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sábado, octubre 12, 2024
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Suicidio: debe atenderse de forma social

Contrario a lo que muchos piensan, Joaquín no fue cobarde ni valiente. En ese instante y seguramente desde días antes, no pudo pensar en otra cosa que en la necesidad para resolver sus problemas, de renunciar a algo que sin duda le pertenecía. “No es ni una cosa ni la otra. Las personas con conductas suicidas pasan por momentos de crisis en los cuales consideran que la única solución para sus problemas es la muerte. Es un error de juicio. Por supuesto se presentan en el curso de un trastorno mental.  Se trata de alegar la discusión de clasificaciones moralistas y centrarla en que son personas que necesitan apoyo social”, comenta en entrevista el investigador Luis Miguel Sánchez Loyo. Hay tres cosas que, de acuerdo con las conclusiones de los expertos, un suicida no puede dejar de pensar. Joaquín, como los demás, no dejó de hacerlo: “Soy un fracasado, mis problemas no tienen remedio y nadie me puede ayudar”. Él, en la tercera década de su vida, decidió acabar con su existencia en su lugar de trabajo. En una de las diligencias que hacía en un área de la empresa, colgó una cuerda en una estructura sólida que terminaba atada a su cuello. Varios de sus compañeros llegaron a destruir el montaje que preparó Joaquín, e intentaron reanimarlo cuando lo tendieron en el suelo, pero ya había pasado el tiempo suficiente. Días después se supo que vivía con la preocupación de no tener un mayor ingreso económico, y además, con la pena reciente de haber terminado una relación con su pareja. Pero finalmente, solo él supo la verdadera razón por la que decidió ese final. Aunque escribió sus últimas palabras, no responsabilizó a nadie y por lo menos dos veces manifestó que la decisión fue propia. Pidió unidad  a su familia. Cuando una persona se suicida, son recurrentes contextos de violencia, de fracaso laboral, económico, sentimental, y que hayan caído en algún tipo de adicción. Dependiendo de la vulnerabilidad emocional es el riesgo de sufrir depresiones, trastornos de bipolaridad o límites de la personalidad. Así es como las dificultades particulares se sobrellevan de manera distinta y se toma la vía del suicidio, o no. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una determinación de este tipo no deriva de una sola causa, pues intervienen factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociales, culturales y medioambientales.   Vulnerabilidad genética   A un suicida no se le puede etiquetar, pues no es posible establecer comunes en su estudio. Sin embargo, se han identificado condiciones mentales, físicas o sociodemográficas que hacen a una persona vulnerable, sin la atención adecuada y a tiempo. Luis Miguel Sánchez Loyo, doctor en Ciencias del Comportamiento y presidente de la organización Decide Vivir México, explica que bien pueden referirse tres subgrupos de personas dentro del campo de estudio de comportamientos suicidas. En entrevista, habla en primer lugar de un factor que, aunque no es el único, se toma en cuenta. Se refiere a una vulnerabilidad relacionada con la deficiente neurotransmisión de serotonina, lo que puede provocar, entre otros estados mentales, depresión. “Podríamos comprarlo con la diabetes: hay una vulnerabilidad genética, pero si esa la juntamos con mala alimentación y vida sedentaria, pues ya valió”, comenta sobre una postura discutida a nivel internacional, en la que aún quedan preguntas abiertas.   Otra es la vulnerabilidad epigenética (reacción de los genes al medio), que se presenta por eventos reiterativos, en este caso relacionado con las agresiones y el maltrato durante la infancia y la adolescencia, o la exposición a altos niveles de estrés. Las personas que sufren de un impacto emocional repentino entran también en el análisis del especialista: la pérdida de un ser querido, del empleo, una desgracia económica, ser víctima de un crimen como una violación, del crimen organizado o incluso cometer un delito de impacto. “El sujeto no sabe cómo rehacer su vida y empieza la aparición de un trastorno mental que regularmente en nuestro país son mal atendidos”, expone Sánchez Loyo.   Marginación   También investigador de la Universidad de Guadalajara, Luis Miguel Sánchez Loyo identifica perfiles de acuerdo a su experiencia en el trato de pacientes suicidas. Todas, en México, relacionadas con la violencia, el fracaso laboral y el incumplimiento de expectativas que en nuestra cultura no se pueden renunciar. Con base en información que difunde el Instituto Nacional de Estadística y Geografía –INEGI, cuyas cifras más recientes datan de 2013-, Baja California registra una particularidad frente al resto de los Estados, pues de los números totales de suicidios ese año -121-, el 50 por ciento fueron en personas de entre 30 y 49 años de edad. A diferencia del resto del país, donde los porcentajes más altos los ocupan jóvenes de 15 a 29 años. “Vas a tener a un hombre que no puede mantener a su familia, que se siente mal por eso, que no sabe manejar sus emociones y que por eso las