Hoy que se habla tanto de los adultos mayores, me parece oportuno comentar que el 20 de marzo pasado, acompañé a una anciana a recoger la ayuda económica para personas “de 70 y más” al gimnasio adjunto a las oficinas delegacionales en el kilómetro 43. La cita, era a las 10 y las personas empezaron a llegar desde las 9. Había un gran desorden y desde el centro de la cancha un funcionario, sin uniforme, llamaba a gritos a las personas de los distintos poblados para que tomaran su turno en una fila. Al ver la confusión en los ancianos (muchos sordos, algunos ciegos y otros con discapacidad motriz) y sus familiares, me atreví a sugerir al que voceaba, que usara una cartulina donde se estipulara el nombre del poblado para evitar la aglomeración y confusión. No aceptó mi sugerencia y siguió con su método. Por lo que tomé algunas fotos para ver si había alguien que se interesara más adelante. Pasó la veda electoral, y el 14 de agosto fueron citados de nuevo en el mismo lugar, con el mismo desorden e impuntualidad, agravado con la temperatura que ese día pasó de los 45 grados. La impresión que daba el lugar me recordó a uno de los círculos del Infierno de Dante. En verdad que el calor adentro era insoportable y la tardanza y requisitos adicionales que les solicitaban, hablaban no solo de falta de organización, sino de absoluta falta de compasión para con los “beneficiados”. Yo creo que el organismo a cargo, debería revisar el proceso que siguen para este trámite, en especial tratándose de una población que atraviesa por una gran cantidad de carencias; desde limitaciones físicas, hasta en el aspecto psicológico y material. Parece que les dan una limosna y de mala forma. Soy profesora jubilada y he estudiado de Procesos de Calidad por lo que me ofrezco a revisar sus manuales junto con los funcionarios encargados, de manera que esa ayuda sea entregada en tiempo y forma. Desde luego con menos dificultad para los ancianos y sus familiares. Atentamente C.P. Luisa Patricia Ambriz Lizárraga Mexicali, Baja California