(POR: Lourdes Téllez) MADRID, ESPAÑA.- Por primera vez en los 40 años de democracia reciente en España, ningún partido consiguió el suficiente número de votos para formar gobierno. El Partido Popular del ahora presidente en funciones Mariano Rajoy logró convencer al 28.7 por ciento del electorado; mientras que el Partido Socialista consiguió un pobre 22 por ciento de votos. Las formaciones políticas de reciente creación, el izquierdista Podemos y el centrista Ciudadanos, fueron en realidad los triunfadores al entrar con fuerza con el 20 por ciento y el 15 por ciento respectivamente. “Se abre una nueva etapa política que no tiene referente en ninguno de los procesos electorales de la democracia española. El bipartidismo que ha sobrevivido durante casi cuatro décadas, llega ahora a su fin”, explicaba a ZETA el analista político Ignacio Escolar, quien como el resto de españoles ven claro que hegemonía de dos únicos partidos, PP y PSOE, está más que enterrada. “Por primera vez se rompe el modelo político que nació en la transición donde había dos grandes partidos, uno de centro izquierda y otro en el centro derecha, que se alternaban en el poder y que juntos sumaban entre el 75 y el 80 por ciento de los votos. En esta ocasión no ha sido así. La suma de los dos se queda en poco más del 50 por ciento”, comentaba Escolar. España en cuatro partes La campaña electoral, que en España dura solo 15 días, ya preveía un complejo escenario postelectoral no sólo por la aparición de Podemos y Ciudadanos en sí misma, sino por el tenso clima político que se respiraba esos días. La celebración de dos debates, uno al que Mariano Rajoy no quiso enfrentarse con sus tres oponentes principales, otro en el que solo debatió con el socialista Pedro Sánchez entre reproches por los numerosos casos de corrupción e insultos. Sumando, a sólo tres días antes del cierre de campaña, el esperpéntico puñetazo que recibió el ahora presidente en funciones de España a manos de un menor de 17 años -que resultó tener vínculos con su familia-, la tensión y la división en el país ibérico estaba servida. Por eso el domingo 20 de diciembre, día de la elección, se esperaba la participación de 36.5 millones de españoles. Aunque la afluencia de votantes a los más de 23 mil colegios electorales repartidos por todo el país fue masiva en algunas horas, finalmente el porcentaje de electores que acudieron a votar fue del 73 por ciento (25.3 millones), solo cuatro puntos más que la anterior elección de 2011. Un tranquilo día sin incidentes reseñables, marcado eso sí por el nivel 4 de alerta antiterrorista, que desplegó a 91 mil agentes (guardias civiles, policías nacionales y locales) para velar por la seguridad y el buen desarrollo de la jornada. Una vez cerraron todos los colegios electorales a las 9:00 de la noche, el recuento de votos tardó tres horas. A medianoche se constató que lo augurado por los últimos sondeos de intención de voto calcó casi milimétricamente el resultado de las elecciones. El Partido Popular logró el mayor número de votos, 7.2 millones, lo cual representó el 28.72 por ciento. El Partido Socialista consiguió 5.5 millones de votantes, el 22 por ciento del electorado. Con tan solo dos años de existencia, el partido Podemos, el cual englobaba a cuatro partidos regionales (Podemos, Podemos-Compromís, Podemos-En Marea-ANOVA-En Comú) entró directo al tercer puesto con casi 5.2 millones de votos, el 20.6 por ciento del total. Ciudadanos, nacidos en Cataluña para luchar contra el proceso independentista, consiguieron 3.5 millones de votos, casi el 14 por ciento de los electores. Baile de pactos España es una monarquía parlamentaria en la que el jefe del Estado es el Rey y el presidente y su gobierno emanan de las Cortes Generales. La renovación de los 350 diputados y los 208 senadores fue lo que se votó el domingo. Con los votos y porcentajes obtenidos, el PP se hizo con 123 escaños y el PSOE