Desde que Carlos Reygadas cambió el ejercer Derecho por hacer películas, se guía por el instinto. Por eso, el resultado de sus historias provoca al espectador. Le aplauden o reprueban, pero nadie se escapa de entrar en esa polaridad, que hoy ya es un sello en cada una de sus producciones, igual de complejas que él mismo. Aunque en realidad, sus lineamientos de trabajo siempre han sido claros, ya que no busca ser un director más de los “cogen el mejor guión que encuentran, unos actores estupendos y locaciones con un gran fotógrafo”, para juntar todo y orquestarlo pulcramente. No, para él, el caos y la abstracción son parte del proceso cinematográfico, al menos el que le interesa y, argumenta, se apega a la imaginación y el descubrimiento: “Para mí el cine es realidad fotográfica y realidad auditiva, y a mí me gusta crear con la realidad algo diferente”, declaró de forma tajante en su reciente visita a Tijuana. Creador de “Japón” (2002), “Batalla en el Cielo” (2005), “Luz Silenciosa” (2007) y “Post Tenebras Lux” (2012), en Reygadas se reconoce a un cineasta de riesgos, ya que hace lo que simplemente le place: “Es hermoso cuando uno lo hace por una necesidad de expresión personal, y entonces un espectador puede ver la forma de ver la vida de otra persona. Podemos intuir la necesidad de otro ser humano, y eso es lo que algunos pueden definir como arte con la palabra grandota”. Con mención especial, en competencia o como triunfadora, todas sus películas han llegado al Festival de Cannes donde, incluso, hace tres años dividió opiniones al ganar el premio a Mejor Director, cuando previamente se le abucheó en la función de su película. Así es él, su cine y la convicción que lo mueve y ha mantenido intacta desde el inicio. Por eso no teme afirmar que casi no le gustan los foros, ni el medio cinematográfico. Y agrega: “Si hago cine es por otras razones…y lo hago además por convicción y por gusto, porque me da felicidad”. Sin embargo, su postura con el resultado posterior de cada historia que logra concretar, es fija: “El objetivo de hacer películas no es difundirlas, ese es un subproducto, es decir, es importante pero no se hace para eso, esa obsesión… Las películas no existen para eso a nivel creación humana, y el origen de la necesidad de hacer objetos completamente inútiles, como pinturas, pedazos de música, películas, escribir libros, no sirven para nada, para nada práctico, como hacer un coche o una casa, es algo así también. “Es un tema que no solo se trata de decir solamente que la distribución está mal, es algo muy amplio y así la cosa, pero no importa, hay que hacer las cosas por convicción, es algo totalmente secundario que tiene poco que ver con el lado de creación y más con la política cultural, la antropología, la sociología y la politología”. Fiel a su metodología de trabajar con no actores, aunque para su próxima película contempló lo contrario, solo para darse cuenta que definitivamente no quiere hacerlo, el cineasta de 43 años considera que es una lástima que haya películas que no se disfruten en pantalla grande, pero que plataformas como internet, funcionan para su promoción. Por lo que, a quince años de haber fundado NoDream Cinema, su casa productora, tampoco se guarda su opinión respecto al tema de los exhibidores nacionales: “No hay que echarle la culpa solamente a que no llegue (cine de autor al país), la verdad es el propio deseo de consumo de la gente, es decir, no es que no llega, sí llega pero no va nadie. Como distribuidor me empecé a dar cuenta que no valía la pena enviar una película a Coahuila porque iban once personas y estaba una semana en el cine o tres en Hermosillo, por decir algo. Yo creo que hay ser autocríticos y darnos cuenta de que es un problema de referencias culturales generales y qué es lo que nos gusta, qué consumimos y qué nos ha condicionado la televisión y la propia cultura familiar de ver y querer. Desde luego ya hay problemas secundarios como la propia difusión, los sistemas monopólicos de exhibición en México, que todo lo domina Cinépolis y si acaso Cinemex un poco, entonces, entras en cuellos de botella, pero la realidad es que aunque se mostrara a la gente no le interesa; lo único que hay en este país es televisión, futbol, música un poquito para entretenernos ahí bailando, ese es mi punto de vista. Este pueblo está particularmente amaestrado, funciona muy bien en el sistema político mediático, entonces, hay poco lugar para todo lo que está fuera de eso”. Carlos Reygadas visitó Tijuana para una master class que impartió en el cierre de actividades del taller Observatorio Spécola, descartando que su presencia en lo que consideró ser un “Acapulco Disneylandesco”, fuera con motivo doble para hacer casting de su siguiente proyecto: “Yo estoy en casting permanente siempre, en cualquier parte, en un avión, en un supermercado, acá me interesa porque quizá hay gente diferente, pero eso es ya casi parte de mi vida, siempre estoy en casting. Acá no, un proyecto en concreto en Tijuana para nada. No, cero. Una vez vine, iba a hacer un documental sobre los kiliwas, aquí a Baja California y me gustó mucho, lo iba a hacer pero se puso medio mala la cosa, allá en la sierra, porque fue hace como ocho años”, concluyó.