canaliza hacia las adicciones, y eso genera un círculo vicioso, un círculo donde negativamente se relaciona una cosa con la otra. El que sea adicto le quita recursos para soportar a su familia, el que sea adicto lo hace marginado socialmente de su casa. Eso lo hace que se sienta solo, que sienta que no puede con la adicción y llega al punto al que no le ve sentido a la vida”, argumenta Sánchez Loyo. Por su parte, el doctor Héctor Paredes, especialista del Hospital de Salud Mental de Tijuana, refiere que se ha podido identificar a un grupo dentro de las edades con mayor prevalencia, tomando en cuenta los pacientes de la institución. A partir de ahí, localiza dos factores en la región: el de la migración y el consumo de alcohol y drogas. “Todo el estrés que tiene en su travesía, llegar a la ciudad donde no conocen a nadie y que en muchas ocasiones les falle el objetivo de pasar al país vecino. Tienen que vivir en la calle, no hay ningún sustento económico seguro, hay muchas presiones porque hay abusos en la calle.  Todo eso se les acumula. Esa es una población que se ha podido identificar, pero a final de cuentas, cuando hablamos de suicidio no es solo ese perfil, sino también personas de estratos altos, con otro tipo de presiones. En la actualidad todos vivimos en un constante estrés, familiar, social, económico, esto desemboca en problemas de ánimos, de nervios”, cita.   Otros perfiles   Luis Miguel Sánchez Loyo agrega que los jóvenes -que en México encabezan la estadística del suicidio- ven dificultades para, en primer lugar, cumplir con su rol de asistir a la escuela, de colaborar con la economía familiar en núcleos necesitados y, por tanto, plantearse objetivos a corto y largo plazo. Caen en adicciones y en un mal uso de su tiempo libre. A las mujeres maduras y con hijos, es común detectarles problemas de violencia familiar, falta de comunicación con los hijos o infidelidad. La madre  ve incumplida su “obligación” de tener una familia armónica como “responsable del hogar”. Según el especialista, en casos de madres solteras las alteraciones emocionales y mentales aumentan, pues le corresponde satisfacer las necesidades económicas y de convivencia en la familia. En los ancianos -a partir de los 65 años-, rango en el cual Baja California aporta a la estadística 5 de 434 suicidios, las características suelen ser enfermedad intratable económicamente, sufrimiento físico, abandono y maltrato. Mientras que en los niños -menores de 14 años- deciden renunciar a familias “multi problemáticas”, con violencia e incluso agresiones físicas y sexuales.   Números: ahorcamientos y armas de fuego; la mayoría en hombres   Según datos del INEGI correspondientes a  2013, en Baja California se registró el 2% de los 5 mil 909  suicidios del país, cifra que ha variado entre los 110 y 150 casos por año; comportamiento similar para 2014.    La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) informó que en 2014 se abrieron 148 averiguaciones previas, 27 más que en 2013. Mientras que de enero a julio del presente año, el número va en 92. Por cantidad de eventos, sin tomar en cuenta la cantidad de habitantes de cada municipio, a lo largo de los años Tijuana ocupa el primer lugar, seguido por Mexicali, Ensenada, Tecate y Playas de Rosarito. Así como los suicidios en hombres ocupan entre el 85 y 90%, por encima de las mujeres, también la forma de hacerlo, ya que  la gran mayoría utilizaron el método del ahorcamiento.   No hay redes de apoyo   En la opinión de Fernando Sillas Noriega, psicólogo de la Unidad de Atención a Víctimas de la PGJE, la primera reacción de familiares de personas que consuman el suicidio, es la de culparse por no haber atendido a tiempo las “señales” que este les dio: regularmente comportamientos diferentes y comentarios relacionados con la muerte. Por su parte, Sánchez Loyo habla de que dentro de la sociedad no se han podido crear redes de apoyo, y que el Estado tampoco ha sido capaz de buscar una solución, derivado tal vez de que el país no encabeza a nivel mundial la tendencia.   Propone establecer soluciones sociales, laborales y médicas a personas con antecedentes de acuerdo con su estilo de vida. “Implicaría no ver al suicidio como solo un problema de salud, si no es un problema de empleo, de manejo del tiempo libre, de integración social”.   El nado forzado   Para ejemplificar el suicidio, es preciso mencionar un experimento que en las ratas se utiliza para observar los resultados cuando se les somete a un estrés agudo: dejan de luchar. El roedor es metido a una jaula en la que día y noche tiene que vivir con otra encima en la que está un gato intentando agarrarlo. Cuando el felino se acerca a la rata, ya no explora, se vuelve estática. Luego, la rata de laboratorio es arrojada a una tina con agua, la cantidad suficiente, de manera que no le quede otra que nadar para sobrevivir. “Las ratas que vivieron estrés no luchan tanto tiempo por sobrevivir, se dan por vencidas y se dejan morir. Si eso pasa con una rata, lo mismo nos puede pasar a nosotros”, plantea.  

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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