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viernes, septiembre 20, 2024
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Penurias de un paciente

Por azares del destino, en días pasados fui referido medicamente en las instalaciones de Núcleo Radiológico, sito en el domicilio marcado con el número 10122, de la calle José Clemente Orozco, zona urbana Río Tijuana, para que se me practicara un estudio de biopsia prostática. Como es común presente ante la recepción del centro radiológico la hoja de instrucciones médicas y solicité se me asignara fecha para el estudio, no sin antes indagar los costos que tendría dicho evento. En respuesta, se me señaló el día 18 de mayo, a las 11:00 horas como día y hora, indicándoseme que la biopsia tendría un costo de 6 mil pesos y que además se requería la intervención de un médico anestesiólogo, cuyos honorarios equivaldrían a 2 mil pesos, indicándoseme asimismo cuáles serían las medidas de preparación que como paciente debiera yo llevar a cabo, las cuáles consistían en realizar un proceso laxativo intenso la noche anterior y presentarme en ayunas. Llegada la hora y el día, con una prudente anticipación, me presenté a la ventanilla de recepción para registrar mi arribo, nunca imaginando que a cambio de un servicio clínico profesional particular, empezaran mis penurias. La recepcionista accedió a su monitor y verificó que efectivamente estuviese programado mi estudio, solo para informarme que se les había olvidado solicitar los servicios del anestesiólogo, y acto seguido preguntarme que si yo me hacía acompañar de mi propio especialista. Al contestarle que no, toda vez que no es común tener un anestesiólogo de cabecera, me indicó que entonces la biopsia se realizaría hasta el día siguiente. Al oponerme rotundamente a su frívolo razonamiento, pues la laxación era una precondición y no sería físicamente posible permanecer en ese estado dos días, se me pidió que esperara a que se presentara el médico a quien ellos nunca habían convocado. Cuando se me debió haber pasado a la sala de intervención  a las 11:00 horas, no se hizo sino hasta las 12:30 y una vez allí, el anestesiólogo, con actitud frustrada le indicó a la enfermera que dos de los instrumentos que requería para aplicarme el sedante y supervisar el comportamiento de mis signos vitales, no funcionaban, lo que obligó a mayor dilación en tanto preparaban el equipo necesario. La enfermera me indica que debía remover mi ropa y colocarme una bata clínica, para lo que yo pregunte, dónde se encuentra el vestidor, a lo que ella contestó, no lo hay, cámbiese en el baño. Atendiendo sus indicaciones, ingreso al baño y al hacerlo le señalé que no existe un colgador para la ropa, preguntándole qué hacer con ella, a lo que con insolencia respondió: no nos han instalado gancho, déjela sobre la taza del escusado. Y así sin un vestidor, ni casillero para guardar valores, particularmente cuando al paciente se le va a sedar, sobre el mueble sanitario, quedaron hechos bola calcetines, ropa interior, pantalones, camisa y chamarra, en condiciones primitivas e insalubres. Una vez terminada la intervención, estando en estado de somnolencia, recuerdo que el anestesiólogo me sacudió de los hombros y me dio un par de palmadas leves en el rostro, para indicarme que le debía sus honorarios y que se los tenía que cubrir porque él ya se retiraba. Estando sedado, desnudo y tendido sobre una plancha, le respondo que no tengo dinero encima, que ello está en mi ropa y tendrá que esperar a que me vista, a lo que corresponde yendo a sacar del montón de ropa mis pantalones, como si fuesen prendas suyas, y trayéndomelos para que sacara el dinero y le cubriera sus honorarios, cuando esto pudo ser antes del procedimiento o a mi salida. Cuando me reincorporo, me visto y saldo a recepción, me encuentro con la enfermera portando dos contenedores clínicos conteniendo las muestras de la biopsia, indicándome que había que subirlas al cuarto piso para depositarlas en patología para su análisis. Nuevamente complaciente la acompañé, solo para enterarme que el costo del estudio de las muestras era adicional a lo cotizado por el servicio y que tenía que cubrirlo en el acto. Aquí surgen dos preguntas fundamentales: primera, si un paciente no porta la cantidad adicional para cubrir el análisis patológico, ¿qué hace el con las muestras extraídas?, y, segundo, ¿qué se entiende por biopsia? La respuesta a lo primero es que para nada le sirven las muestras sin el análisis patológico y quien practica una biopsia de sobra lo sabe, por lo que el costo del dictamen patológico tiene necesariamente que estar incluido en la cotización inicial. La respuesta a los segundo la aporta la Real Academia Española de la Lengua, en sus dos definiciones del término biopsia, descrito como “muestra de tejido tomada de un ser vivo, con fines diagnósticos” y “resultado del examen de esta muestra”. De todo ello surgen varias consideraciones graves, ¿qué las Secretarías de Salud, estatal y federal, no supervisan este tipo de centros clínicos para garantizar al paciente certidumbre sanitaria y operatividad instrumental? ¿Dónde queda el esfuerzo de la comunidad tijuanense por promover el turismo médico?, cuando el paciente es mal tratado y se le grava con costos imprevistos y adicionales. Álvaro Villagrán Ochoa

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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