(EDICIÓN IMPRESA) Le dijeron que sí, pero no le dijeron cuándo. El narcotraficante Ernesto Rafael Fonseca Carrillo sigue observando el sombrío paso de los días, de los meses y los años desde un penal de máxima seguridad en Jalisco. En abril pasado le concedieron la medida de confinamiento, en sustitución de la pena de prisión, pero el capo sigue en la cárcel. El tiempo transcurre y “Don Neto” Fonseca desespera. A través de sus defensores señaló un domicilio para continuar con la compurgación de las sentencias condenatorias que le fueron impuestas, además, se desahogaron pruebas para acreditar que el lugar propuesto cumple con los requerimientos que señala la Ley. Sin embargo, al juez de la causa -que conoce del beneficio concedido al sinaloense en cumplimiento a lo ordenado en un amparo directo- no le resultan suficientes las conclusiones vertidas en el dictamen pericial en materia de seguridad del inmueble ofrecido por el sentenciado y le solicita amplíe su medio de prueba u ofrezca uno nuevo. El juzgador solicita entre otras cosas que “se determine sí el inmueble cuenta con vías visibles u ocultas (pasadizos, túneles) de comunicación con predios o fincas diferentes a la propuesta”. También la autoridad judicial desea conocer “sí dicho inmueble se encuentra enclavado en un sitio cuyas cercanías no se localicen espacios amplios (campos deportivos de futbol, campos de golf) que permitan el aterrizaje de aeronaves, así como si el inmueble de mérito cuenta con instrumentos para verificar que no ingresen personas con objetos ilegales”. El juez justifica su actuar y su exigencia en la necesidad de que la finca destinada a albergar a Fonseca Carrillo cuente con medidas especiales, “a efecto de salvaguardar la vida y seguridad tanto del confinado como de las personas que se encargarán de vigilar el confinamiento”. NO QUIERE VIGILANCIA El auto dictado en el expediente del caso no cayó nada bien a “Don Neto” y sus abogados. Más aún que todavía falta el peritaje oficial, para cuyo desahogo, el agente del Ministerio Público de la Federación ya designó a un inspector, quien deberá aceptar y protestar el cargo conferido y emitirá su dictamen sobre los puntos señalados para verificar si el domicilio propuesto cumple con las exigencias. Ernesto Rafael intentó infructuosamente que el juez revocara su propia decisión, pero el recurso fue desechado, haciendo más larga la espera de un hombre que tiene más de 85 años de edad y condenas de 40 años de prisión, de los cuales lleva 30 años compurgados en los reclusorios Norte del Distrito Federal, CEFERESOs 1, 7 y 2 en el Estado de México, Durango y Jalisco. Víctima de sus circunstancias y de la tramitación legal que el caso amerita, Fonseca -tío, compadre y ex socio del también traficante Rafael Caro Quintero- decidió interponer una demanda de amparo en contra del manejo que se le ha dado al beneficio de una medida cautelar que aún no ha visto materializada. En el Juzgado Sexto de Distrito de Amparo en Materia Penal del Estado de Jalisco, se dio inicio al juicio de derechos fundamentales invocado por “Don Neto”, quien señala como autoridad responsable de la prolongación de su encierro al Juez Cuarto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Estado de Jalisco.