Están unos mexicanos tratando de cruzar la frontera, cae la noche, llega una anciana y al ver a los muchachos caminando tan despreocupados les dice: “¿Acaso no saben de la leyenda que se cuenta del vampiro fronterizo?”. Los migrantes intercambian miradas y luego todos responden: “No, no sabemos nada de eso”. La anciana se pone a contarles la leyenda del sanguinario vampiro lujurioso y, al final, cuando los tiene a todos muertos de miedo, les advierte: “Pero pierdan cuidado, muchachos, hay un poema que deben recitar en voz alta para que el vampiro fronterizo no se los eche al plato y luego los despescuece”. Asustados, sugieren con desesperación: “Pues díganos, a ver si nos lo aprendemos”. Entonces la viejita se endereza lo más que puede y, con voz solemne y teatral, empieza a decir: “Vampiro fronterizo que por las noches rondarás, a pesar de tus hechizos, mis nachas no las tendrás”. Muy atentos, los mexicanos comienzan a aprenderse cada verso que repiten incesantemente mientras sigue su camino. A la noche siguiente los viajeros cruzan la frontera, todo parece tranquilo cuando, de pronto, aparece el vampiro fronterizo y todos exclaman al unísono, como el mejor coro: “Vampiro fronterizo que por las noches rondarás, a pesar de tus hechizos, mis nachas no las tendrás”. El vampiro fronterizo se afila los colmillos, abre los ojotes rojos como un tomate, levanta su capa folclórica y exclama: “What?!”. Autor: Anónimo de la Patrulla Fronteriza.