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sábado, octubre 12, 2024
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Más de asilos

Llegar a edad mayor es el temor de todos, estorbar, dar mortificaciones, es el pensamiento de muchos de nosotros (me incluyo). Ser una carga económica para nuestros hijos, “no sirves para nada”, es el afligimiento futuro de personas que no muy tarde seremos viejos. Llevar al “ruco”, o “ruquita”, al asilo es el fin de muchos y la comodidad de los hijos, que desisten atender a sus progenitores. Pero está escrito en Sirácides, 3, versículo 12: Hijo, cuida de tu padre en su vejez y mientras viva, no le causes tristeza. También el versículo 6 dice: El que glorifica a su padre tendrá larga vida. El 14 dice: Pues la caridad para con el padre no será olvidada. El desamor y el hartazgo del hijo para con el padre generan más personas en asilos. Si como dice Jesucristo el amor lo puede todo, no existirían los asilos o casa hogar. Honrarás a tus padres, dejarlos en los asilos y visitarlos cuando uno quiera indignante y humillante. El anciano es una enciclopedia, un libro, un libro de anécdotas que muchos si llegamos a viejos poseeremos. El viejo sabe mucho, pues la escuela de la vida lo formó, lo forjó el largo existir, muchos años, lustros, etcétera. Lo que pasó en el asilo Hermoso Atardecer, allí rigió la negligencia personal y de estructura en sus instalaciones. Esos ancianitos tenían 70-80-90 años. Si esos viejitos vivieron la época en que una familia tenía hasta 10 hijos o más, o 5, dónde quedaron sus vástagos; ¿por qué estaban en el asilo? ¿Por un vivir mejor estaban solos? Ya no tenían familiares, fue la decisión de los octogenarios, convivir con más de su misma época. Los echaron de su casa, los despojaron de su patrimonio, no tenían jubilación, etcétera. Llegar a viejo es un reto y también una maravilla, tener nietos, bisnietos y tataranietos. Una familia y sus viejitos juntos es sinónimo de amor. Si al ancianito lo tienes en tu casa, lo vez, lo atiendes, felicidades por ambos. Turnarse a cuidar a nuestros ancianos padres es señal de amor y de paga por habernos traído al mundo, honrar por haber visto.  Como dice el refrán: “Así como te vez me vi, así como me veo te verás”. Si tiene un anciano mímelo, ármese de paciencia y no lo aloje o lo lleve al asilo. Todos vamos para allá. Todos tenemos derecho a una vejez digna, en casa o en un asilo (si no hay familia), visitar a los ancianos es ser caritativo y decirles que existen aún. Leopoldo Durán Ramírez Tijuana, B. C.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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