El 30 de septiembre, Baja California Sur rememoró el ciclón “Lisa”, que en 1976 azotó a la media península y dejó marcadas a cientos de familias con imágenes de tragedia, miles de muertos en las calles, destrucción y prácticamente borrada media ciudad. Las fuertes corridas de agua arrasaron con todo a su paso. María Inés Marrufo recuerda con tristeza aquella noche: “Toda la tristeza que hubo por la pérdida que tuvimos de los familiares y tanto muerto que quedó, ahorita aquí está muy solo (Panteón de Los San Juanes) porque hubo familias que se fueron enteras, no tienen ni quién les venga a poner una florecita. Perdí a mi mamá, mi hermana y tres hermanos”. Familias enteras se perdieron entre la corriente, algunas lograron salir a tiempo, mientras que otras fueron arrastradas por varias horas. Los sobrevivientes recuerdan ese momento como si fuera ayer: “Ellos salieron entre el agua, Diosito los ayudó, mi hermano duró seis meses para recuperarse de los golpes con los que salió, todo picado por varillas y todo eso”, dijo María Inés. Fue a las ocho de la noche cuando el agua arrancó todo, como si las viviendas fueran de papel y a las familias que las habitaban, don Nicasio Marrufo es un sobreviviente, fue arrastrado por las aguas: “Vivíamos en la Rosales, entre Ayuntamiento y Regidores. De ahí me llevó el agua hasta allá, me acercaba a los basureros grandes y de ahí me agarraba, venía otra ola y otra vez nadando; ya cuando me salí del agua iba, hasta que salió la mañana me fui con un palo porque no podía caminar”, evocó. Una rama de un árbol fue la diferencia entre la vida y la muerte para don Nicasio, el agua había alcanzado niveles nunca antes pensados. “Cuando llegué al árbol, de ahí me agarré y quería tocar el suelo, y no alcanzaba a tocar. Al rato empezó a bajar y ya cuando toqué el suelo, me llegaba el agua hasta aquí (cuello), y ahí me estuve hasta que amaneció; ya de ahí a buscar quién me diera una camisa o un pantalón, estaba desnudo”, dijo con un nudo en la garganta. Perdió a su madre y cuatro hermanas en el desastre, sin embargo, hoy tiene fuerzas para contar su historia, de sobrevivir -como muchos- a uno de los ciclones más fatales en la historia del país. “Me metí a una casa y me dieron un pantalón de éstos, me pusieron un trapo de aquí a aquí, si no, se me caía, y me dieron una playera guangota. Ya cuando aclaró, le dije a la señora que ya me iba y no me dejaba ir, porque estaba todo lleno de muertos entre los árboles, ahí andaban los militares juntando todo”. Recuerda cómo fue su encuentro con la familia que le sobrevive, pero aun con sentimientos encontrados por no volver a ver a su madre ese día, ya que por sus lesiones, no pudo salir a darle el último adiós. “Estaba tirado un poste negro de la luz, lleno de cables, y yo con la pierna así, y dicen ‘mira donde está el cachito’, venía mi papá y una hermana de él que ya falleció, y su esposo que está en la tumba blanca, y de ahí me llevaron a donde estaban la Cruz Roja, y ya hicieron así las manos y me sentaron y me llevaron”, finalizó Nicasio. Hoy solo los recuerdos quedan de aquella noche que cambió la vida de muchos, para otros, la luz del sol no volvió a salir. Quedaron enterrados en varios puntos de la ciudad, algunos dicen que el fraccionamiento Bellavista fue un punto donde muchas personas quedaron enterradas, mientras algunos buscaban los restos de sus familias, otros luchaban por sobrevivir. “Buscándolos para ver a dónde los llevaba, porque los estaban acarreando en carros y así, y nos dijeron ‘vayan al (hospital) Salvatierra porque ahí va a llegar una parte y al Sagrado Corazón de Jesús la otra. A mi mamá hasta las seis de la tarde llegaron con ella, en el Hospital Salvatierra encontramos a mis otros tres hermanos. Pasan los años, pero siempre los recordamos, a nosotros no se nos olvida (se le quebró la voz), cuando oímos que viene un ciclón, de mi parte me pongo muy nerviosa”, expuso María Inés. Así como la historia de los Marrufo, hay miles de anécdotas que no se han terminado de contar, para otros el final llegó hasta la fosa común, en el Panteón de Los San Juanes, algunos a la fecha sin ser reconocidos, otros ya sin familia; éste es el recuerdo que dejó “Lisa” a su paso por La Paz. El 30 de septiembre de 2015, autoridades de Baja California Sur recordaron la tragedia ocurrida hace 39 años, el aniversario luctuoso se llevó a cabo en la fosa común del Panteón, lugar en el cual decenas de camiones depositaron miles de cuerpos sin identificar que fueron arrastrados por la corriente. Allí, miembros del Ayuntamiento de La Paz montaron “una guardia de honor a todas las familias que cayeron lamentablemente aquel 30 de septiembre de 1976, la verdad un recordatorio a la prevención, en aquellos años no teníamos los elementos de protección civil que se tienen hoy, este lamentable suceso hizo el llamado del despertar de las conciencias ciudadanas”, lamentó Armando Martínez Vega, alcalde de La Paz. Por su parte, el titular de Protección Civil Municipal de La Paz, Eduardo Bautista, recordó que derivado de la tragedia, en 1985 se creó Protección Civil en la entidad, con el afán de dar mayor información y prevenir a los ciudadanos de la actividad meteorológica, e informando oportunamente de “estudios meteorológicos que se dan últimamente, es mejor la tecnológica, mejor participación, hay más experiencia y sobre todo, ya existe la protección civil, que anteriormente no existía, y esto pues, lógico, nos da la oportunidad de prevenir mucho más los incidentes que pudieran ocurrir”, apuntó.