Son palabras de un personaje diferente a Cristóbal Colón, pero que también llegó a este continente en otra expedición: la frase se aplica a la América que fue conquistada por España, porque en ella injertó su cultura en los indígenas, y junto con ellos conquistó grandes cantidades de tierras vírgenes en tiempos de la Conquista y el reinado de la Nueva España se extendió hasta Filipinas. Migrantes europeos económicamente poderosos aprovecharon la mano de obra de los indígenas para amasar grandes fortunas hasta que otros migrantes sacerdotes misioneros salieron en su defensa y por obra y gracia de la Iglesia católica se constituyó en Consejo de Indias, mismo que por espacio de 300 años educó a los nativos, para que con sus conocimientos, de acuerdo a las posibilidades propias y las concedidas por el reino de la Nueva España, crecieran para poblar en santa paz los estados de Texas, California, Colorado, Nuevo México y Arizona. Por azares del destino y para debilitar el poder de la América latina se fraguó desde Europa la separación tutelar del reinado español, para el fin, provocaron la revolución allá mismo y lograron apresar al Rey de España –y con el engaño de prevenir que la Nueva España quedara bajo el dominio de Napoleón, quien invadía España en ausencia del Rey, provocaron también la guerra de independencia en toda la Nueva España y aunque se desangraba de muerte no perdió la batalla. El General de división en la Nueva España convenció a las tropas que comandaba de no pelear entre hermanos –y las tropas que venían de España fueron copadas sin derramar una gota de sangre y el Virrey dimitió y fue enviado a España. Al terminar la guerra los vencedores optaron por constituirse en una monarquía y eligieron al General Iturbide como Emperador, pero los mismos que provocaron la guerra de independencia derrocaron al Emperador y lo mandaron al exilio por un tiempo, al regresar lo mataron diciendo que respetarían su independencia si se constituían en una república federal representativa que aceptara la constitución que en 1789 se conformó en Francia como modelo para todo el mundo: y en México juró respetarla. Pero para México se preparó una anticlerical porque no solo no se aceptaba la participación de la Iglesia sino que se le negaba el derecho a la libertad de culto y la enseñanza religiosa en las escuelas; la inconformidad del pueblo que por nacimiento es católico y también fuerte, se opuso a cumplir con la Constitución, pero las revoluciones lo desangraron hasta perder su fuerza y 2 millones de kilómetros cuadrados. Pero no se han perdido, en ellos habitan 40 millones de migrantes que no votarán por un gringo sin descendencia porque es de los migrantes que mataron a sus ancestros. Vicente Martínez Méndez Tijuana, B. C.
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