La primera, fue en la infancia, cerca de la adolescencia, con timidez y prestancia casi perdí la inocencia. Pasó todo como un sueño, amor de dulce quimera, tres estaciones sin dueño y una sí, la primavera. De ese cariño anhelado, que viví tan tiernamente solo el recuerdo ha quedado, pero lo llevo presente. Llegó un segundo ideal que a mi vida se asomó, esto fue algo sin igual, nunca de mí se apartó. Resulta que cierta noche de esas que marca el destino, sin premura, sin reproche la encontré por mi camino. Nos entendimos bastante cual si hubiésemos vivido nuestra vida en un instante, sin habernos conocido. Así, las horas pasaron, al tiempo doy la razón, gratos momentos quedaron hiriendo mi corazón. Mas hubo tercera vez, ésta fue definitiva, arrogancia y altivez con cordura que motiva. De la primera experiencia, aprendí a amar y a olvidar. de la segunda: paciencia, entender, oír, hablar. Hoy, que estoy enamorado, no deseo ningún revés, soy feliz, ¡qué afortunado!, tercera y última vez. José Miguel Ángel Hernández Villanueva