1993 entraba a su fin, y en 1994 se cerraría el ciclo de la instrucción profesional. Una treintena de alumnos conformaban la primera generación de la licenciatura en comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California campus Tijuana. Por entonces las riendas de la Máxima Casa de Estudios las llevaba el Maestro Luis Lloréns Báez. Hasta él llegamos un grupo de estudiantes inconformes. Nos habíamos dado cuenta que abrir la licenciatura en comunicación había sido más por atender la demanda en esa materia, que producto de una precisa planeación académica y la proyección de la infraestructura. Por tanto las carencias eran muchas. No había bibliografía, ni laboratorios, mucho menos estudios o cabinas de radio. Los maestros se dividían entre dar clase en la Universidad Iberoamericana y la UABC, los más. Los menos, eran jóvenes recién egresados de otras carreras. No hubo pues una proyección de lo que sería la licenciatura. Los huecos se fueron llenando dependiendo de la demanda y del presupuesto. Casi para finalizar la carrera nos dimos cuenta que no había en el plan de estudios, materia alguna sobre estadística, medición y análisis de opinión pública. Buscamos a nuestros directivos, pero nadie pudo dar certeza sobre mínimo algún curso para solventar la ausencia en la instrucción académica. Estudiantes y además inconformes, decididos a subsanar por nuestra cuenta la omisión de la UABC. Nos dividimos labores entre cuatro compañeros y a mí correspondió buscar al mejor maestro de estadística y medición de opinión pública para invitarlo a darnos un seminario en la materia. Recuerdo leer revistas, buscar en libros, universidades y espacios de discusión hasta dar con la persona ideal. Ubicado el maestro, que por entonces dirigía una revista, Este País, dedicada exclusivamente a la publicación y divulgación de estudios cuantitativos y cualitativos y daba cátedra en la Ciudad de México, lo siguiente fue localizarlo. Primero su dirección electrónica y después su teléfono. Sin recursos económicos ni apoyo en la Universidad, los estudiantes escribimos una carta cargada de anécdotas sobre nuestra desaventura en la academia. De cómo habían olvidado incluir en el plan de estudios tan importante materia para nuestro desarrollo profesional, y cómo no teníamos ni un cinco para pagarle su visita, pero nos haría un honor enorme y contribuiría a nuestra formación, que viajara desde el centro del País hasta Tijuana, para darnos un curso. Quizá el lenguaje cursi y tirado al suelo de nosotros, o el compromiso de él para la enseñanza, o ambos, pero el maestro aceptó viajar a esta frontera y darnos un curso rápido de estadística, encuestas y estudios de opinión pública. Solo nos puso dos condiciones. Un boleto de avión, y que le consiguiéramos una cita con don Jesús Blancornelas, director del Semanario ZETA, a quien admiraba y deseaba conocer. Lo primero lo logró otra compañera al convencer a una aerolínea de patrocinar a los estudiantes con ansias de aprender, lo segundo se lo pedí a don Jesús, quien generoso maestro que fue, aceptó de inmediato. Así llegó a Tijuana un día de 1994 el maestro Miguel Basáñez, hoy propuesto por la Presidencia de la República para convertirse en Embajador de México en los Estados Unidos. Aterrizando se reunió con Blancornelas. El periodista lo citó a una comida en el Dragón Plaza, por entonces el restaurante de sus preferencias y ubicado en la Plaza Río. Después de varias horas de plática y entendimiento entre el periodista y el académico, se nutrieron ambos y siguieron las clases. La UABC tuvo a bien prestarnos un salón y ahí, durante pocos días los alumnos nos formamos con un curso intensivo de estadística, investigación, encuestas, análisis y medición de la opinión pública. Generoso don Miguel Basáñez nos ilustró y no nos perdió de vista. En los meses siguientes habríamos de colaborarnos, él aprobando nuestras metodologías y cuestionarios, nosotros auxiliándole en el levantamiento de encuestas en Baja California. Después nos perdimos el rastro. Habíamos participado en una encuesta que no dejaba bien parado al Gobierno de Carlos Salinas de Gortari. De política, desarrollo social, movimientos sociales y percepción ciudadana, ni el Presidente ni los suyos eran bien calificados por los mexicanos. Más adelante me enteraría que la elaboración y publicación de esos estudios le acercaron al Maestro Basáñez la animadversión de los poderosos en el Gobierno. Aprovechó las invitaciones de Universidades en los Estados Unidos y se fue de México. Hace unos días, a través de un amigo en común, lo contacté de nuevo. Está en Washington en The Fletcher School de Tufts University, una de las mejores universidades en posgrados de estudios internacionales, según Andrew Seele del Woodward Wilson Center. Licenciado en derecho por la Universidad Autónoma de México, Maestro en Administración Pública por la Universidad de Warwick, Maestro en Filosofía Política por la Universidad de Londres y Doctor en Sociología Política por la misma Universidad, Miguel Basáñez, ahora se sabe, guarda una especial relación con el Presidente Peña. Tiene un arraigo político en el Estado de México, donde fue Procurador. Desconocido para muchos en el ámbito del Servicio Exterior, el maestro Basáñez se convertirá en Embajador, y en Baja California, una treintena de estudiantes ávidos de aprendizaje, le recordamos cuando generoso, vino a instruirnos.