Emilio Gamboa Patrón, hoy senador de la República, se estrenó en la política desde el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-88), donde primero fungió como secretario particular del secretario de Programación y Presupuesto, y después, como secretario particular del Presidente De la Madrid. Ahí inició todo. Con Carlos Salinas de Gortari, a quien ya había servido, fue director de cuatro dependencias: INFONAVIT, IMSS, FONATUR y de la Lotería Nacional. Terminó ese sexenio como secretario de Comunicaciones y Transportes, e incluso fue parte de los presidenciables a los que inequívocamente les ganaría Luis Donaldo Colosio Murrieta. De andar de un lugar a otro, de agazapado y grillo, de estar arriba a estar menos arriba, el Presidente Salinas de Gortari le apodaba a Emilio Gamboa “El Tehuacán”. Decía que por más que lo agitaran, siempre tenía gas. Con Ernesto Zedillo Ponce de León sirvió un poco. Apenas y por un rato encabezó la Subsecretaría de Comunicación de la Secretaría de Gobernación, que encabezaba Francisco Labastida Ochoa, a la postre, candidato a la Presidencia de la República por el PRI; Gamboa Patrón le coordinaría la campaña que terminó en un estrepitoso fracaso, dando paso al primer gobierno de alternancia en el país, el de Vicente Fox Quesada. Fuera el PRI del gobierno, tanto Gamboa como Manlio Fabio Beltrones Rivera sobrevivieron en el Poder Legislativo, a veces diputado uno, a veces senador el otro y viceversa, hasta la fecha. Gamboa es senador de la República y Manlio dejó la diputación que concluiría en septiembre para irse a dirigir el Partido Revolucionario Institucional. Animales de la política, los dos aprendieron a sobrevivir como oposición. En el tiempo en que el PRI no gobernaba el país (12 años), se convirtieron en los fieles de la balanza en el Poder Legislativo. En todopoderosos tricolores. En los negociadores de iniciativas y espacios de poder. Durante esos años encabezaron al priismo nacional, ganando espacios en gobiernos y dando y quitando candidaturas a lo largo y ancho de la República Mexicana. Se aliaron con el Partido Verde Ecologista de México y son los padrinos políticos de esta camada de ex niños verdes que lidera Jorge Emilio González, y hoy llevó -contra toda lógica y respeto por las instituciones- a Arturo Escobar a la Subsecretaría de Prevención del Delito y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación. Beltrones y Gamboa siguen, también contra todo pronóstico, meciendo la cuna de la abundancia política y gubernamental. Se hicieron indispensables al Presidente Enrique Peña Nieto, al enceguecerlo con el trabajo legislativo de ambos para sacar aprobadas las reformas estructurales de Peña. Y como el “Tehuacán” que es, Gamboa sigue con gas, 30 años después de que inició en el gobierno mexicano. De ese grupo se colgó Carlos Bustamante cuando fue alcalde de Tijuana y contrató para la segunda posición a Alcide Roberto Beltrones Rivera (qepd), hecho que, como es de esperarse, el hoy dirigente nacional del PRI considera de una lealtad especial. Con todo y que en el grupo de priistas tijuanenses en las Torres acusaban otros intereses, como moches federales, transacciones legales pero ocultas. Se prometieron recursos para la ciudad y el ex alcalde condicionó lealtades. En el ostracismo político luego que su trienio terminó con malos números, pocas obras y muchas sospechas, Carlos Bustamante intenta integrarse a ese grupo de Beltrones y Gamboa, dedicado a tres temas: Primero a abrir a como dé lugar un casino en las Torres de Agua Caliente, emblemático edificio de Tijuana que se erigió en el poderío empresarial de su padre, don Alfonso Bustamante. Contra las regulaciones, utilizando a los todopoderosos priistas y con dinero que dice, es propio, logró que le transfirieran permisos de operación y hasta una compañía para que le haga la chamba de la administración a él, a su hijo y a su hermano. Aun sin abrir, pues carece de elementales y sensibles autorizaciones de difícil término, Bustamante ya promociona su casino. En segundo, Bustamante se dedica a promover a los suyos. Luego que no logró ni un Consulado, ni una Subsecretaría, ni una nominación partidista, pero sí su permiso de casinero, intenta acomodar a sus ex colaboradores en plazas públicas. Con la ayuda de Gamboa Patrón y por encima del designio del secretario de Economía del Gobierno Federal, Ildefonso Guajardo, el ex alcalde de Tijuana logró la delegación de Economía en Baja California para su ex financiero y hoy millonario inmobiliario, Rufo Ibarra. En tercero, ocupa su tiempo en desarrollar la campaña de David Saúl Guakil para lograr la candidatura del PRI a la alcaldía de Tijuana, ya sea que se reúnan en una casa de La Paloma o en oficinas en la Zona del Río, pero se ocupan en cabildear con el grupo de Gamboa Patrón y Beltrones Rivera, para que el también empresario sea el candidato a presidente municipal de Tijuana. La voluntad de Manlio y Emilio finalmente impera sobre el interés de los hombres cercanos al Presidente de la República. Aparte de venderle la aprobación de las reformas, se hicieron responsables de un gran número de triunfos en la elección intermedia de junio de 2015. Los todopoderosos del PRI meten la mano política -y administrativa- en todas partes. Hasta en la ínfima delegación en Tijuana, como en la candidatura en una serranía.