alcanzó los 90 diputados. El sistema de reparto de curules, en donde debe primar la representatividad geográfica, ha hecho que Podemos, que casi empató con el PSOE en número de votos, sólo logró 69 escaños. Ciudadanos con su 14 por ciento de votos obtuvo, 40 diputados. Cualquier partido que quiera gobernar, necesitará tener mayoría en apoyos que sumen más de 175 escaños. El juego de los pactos ha comenzado. “No solamente va a hacer falta un acuerdo a dos, sino que por primera vez habrá un parlamento riquísimo con un montón de voces. Mariano Rajoy, el primero que va a intentar formar gobierno, necesita tener más votos a favor que en contra y ahora no los tiene. El bloque formado por Partido Popular y Ciudadanos suma un total de 163 escaños, insuficiente para constituir un Gobierno con manos libres”, explica Escolar. Si las alianzas naturales por cuestiones ideológicas no bastan, la “otra opción que algunos citan es la gran coalición PP-PSOE juntos para gobernar, aunque si eso sucede sería la muerte del partido socialista”. Esa fórmula es la primera que Mariano Rajoy se ha planteado al invitar al líder socialista a una reunión en el Palacio de la Moncloa (a Los Pinos en México), tres días después de la elección. “Vamos a votar contra la continuidad del gobierno de Mariano Rajoy. El no a Rajoy es el sí al cambio”, declaró Pedro Sánchez tras visitar a Rajoy. El 13 de enero de 2016, se constituirá el Congreso y comenzarán de forma institucional las conversaciones. La aritmética no cuadra si no hay un gran pacto de los dos grandes partidos. “Que Pedro Sánchez intente formar gobierno lo tiene también dificilísimo porque necesitaría del apoyo de los independentistas catalanes”, dice Escolar. Pedro Sánchez PSOE y Podemos, la tercera fuerza, apenas llegan a 159 diputados. Si sumaran los suculentos 9 escaños de Esquerra Republicana y los 8 de Democràcia i Llibertat, ambos independentistas de Cataluña, junto a los 6 del Partido Nacionalista Vasco… tendrían hasta 23 diputados a su favor. Un gobierno con cinco jugadores que en cualquier momento se podría caer y que implicaría ceder, sobre todo a los catalanes, no sólo más autonomía, sino el derecho a decidir su permanencia dentro de España. Los cuatro partidos mayoritarios ya han trazado las líneas rojas que no traspasarán a la hora de la negociación. Podemos, Ciudadanos y PSOE tienen en común que no quieren a Rajoy gobernando en la Moncloa, aunque en el caso de Ciudadanos y los socialistas no está claro si aceptarían un gobierno de derechas si el actual presidente en funciones renuncia y le cede el puesto a alguien más de su partido (como la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría). La reforma de la Constitución (que no se ha tocado desde que Franco murió y dio paso a la Transición), frenar los recortes en cuestiones clave como la educación o la sanidad y la unidad territorial de España, son algunos de los temas que pesarán a la hora de negociar el poder. Nuevas elecciones A partir del 13 de enero, los nuevos y divididos diputados tienen dos meses para llegar a un acuerdo. Si no lo consiguen, irremediablemente se tendrán que disolver las Cortes y volver a convocar una segunda elección que se estaría celebrando hasta abril o mayo. Meses en los que España vivirá sin una cabeza visible. Una incertidumbre postelectoral que los españoles han propiciado con su voto y que para Ignacio Escolar es en el fondo muy positiva. “Para nosotros es muy extraño todo esto, pero normalmente en Europa era muy raro que hubiese dos partidos por encima del 40 por ciento y ahora ningún partido llega al 30 por ciento. Eso nos asemeja mucho más a países como Alemania, Holanda o Dinamarca. El fin del bipartidismo en el fondo nos convierte en un más país más europeo de lo que éramos hasta ahora. Sin duda más democrático. Esa cerrazón de un gobierno que es impermeable a la crítica se ha acabado para siempre”, concluye el analista.