Me complace comentarles que conseguí un buen trabajo, pero déjenme expresarles que empezaré desde abajo. Nos pagan capacitación, un entrenador confiable, clases de computación, conocimiento contable. Instalaciones de lujo, equipo completo y nuevo y nuestro hogar se redujo, se anhela un retrato bueno. Contratan personal más joven, pero se llevan un fiasco, porque a la primera corren, ¡él trabajo les da un asco! La motivación comienza temprano el fin de semana con ejercicio se piensa con gracia por la mañana. Agradezco diariamente el despertarme con vida, sin atosigar la mente con pensamiento de envidia. El trabajo es recompensa de una actitud positiva, manutención y despensa de gente que es muy activa. Nos mantiene saludables, el tiempo, no lo demora, tus acciones se hacen loables si el compromiso enamora. Progresan grandes empresas de cadenas comerciales, empleados se sienten fresas sin problemas familiares. No contestan el saludo, actúan como pobres sordos y pasan muy a menudo como si estuvieran sordos. Vigilando al que labora, criticando su trabajo, limitándolo en su zona, ¡cada quien con su relajo! Reflejan su temor de ciegos, los motiva el liderazgo, los aparatos se hacen viejos, mantenimiento en rezago. No hay acción que los motive a trabajar tenazmente ni sueldo que los active a laborar felizmente. Cuando llega un aspirante generan más cochinero, que lo limpie el ayudante, pues viene de limosnero. Pero sepan, ciudadanos de México y el mundo entero, sabemos que nada damos si es que no lo han ganado primero. Aunque vamos en otro barco, pero somos del mismo barro, clases sociales forman un arco, piensan que es lujo tener carro. Hombres de algunas familias nacieron con pañal de seda, sus bienes cuentan por millas, su playa privada, se queda. Otros tantos que trabajan solo para hacer dinero, cuando lo logran, se forjan, se vuelve muy altanero. Se encadena en la avaricia, entre más tiene, más quiere; los billetes, acaricia y su codicia nos hiere. La clase media progresa trabajando con decoro, pero se afloja y regresa para ser parte del coro. Consciente de una piedrita, gente envidiosa, sin lema, que te molesta, te grita, no agradece tu dilema. Solo recordarles quiero, casi todo puede el dinero, jamás un amor sincero, menos paz, ni salud ni esmero. Discutan mi atrevimiento de confeccionar su traje, si no le queda, lo aliento a omitir este mensaje. Desquitemos nuestro sueldo, viva feliz, lo presiento, pero esmérese, bien cuerdo, a su sastre represento. Joel Vizcaíno Parra Tijuana, B. C.