A unas damas decentes de Mexicali, que encabezan una institución de apoyo a sectores vulnerados -y recurrentemente abandonados por el gobierno- se les acercó un emisario de Ricardo Magaña Mosqueda, el secretario de Desarrollo Social. Les dijo que la causa que enarbolaban las damas era loable y que la SEDESOE les apoyaría. Les explicó: les proveerían 2 millones de pesos. Directo a su cuenta los depositaría la Secretaría de Magaña -así la maneja, como si fuera de su propiedad-. Abundó el emisario: pero no todo el dinero sería para Ustedes. Solo se quedarían con una parte, y el resto lo entregarían a los “operadores” de Desarrollo Social. Las damas, decentes al fin, se molestaron con la propuesta de la transa. Aun cuando les hace falta el dinero, no caerían en una acción a todas luces corrupta. Pero acordaron aceptar el trato. Ellas esperarían los 2 millones, entregarían el recibo por 2 millones y los utilizarían todos. En caso de reclamo dirían que todo fue legal y era para la institución. Y si persistían, exhibirían el proceso de lo que ya en política, dinero y corrupción en Baja California, se llama “Magañada”, lo cual se traduce en los moches que las organizaciones civiles deben hacer para lograr recurso estatal. Confiaron el plan a otro político panista que por razones familiares apoya a las damas, y este les dijo que no lo hicieran. Que no podrían con Ricardo Magaña, que era mejor, en caso que ellas no aceptaran el trato con el operador de Magaña, no aceptar el dinero. Así, las damas decentes se quedaron sin el apoyo del Gobierno del Estado por no aceptar el moche, o la “Magañada”. Mientras los “operadores” de Desarrollo Social buscan a otras organizaciones de la sociedad civil, que sí caigan y reporten el moche.