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viernes, septiembre 20, 2024
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Tijuana, vulnerable ante lluvias

Asentamientos humanos irregulares establecidos en arroyos, cañones y cauces naturales de escurrimiento; desarrollos urbanos autorizados para construirse sin sistemas de drenaje adecuados; obras con cortes de cerros que causan deslaves y un crecimiento poblacional desbordado sin cultura de la limpieza, hacen que Tijuana sea particularmente vulnerable a las contingencias naturales. Esto quedó plenamente demostrado el pasado fin de semana, cuando un remanente del huracán “Dolores” causó una lluvia acumulada de 1.5 pulgadas en promedio, suficiente para ocasionar todo tipo de estragos en diversos puntos de la ciudad. “No estamos preparados para enfrentar oportunamente un nivel de lluvia como la que se registró el domingo 19 de julio”, subrayó un investigador del Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente del Colegio de la Frontera Norte (COLEF). A decir por el consultado, en un censo de 1989, Tijuana registraba una superficie urbana de 162 millones 400 mil metros cuadrados. Para el año 2000 su desarrollo alcanzaba los 261 millones 800 mil metros cuadrados, y aunque todavía no se concluye un último censo, el aumento de los últimos años “ha sido exponencial”. En tanto, el director de Protección Civil en Baja California, Antonio Rosquillas Navarro, consideró que la infraestructura pluvial instalada “no es digna de la ciudad”. Sin embargo, Roberto Sánchez Martínez, secretario de Desarrollo Urbano de Tijuana, insiste en decir que el municipio sí cuenta con infraestructura suficiente, lo que no fue la causa de las inundaciones, sino “los cajones pluviales tapados en sus rejillas, con basura y vestigios de muebles que arrojan en los canales de aguas arriba, que carecen de revestimiento de concreto”. Lo cierto es que la basura acumulada en la vía pública y la falta de limpieza permanente desbordó el sistema de drenaje pluvial de Tijuana y desencadenó, en escasos 15 minutos, avalanchas de agua y lodo que irrumpieron en al menos 300 hogares y decenas de negocios ubicados en distintos puntos de la ciudad. El paso del agua remolcó diez viviendas asentadas en forma irregular, mientras que en asentamientos regulares derrumbó puertas, hizo añicos ventanas y arrastró enseres domésticos y vehículos. Con una infraestructura de desagüe azolvada en unos casos o insuficiente en otros, la corriente de agua descendió por sus cauces naturales, encharcándose por al menos hora y media en colonias como Fidel Velásquez o Fraccionamiento El Refugio, alcanzando una altura de hasta 1.8 metros.

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