, cómo operarías tu carro si tu pie quedara a un centímetro del pedal del acelerador”. La idea es mantener atento al lector: “El punto es que una vez que ocurre una cosa extraña tienes que tomarlo completamente en serio, de lo contrario no funciona, sencillamente es una concepción, para hacerlo real tienes que preguntarte cómo sería realmente si eso sucediera”. En algún punto de su disertación, Rushdie lamentó: “Es cierto, vivimos un momento en el cual las personas parecen prácticamente no confiar en la ficción porque la ficción no está diciendo la verdad, y entonces las personas se sienten escépticas al respecto, incluso cuando vas al cine frecuentemente ves los títulos que dicen ‘basada en una historia verdadera’, como si eso de alguna manera validara esa película. “Yo pienso que lo maravilloso de contar historias es la liberación que te da, el poder inventar, pero si la imaginación no es tan clara en la verdad, entonces se vuelve en algo que no es importante porque cualquier cosa puede suceder, entonces, realmente ya nada importa. El libro tiene que estar enraizado en una cierta visión del mundo y también tiene que tener una consistencia interna grande, esto es lo maravilloso”. Y ejemplificó por qué la lucha entre los yinn y los humanos de su novela: “Uno de los motivos por los que un libro como ‘El señor de los anillos’ sobrevive es porque Tolkien trabajó tanto en crear esa realidad de ese mundo tanto que está sumergido, él sabe mucho más de lo que te narra, de lo que cuenta, el mundo imaginado tiene gran autoridad, y creo que aun si no estás escribiendo sobre duendes y todos los personajes que aparecen ahí, sigue siendo importante que si tienes esta idea fantástica, entonces debes ser extremadamente serio y debes ser realista al respecto”. – ¿Por qué la realidad se alimenta de la fantasía en su obra?, preguntó el reportero de ZETA a Rushdie. “Qué pasa con la gente común cuando algo extraordinario sucede en su vida, cómo nosotros, como gente común, lidiamos con lo extraordinario. Dentro de nosotros hay una fuerza, cómo la encontramos, eso es lo que él, como escritor, busca en sus personajes”. “La historia que realmente estás contando tiene que abrirse paso en la multitud” En un orden actual, Rushdie entrega entonces una obra como una alegoría de las ciudades multitudinarias donde abundan los personajes y, por supuesto, las historias: “Desde el principio tenía la idea de que si estás escribiendo sobre una gran ciudad, uno de los hechos más obvios de las grandes urbes es la multitud, siempre tienes una vida que se vive en medio de la multitud, no como una vida en un poblado como llamaría García Márquez la soledad”. Entonces recordó su visión de la soledad en una ciudad como Nueva York, a propósito de su nueva obra: “La soledad en la ciudad es fantasía, la verdad es la multitud. Me pregunté desde un inicio cómo representas esto en un libro, cómo representas esta naturaleza multitudinaria sobre la vida, y la respuesta es que llenas la narrativa, pones demasiadas historias a propósito en ello y sencillamente pasas por la historia y dices ‘es interesante, pero vamos en el otro sentido’; es algo que hace Cervantes o Lawrence Sir, pueden dejar un personaje por ahí atrás, sí, y a lo mejor ellos tienen su propia historia, pero no estamos contando aquella historia, no la necesitamos en este momento, es un desperdicio a propósito. “Creo que uno de los motivos por los que no he escrito tantas historias breves, es porque las descarto en las esquinas de las novelas, solamente para dar este sentido de la multitud, pero la historia que realmente estás contando tiene que abrirse paso en la multitud, a veces interactúa con la multitud, y algo de la multitud es parte de la historia y a veces no sucede así; sencillamente es como si pasaras en la calle a alguien y no regresas, esta idea de que la ciudad es una multitud de historias, esto lo hice en mi texto y termino de una manera muy diferente”. “Algo mucho más complicado que el bien y el mal” Como en “Las mil y una noches”, en la nueva novela de Rushdie abundan los personajes y las historias dentro de otras historias, lo erótico y el humor, pero sobre todo el interés del novelista en realidad es explorar conceptos más complejos que el bien y el mal. Durante su incursión junto con Pedro Ángel Palou, Salman Rushdie advirtió que en realidad su obra es un pretexto donde los conceptos del bien y el mal tienen otros trasfondos más interesantes: “En algún punto descubres que todas estas historias tienen que ver con esta gran batalla entre el mal y el bien. Pero esa discusión de la gran temática del libro entre la fe y la razón también se confunde ahí, éste es uno de los motivos por el cual al inicio del libro está la imagen de Goya ‘El sueño de la razón produce monstruos’, pero lo que me interesó a mí fue el comentario que Goya hace en esa imagen, es algo más complicado, no sencillamente la razón es buena, lo que no tiene razón es malo; cuando la razón y la fantasía se unen, entonces crean milagros, son los padres del arte, pero cuando se separan, cuando lo irracional no está gobernado por lo racional, ahí es cuando los monstruos aparecen, y nuevamente está diciendo algo mucho más complicado que el bien y el mal. Esa línea de Goya fue la clave que yo quería tocar en mi libro”. Como en la vida real, Rushdie contó que alguno de sus personajes deambula entre el bien y el mal: “Uno de mis personajes favoritos en la novela es una joven que está buscando un esposo rico y no le está yendo tan bien, primero se vuelve asesina, mata a uno de sus amantes y después cuando descubrimos a través de la princesa Dunia, quien es el principal personaje, es una descendiente de los yinn, se recluta en la batalla contra el yinn oscuro y de repente mata gente, que es su talento especial, se vuelve útil, porque en una guerra necesitan este tipo de personas que matan gente. De repente se vuelve un soldado, es una heroína después de ser asesina y sigue siendo ambas cosas, tiene mucha oscuridad en ella, pero se vuelve de cierta manera heroica”. Después de todo, como en su novela, el humano errante oscila entre sus concepciones de lo no enteramente bueno y lo ajenamente malo: “También me intrigaba no solamente la idea del bien y el mal, sino también cómo es que algunos de los personajes se comportan de ambas maneras, no siempre es una novela con personajes en blanco y negro, no, eso sería muy aburrido, porque sencillamente ninguno de nosotros somos blanco o negro”.