En 2013, el cine nacional vivió un momento histórico en asistencia y taquilla, que comenzó en marzo con “Nosotros los Nobles”, ópera prima de Gary Alazraki que presentó a un trío de hermanos ricos, cuyo máximo dilema es vivir al día cuando su padre decide darles una lección, al hacerles creer que están en quiebra. Estereotipada y simple en narrativa, pero con un humor que supo crear puente con el público -7 millones 136 mil 955 personas, para ser concretos-, su exhibición en 885 salas con 547 copias, la convirtió en un éxito pleno e hizo icónicos a sus personajes, además de darle por medio año el título de la película más redituable en el país; situación que solo cambió hasta el estreno de “No se Aceptan Devoluciones”. Sin embargo, a diferencia de esta última, la familia Noble permaneció entre el gusto de la gente, expandiendo su presencia a publicidad en televisión, los propios complejos de cine y siendo viral en diferentes memes, principalmente con el rostro de “Javi” (Luis Gerardo Méndez), un mirrey por excelencia. Ante el fenómeno de la cinta, no fue raro que al año siguiente su productor, Leonardo Zimbrón, anunciara una segunda parte, en una dinámica muy al estilo hollywoodense por explotar lo más posible aquello que funciona en la pantalla grande. Pero por fortuna, la sensatez de Alazraki prevaleció, para descartar la idea y dar paso a “Club de Cuervos”, una serie con el mismo tono humorístico, pero con historia y personajes nuevos, que creó junto a Michael Lam. Es en trece capítulos, disponibles en 50 países desde el 7 de agosto, que el público puede conocer a “Chava” (Luis Gerardo Méndez) e Isabel Iglesias (Mariana Treviño), hermanastros que cuando su padre muere, disputarán la presidencia del Club de Cuervos, equipo de primera división de futbol que, básicamente, es lo único que hace destacar al pueblo (ficticio) de Nuevo Toledo en el país. Constantes en Liguilla y ocho veces finalistas del torneo, pero nunca campeones, su destino comenzará a tambalearse por el choque de decisiones entre el junior amante de los excesos y carente de agudeza, y la histérica workaholic que quiere tener todo bajo control. El primer proyecto en español que Netflix presenta como parte de su contenido original, también cuenta con la actuación de Daniel Giménez Cacho como “Félix Domingo”, director general del equipo que se encarga de resolver lo que los herederos de don Salvador Iglesias van destruyendo en su afán por deshacerse del otro. A tres horas del Distrito Federal, la pequeña ciudad que por varios siglos solo figuró por sus minas de cobre, y que en el ascenso de Club de Cuervos vio su crecimiento, termina por ser el espejo que proyecta los vicios del balompié, entre ellos los chantajes y arreglos dudosos. En ejemplos que en apariencia son genéricos, pero que bien pueden aplicar en local o global, por lo universal del deporte que se representa y permite que más estereotipos desfilen en cada capítulo; como el novato del equipo, el mujeriego, el padre de familia pero infiel, el rockstar, los despilfarradores y el profesional casado a toda costa con la playera. Así, con 30 años de historia, Club de Cuervos entra en un abismo que brinca de la comedia al drama, fuera y dentro de la cancha, en los poco más de 40 minutos que dura cada uno de sus capítulos, cuyo objetivo de entretener se cumple a secas. Pero con el tema del futbol como gancho y el remarcar las particularidades de los personajes, tal y como se hizo en “Nosotros los Nobles”, la fórmula nuevamente le funciona a Gary Alazraki, al punto de que su audiencia ya pide una segunda temporada. Lo cierto es que, si hay algo que se le debe reconocer, es su hazaña al conseguir la atención de Netflix, considerando la magnitud de la plataforma y su posicionamiento como líder en streaming de contenidos, con todo y que las producciones que liberaron este mes, incluida la serie mexicana y “Wet Hot American Summer”, cuenten con fallas en sus niveles de audio, lo que hace tedioso el estar regulando el volumen constantemente.