Una muestra de que existen instituciones de periodismo que privilegian la independencia del medio, la investigación periodística y el impacto social de la propagación de la información y la transparencia, son los reconocimientos que el Premio Nacional de Periodismo 2015 y Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, otorgaron al equipo de periodistas encabezados por Carmen Aristegui por el reportaje de la “Casa Blanca” de Angélica Rivera de Peña, adquirida a una filial de Grupo Higa, principal contratista del Estado de México cuando Enrique Peña Nieto fue gobernador. El probable tráfico de influencias para la adquisición de la mansión valorada en más de 7 millones de dólares, se asumió a partir del reportaje de Aristegui. El tema se trató en medios internacionales y nacionales que conservan una mayor independencia del Gobierno de la República, mientras la administración de Peña se “auto investigó” para determinar que no había habido tráfico de influencias en la transacción que la primera dama presuntamente ya puso a la venta para evitar suspicacias. Los reconocimientos al reportaje contrastan, pues con la actitud de un Gobierno Federal que administra en la opacidad, y a la abrupta salida -con otro supuesto motivo- de Carmen Aristegui del programa radiofónico que titulaba todas las mañanas por MVS. Mientras la administración de Peña sigue bajo sospecha social nacional e internacional, el reportaje que develó el acto es reconocido por los consejos ciudadanos. Contrastes mexicanos, pues. Por cierto, la periodista llevará el caso de su salida de MVS a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, con el razonamiento de que el espacio radioeléctrico es una concesión del gobierno y el concesionario no cumple con los derechos fundamentales. Dijo Aristegui: “Será el dueño del micrófono, del edificio, pero no del espectro radioeléctrico, que es propiedad de los mexicanos; ni tampoco es dueño de la opinión de los periodistas que ahí trabajan”.