Entraron ajenos a esta cocina, sacaron la mosca de la leche, el pelo de la sopa, la paja del ojo ajeno, mas no la viga del propio. Si Jesucristo viviera hoy los dos mil usaría zapatos, corbata y carro del año y en Castel Gandolfo un castillo lleno de sirvientes. Oro a rabiar más que el Papa, y el sida, la sarna guerra y el hambre muy bien aquí en la tierra, hermano animal y humano. Si Jesucristo viviera hoy los dos mil sería orador, juez e intermediario y en su dieta diaria mordería la manzana como lo hace el Papa, el Obispo y el más humilde vicario. Su séquito sería un ruso, un chino y un “tijuano americano” y en su agenda muchos no figuran, aun siendo dos veces más famosos el che Francisco. Jesucristo, mejor no vengas, sería contraproducente, sigue en nuestras mentes como en los tiempos de Galilea. Sabemos que caminabas sobre las aguas, que resucitabas a los muertos, que hacías ver a los ciegos y que moriste por nosotros en la Cruz. Porque aquellos que estuvieron contigo, aquella historia, aquel Poncio Pilatos, Judas Iscariote, Pedro, Juan y Pablo, A éstos los vemos a diario, Poncio el Presidente, Judas la autoridad, Pedro yo, Juan el pueblo y el che Francisco contando su oro en Roma. Palma Herrera Tijuana, B. C.