Crecer junto a su madre y cinco hermanas, acercó a Carlos Bracho a la cocina y su mundo de posibilidades en platillos. Aprendió a hacer tortillas y guisar alimentos más elaborados, sin prever que sería el inicio de una de sus pasiones: la comida. Justamente ésta le da forma a “La Lujuria del Gourmet”, libro que escribió en un formato de 48 cartas de amor, para compartir parte de su experiencia en la gastronomía, producto de los viajes que ha podido hacer como actor. “Aquí tienen comida china y de varias nacionalidades, pero la comida original es rica y muy variada. Yo seré carnívoro hasta la eternidad, de mis favoritos aquí son las carnes espléndidas. Hay gran variedad de comida en Baja California pero mi preferencia siempre será la carne, imagínate acompañarla con un buen vino de Calafia o las regiones maravillosas del Valle de Guadalupe. Dentro de mi libro hay un viaje a visitar los viñedos y doy los nombres de los grandes vinos”, compartió con ZETA, el actor que, con la telenovela “El Patio de Tlaquepaque”, comenzó su carrera en 1966. Miembro fundador de la Sociedad General de Escritores de México y alumno del Taller Literario de Juan José Arreola, Bracho mantiene hasta la actualidad, la disciplina por escribir, incluso anteponiéndola a la actuación: “Andrés Soler me metió al mundo del teatro, del cine y la televisión. Dejé los toros y entré de lleno en la gastronomía, los viajes y el trabajo de la escritura. Para mí la escritura es todo un rito y tengo tiempo para ella. Soy hiperactivo, así tengo obras de teatro, novelas y cuentos. Mi actividad, primero que ser actor, es ser escritor y sigo escribiendo”, declaró. “Flor de Durazno”, “Lo Que Más Queremos” y “Con El Miedo en la Venas”, son algunas de las películas en las que ha participado el además fotógrafo y activista, pero su orgullo y referencia en el cine sigue siendo “San Simón de los Magueyes” (1973), por contar con un guion escrito por él. Sin embargo, lamenta que ese trabajo y el que hizo como editorialista en los periódicos Excélsior y El Universal, se desconozcan porque la gente no lee. “Somos un país que no lee, entonces no se sabe de ello. Falta la disciplina hoy más que nunca. Para existir en la vida hay que leer, porque somos un país que está en el atraso, que está en la barbarie, somos un país que somos tercer mundo, total y absolutamente. Tú llegas a Brasil y el bolero te va a hablar perfectamente, con adjetivos, pronombre y sustantivos su idioma, y aquí quién sabe qué te dijo. Nuestro idioma está limitado por desgracia, por eso somos un país conquistado, todo es inglés, todo es en dólares, no somos dueños de nada absolutamente en este país, ni de la tierra. Somos ahora esclavos de Canadá y de China porque las minas son de ellos, no de nosotros los mexicanos, o sea que estamos fritos. El aire no nos pertenece, pertenece a las grandes compañías internacionales, la banca pertenece a España y para escribir libros en este país también dependes de ellos. Es absurdo en absoluto porque somos un país que no lee”, externó el partícipe constante del programa “Leo…Luego Existo”, que promueve el Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes (CONACULTA), a través del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Colaborador en los últimos años de once antologías de cuentos, mediante las series “7 Pecados Capitales” y “Las Cuatro Estaciones”, en 2016 Carlos Bracho editará la novela “Muerte en la Azotea”, cuya historia le relató al semanario: “Se trata de mi primo José Bracho, era el lugarteniente de Genaro Vázquez Rojas, al que el ejército mexicano le dio un culatazo porque no podían con él. Qué chistosos los soldados de doble ancho, mi primo andaba desarmado, fue (en 1973) cuando su guerrilla raptó al cónsul gringo (George Terrance). Para liberarlo pidieron que José Bracho y diez guerrilleros más se pudieran ir a Cuba, allá estuvo y acaba de regresar hace poco. Ésa es la historia, donde el ejército está asesinando a mis amigos, a ver si no la censura el honorable gobierno mexicano, todos rateros inmundos; el de arriba y el de abajo, cuando el pueblo está muriéndose de hambre, el campo abandonado y los sueldos de diputados y senadores altísimos. Estoy lleno de coraje, sí, no de tristeza; tengo un coraje enorme de toda la vida…Yo soy un rebelde por fortuna y con la frente en alto, yo no robo, el que roba es (Enrique) Peña Nieto y los que asesinan son los soldados mexicanos”, concluyó el actor que a finales de los 80s fue candidato a Gobernador del Estado de México, por parte de la Unidad Popular Mexiquense, y que hoy asegura canalizar esos sentimientos escribiendo libros como “La Lujuria del Gourmet”.