Al lado de Nicolás Santella, pianista al que describe como excepcional en toda la extensión de la palabra, Ely Guerra vive una de sus experiencias musicales con mayor reflexión, permitiéndose cantar los éxitos de su carrera de manera orgánica. De esa forma llegó a Tijuana el sábado 3 de octubre, para un concierto de casi hora y media, posible gracias al festival Entijuanarte. Eran las 10:24 pm, cuando la regia y su colega desde hace 18 años, arribaron al escenario montado en la explanada del Centro Cultural Tijuana (CECUT), para ser testigos de una estampa en la que cientos de personas esperaban el comienzo de su participación. Sin embargo, por varios minutos esa expectativa decayó un poco ante las fallas de audio. Ely Guerra comenzó a cantar pero no se le oía. Hizo señas de que su micrófono no funcionaba, pero se le ignoró. Las rechiflas y quejas comenzaron. De un rostro desesperado a las ganas de sacar adelante el momento, solo hubo unos segundos de separación. Tras gritar a la consola y que un segundo micrófono se le otorgara, solo para darse cuenta que tampoco servía, Ely tomó la decisión de seguir. Cantó sin ayuda y, aunque los más lejanos seguramente no pudieron escucharla, al menos todos los colocados frente al espacio principal al templete, vivieron un momento único al percibir su voz esforzándose por salir bien librada de la situación. Entre aplausos de agradecimiento a su esmero, finalmente el audio volvió a la normalidad y el resto de “Solamente una Vez” marcó el inicio del concierto, al que se sumarían quince canciones más, entre ellas “Peligro”, “El Mar” y “Vereda Tropical”, que dijo, canta en un deseo por unir generaciones de autores mexicanos. Le seguirían “Espinita”, “¿Por qué Tendría que Llorar por Ti?” y “Tu Boca”. Sin la sobre exigencia de hacer uso de la guitarra, un distorsionador o batería, la cantante de 44 años lució su voz por cuenta propia. Se alejó la mayoría de las veces de sus tradicionales notas desgarradoras, y en cada una de las letras cantó con un toque más suave que se impregnó a la dulzura que producía el piano, pero no dejó su sensualidad fuera. “Para Hacerme Perdonar”, “La Llorona”, “El Preso Número 9”, “Colmena” y “Mi Playa”, se antepusieron a “El Duelo”, que presentó como un tema famoso gracias a ella, luego de su participación -en 2001- en el MTV Unplugged del grupo La Ley. Mientras que el cierre del concierto quedó dignamente a cargo de “Júrame”, un cover a “El Triste” y “Quiéreme Mucho”, tema que, en rueda de prensa, comentó sería su carta de presentación con alguien que no la conoce, porque tiene como esencia al bolero y describe quién es como mujer. Lamentablemente, en la interpretación de esta pieza también se hicieron presentes fallas técnicas. Una mujer comprometida Ely Guerra compone canciones desde los nueve años, con el compromiso de que el único éxito que quiere tener, es el de la satisfacción de crear un puente con su público. Por eso, en 2008, dejó de ser parte de EMI Music para trabajar como independiente con Homey Company, proyecto conformado por apenas treinta personas. Segura de que nadie puede ayudar a la gente a crecer en un oficio, sin importar el que sea, y que el camino de un artista está trazado, esperando a que la persona decida comprometerse con él, hoy dice estar en el proceso creativo más confrontante de su carrera, al intentar crear canciones inéditas luego de varios años. “No puedo escribir las canciones que escribí a los 30 años, estoy viviendo una realidad distinta y yo me siento obligada a expresar a través de mis canciones, no solamente quién soy a mi edad, sino qué ocurre en mi país a mi edad, qué pasa en mi sociedad en mi edad y qué nos ocurre a las mujeres, hablando de género. Esa es mi responsabilidad como una persona creativa”, declaró Guerra a la prensa tijuanense en el marco de su visita, la cual también aprovechó para exponer su percepción del país, al concluir: “Veo dos extremos. Cuando me acerco mucho a los más jóvenes me siento con una energía inquietante, me gusta, los admiro, los aprecio. Me gusta ver una fuerza distinta en mi país en los jóvenes, clarificador, inteligente, comprometido. Nunca antes nuestros jóvenes se vieron más comprometidos como hoy, pero eso pasa porque nos toca el dolor, porque nos toca llorar, porque estos 43 no era jóvenes random que ocurrió una desgracia; eran jóvenes inteligentes que sabían lo que querían, informados, y ahora me encanta ver que hay un batallón dispuesto a continuar ese legado, a continuar esa batalla. Lo que ellos hicieron no acaba ahí, tenemos que concluirlo los que nos quedamos. Esos dos extremos es lo que veo”.