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viernes, octubre 11, 2024
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Visitas frívolas

Esta semana, cinco secretarios de Estado visitaron Baja California. Al menos ese número de manera pública y oficial. Con agenda del Gobierno de la República, en representación del Presidente Enrique Peña Nieto, y con viaje pagado con recursos del Estado. El secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso; el secretario de Relaciones Exteriores, Antonio Meade; el de Energía, Pedro Joaquín Coldwell; el secretario general de la Defensa, Salvador Cienfuegos; y la procuradora general de la República, Arely Gómez. Todos, estuvieron por lo menos en Tijuana, en menos de dos días. Ninguno de ellos trajo buena noticias. Lo suyo fue venir a actos de lucimiento y nada más. La procuradora y el General de la Defensa, a detonar explosivos para iniciar la quema de droga y celebrar los decomisos que las Fuerzas Armadas de México han realizado este año. El de Hacienda y el de Relaciones Exteriores, vinieron a cortar el listón que dio el arranque a la utilización de la puerta peatonal para entrar a México desde los Estados Unidos. La que conecta por la garita, las ciudades de San Ysidro y Tijuana. Por último, el de Hacienda y el de Energía, fueron a inaugurar una planta eólica, que con recursos de Nacional Financiera, proveerá de energía -vendida, por supuesto- al Estado de California en los Estados Unidos. Eso fue todo. No hubo, como solía suceder en el pasado, anuncios espectaculares de inversiones para la región por parte de los secretarios de Estado. Vaya, estuvieron en esta ciudad por algunas horas y rápidamente se fueron. No se quedaron a dormir, no recorrieron las calles, ni convivieron con los bajacalifornianos comunes y corrientes. No concedieron entrevistas, ni encabezaron ruedas de prensa. No dieron a nombre de su jefe y Ejecutivo de la nación, Enrique Peña Nieto, buenas noticias a los bajacalifornianos. Lo de la quema de drogas fue un acto nacional que se celebró en cada una de las sedes militares que más estupefacientes han decomisado. Si la procuradora vino a Tijuana fue porque en esta entidad se ha dado la mayor cantidad de aseguramientos. Y los otros actos pues no pasaron del corte de listón. En sexenios anteriores, presidentes y secretarios dormían en Tijuana o Mexicali, mínimo giras de dos días para hacer recorridos por colonias, centros y oficinas gubernamentales. Giras de reconocimiento de necesidades, visitas públicas donde los ciudadanos podían acercarse y entregarles peticiones, que a su vez, los poderosos políticos encargaban a sus asistentes para ser atendidas. Comían en alguna casa del pueblo, o en restaurante de la ciudad. Daban conferencias de prensa y acudían a medios específicos para entrevistas exclusivas. Estaban más atentos a los gobernados que ahora. La tónica de Enrique Peña Nieto es seguida por sus colaboradores. Ignoran las manifestaciones de los sectores de la población, se niegan a hablar frente a la grabadora o las cámaras. Le huyen a la entrevista. Se mueven en la burbuja blindada por el Estado Mayor. Convoyes de vehículos, camionetas blindadas que los alejan de ciudadanos. Hacía mucho tiempo que a Baja California no la visitaban cinco secretarios de Estado, pero es la primera vez que la visita no deja nada más allá de caos vial, movimiento de elementos del Ejército y las fuerzas de seguridad que cuidan, nadie se acerque a los servidores públicos. Las giras son para la foto y las imágenes en video. Para ser parte de una presentación en el informe, o texto en un documento de conclusión de año fiscal. Giras de secretarios así, rápidas, de ornato, con harta seguridad y lejanas a la ciudadanía, no aportan más que al pensamiento colectivo de un gobierno distante de la sociedad. Centralista. Que gobierna desde la Ciudad de México y solo acude a frívolos actos de inauguración o cenas privadas con unos cuantos privilegiados. Un gobierno ajeno a su sociedad, es un gobierno insensible a las necesidades de los mexicanos. Los bajacalifornianos se quedaron con las ganas de ser escuchados, o de ver de cerca a quienes les pagan para llevar las riendas de esta nación. Los temas que interesan en la frontera, los fiscales, las medidas que impiden el crecimiento económico de la región, limitan la inversión y disminuyen la competitividad, no pudieron ser expuestos a los secretarios de Estado. Como también los ciudadanos se quedaron sin respuestas sobre el clima de inseguridad que priva en la frontera. Los encargados de las Fuerzas Armadas y la procuración de justicia, se negaron a responder. Ahora sí que los políticos y funcionarios del gabinete de Enrique Peña Nieto, no se dan su baño de pueblo. Se quedan solos en su círculo de seguridad. Llegan, cortan listón y se van. Cero comunicación, cero entendimiento con el pueblo y las ciudades que, desde el centro del país, gobiernan. Tache.

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